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Un niño en la Ciudad Prohibida: Puyi, el último emperador de China

Esta semana se cumple el centenario de la deposición del último y precoz gobernante por derecho heredado de China, un niño que reinó con apenas seis años
La Razón
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  • César Alcalá

    César Alcalá

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El último emperador de China, Puyi, de la dinastía chino-manchú de los Qing, fue depuesto un 12 de febrero de 1912. Su reinado se inició un 2 de diciembre de 1908. Posteriormente, del 1 de marzo de 1934 al 15 de agosto de 1945, los japoneses lo impusieron como emperador de Manchukuo, la antigua Manchuria, que fue un estado artificial que ocupaba los territorios de la China del Noreste y la Mongolia interior. Puyi había nacido el 7 de febrero de 1906 en Pekín. Con lo cual, dejó de ser emperador de China a los 6 años. Su ascensión estuvo marcada por las rencillas palaciegas. El emperador era su tío Guangxu. Ahora bien, este llevaba seis años bajo arresto domiciliario por orden de la emperatriz viuda Cixi, tía del emperador. Cixi tenía un gran poder en el país, pues se había proclamado Santa Madre y Emperatriz viuda. Ella había puesto en el poder a Guangxu y también lo depuso.
También fue Cixi quien mandó que Puyi fuera a la Ciudad Prohibida. Esto fue un 13 de noviembre de 1908. Por aquellas fechas Guangxu estaba agonizando. Se dice que sufría una profunda depresión y desconsuelo por agotamiento. El emperador fallecía el 14 de febrero, a los 37 años. Puyi vio, aquel 14 de febrero, por primera vez a Cixi. Esta tenía un rostro demacrado y aterrador. Al menos esto es lo que vio a través de una cortina. Aquel niño, de apenas dos años, se encontró en la Ciudad Prohibida, rodeado de extraños. Sobre aquellos momentos Puyi, años después, comentó que “se dice que estallé en fuertes aullidos al verlo y comencé a temblar incontrolablemente. Cixi le dijo a alguien que me diera algunos dulces, pero los tiré al piso y grité: ¡Quiero am i niñera, quiero a mi niñera! Para su gran disgusto”.
Después de cumplir 3 años a Puyi lo empezaron a nombrar como “Su majestad el Emperador”, “El señor de los diez mil años”, “El hijo del cielo”. Estos tratamientos los adquirió tras la Gran Ceremonia de entronización. “Una ceremonia que yo arruiné con mis llantos”. Como es de suponer, la que gobernaba era Cixi, pues Puyi se dedicaba a ser instruido como emperador y a jugar. Mientras esto ocurría, el pueblo chino consideró que el emperador ya no era el hijo del cielo. El mandato de la dinastía Qing estaba a punto de llegar a su final. Así las cosas, en 1911, estalló la Revolución de Xinhai o Hsinhai. Un 12 de febrero de 1912 se selló el edicto imperial de abdicación del emperador.
Aquel edicto lo selló la emperatriz viuda Longyu, esposa de Guangxu. “La Emperatriz Viuda estaba sentada en un Kang en una habitación lateral del palacio de la Naturaleza de la Mente, secándose los ojos con un pañuelo mientras un anciano gordo se arrodillaba ante ella sobre un cojín rojo, con lágrimas rodando por su rostro. Yo estaba sentado a la derecha de la Viuda y me preguntaba por qué lloraban ambos adultos”. El que Puyi nombra como “un anciano gordo” era el primer ministro Yuan Shikai. Con aquella ceremonia se ponía fin a un sistema imperial con 2.000 años de antigüedad. Puyi siguió viviendo en la Ciudad Prohibida que, a pesar de su espectacularidad, no dejaba de ser una cárcel. Quedó aislado. Es más, desconocía que pasaba fuera. Creía que aún era emperador, pues el nuevo gobierno chino, al no saber que hacer con él, pudo seguir viviendo rodeado de lujo, como desde que los nombraron emperador. Para él nada cambió. Si para China. Ya no era un imperio, sino una república.
Volvió a ser emperador dos semanas, en 1917, cuando ZhangXu dio un golpe de estado. ¿Cómo vivía el joven Puyi? Como escribió “azotar a los eunucos era parte de mi rutina diaria. Mi crueldad y amor por ejercer el per ya estaba demasiado firme para que la persuasión tuviera algún efecto”. Vivía aislado y solo hablaba con su niñera Wang. Se casó cuatro veces. Con una emperatriz, una consorte secundaria y dos consortes menores. En 1924 fue expulsado de la Ciudad Prohibida y tuvo que enfrentare a un mundo que desconocía.
A partir de ese momento se acercó a los japoneses, los cuales le nombraron emperador de Manchukuo. Para los japoneses aquel nombramiento marcaba el nacimiento de una nueva civilización. Puyi era una marioneta de los japoneses, pues el poder se ejercía desde Tokio. Su vida no cambió demasiado, seguía siendo un prisionero en su palacio. Lo había sido en la Ciudad Prohibida y lo era en Manchuku. Tuvo que abdicar el 16 de agosto de 1945 al perder Japón la II Guerra Mundial.
¿Qué le pasó a partir de ese momento? Su intención era marcharse al Japón, pero el ejército ruso la detuvo y lo llevó a la ciudad de Chita. Era un prisionero respetado y mejor cuidado que otros, pues así pidió que lo hicieran Stalin. En 1949, tras la proclamación de la Nueva República por Mao Zedong, Puyi volvió a China. En 1960 recibió un indulto especial, devolviéndole la ciudadanía y quedando libre. El gobierno chino no lo abandonó. Lo destinaron a trabajar en los jardines botánicos de Pekín y también fue editor de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino. Un 17 de octubre de 1967 fallecía el último emperador de China.

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