La última tentación de Amélie Nothomb: la Pasión de Cristo
La belga se adentra en la recta final de la biografía del Mesías en una polémica novela que no deja indiferente a nadie
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Cada año, por estas fechas, pase lo que pase, Amélie Nothomb no falla a sus lectores y tiene una novedad lista. En esta ocasión nos propone una vuelta de tuerca a una de las historias más universales, la del mismísimo Jesucristo, a quien acompaña durante la Pasión. Eso es lo que encontramos en «Sed», publicado por Anagrama. Es, como ella misma dijo ayer en Barcelona, «el libro que llevo más tiempo preparada para escribir, desde que mi padre me habló por primera vez de Jesucristo. Yo tenía tres años y a mí me pareció que me hablaba de un superhéroe».
Fue en 2018 cuando se decidió a dar un paso adelante porque «estaba a punto de empezar a envejecer. Así que era el momento de tirarme a la piscina. Se ha escrito mucho sobre él, pero yo lo que quería era escribir sobre la cruz».
En primera persona
Así, Nothomb se preguntó cómo debía enfocar «Sed»: «No dudé de la primera persona, no desde luego porque me vea como Jesucristo, sino porque era como tener una cámara siguiendo sus pasos. Todas las mañanas subía a la cruz, me enfrentaba con ese momento. Era como vivir cada día algo comparable a lo que Jesús vivió aquella noche», comenta.
Cuando se le pregunta por las fuentes empleadas para una historia tan conocida y narrada, reconoce que «este texto es un poco como un evangelio. Los he leído todos y, a mi juicio, tienen lagunas. Les falta el cuerpo. He escrito el evangelio del cuerpo. “Sed” es la unión del cuerpo y espíritu. No se trata de un libro religioso, algo que ha llevado a un mal entendido tanto en Francia como en Bélgica. No, no lo es. Es una novela sobre una persona que acepta un dolor infame. Y la única manera de explicar este dolor era en una novela». En las páginas de Amélie Nothomb no faltan Poncio Pilatos, los discípulos de Cristo, el conspirador y traidor Judas, la pasión por María Magdalena, además de aspectos de la vida del Mesías. Todo ello le ha hecho recibir reacciones de todo tipo de los más fervientes religiosos. Ella misma recuerda que «he recibido reacciones de gente de la Iglesia. El Vaticano fue muy tibio. Gracias al libro he recibido mis primeras cartas de curas insultándome. En cambio, también me llegaron cartas de curas jóvenes elogiándolo. Siempre dije que yo no estoy en posición de la verdad en lo que se refiere a Jesús. Invito a que todo el mundo dé su propia visión de Cristo. Lo único que sabemos es que existió. Me gusta pensar que era igual que nosotros y que decidió ser asequible para todos. Que no sea el hijo de Dios facilita las cosas».
En los últimos años, algún que otro autor en lengua francesa se ha preguntado por la falta de fe, por sus fantasmas religiosos. Cuando se le pregunta a Nothomb por qué es posible que esto pase en la narrativa de Francia y Bélgica, asegura que «Francia no goza de buena salud. No puedo explicar por qué al no ser de allí, pero Bélgica tampoco está muy bien. Creo que España goza de mejor salud que Francia. Somos varios los que pensamos que Francia sufre una depresión en el sentido psicológico. La figura de Cristo es el ejemplo de sufrimiento que se nos da en nuestra cultura. La única otra forma es la de los países escandinavos, alemanes, con el rock metálico, donde una de cada dos canciones habla de Cristo. A Francia no se les da bien el rock metálico. Así que tal vez sean los escritores a los que se les de mejor este papel en Francia». La autora de «Estupor y temblores» o «Metafísica de los tubos» procede una familia de fuerte convicciones católicas. Eso hace tentador querer saber cómo reaccionaron cuando leyeron «Sed». «A mi padre y mi madre les gustó mucho. Al resto de la familia les fue más difícil aceptar el libro. No tengo la impresión de ser blasfema. En la novela Jesús tiene relaciones sexuales con una mujer, considera la crucifixión un error... No les gustó a estos familiares, pero no pasó nada más. Eso me hace preguntarme una cosa: ¿cómo alguien que está en una religión que es amor puede decir cosas odiosas en una carta?» Todavía, confiesa, no ha obtenido respuesta a esa duda.