Penélope y Banderas: encarnizada lucha de soberbios
Ambos coinciden por primera vez en la gran pantalla para protagonizar “Competencia Oficial”, la nueva e inteligente sátira sobre la estupidez del cine y del arte en general dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn
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Idiota, ignorante, hijo de perra, forro, lameculos, la concha de tu madre, el centollo de la tuya, grasa inmunda, malparido, cutre, comemierda, conchudo, me cago en tus muelas, la recalcada concha de tu madre, el recalcado centollo de la tuya, energúmeno, aborto o hijo de un vagón de putas son algunas de las lindezas, a cada cual más ocurrente e intencionadamente ofensiva, que se escupen a la cara dos actores portadores de egos mayúsculos, Antonio Banderas y Óscar Martínez, frente a la mirada traviesa de una directora de cine (Penélope Cruz) con tendencia a la excentricidad, en una de las escenas más deleitables de “Competencia Oficial”, la nueva película de la inteligente y sardónica dupla de cineastas argentinos formada por Gastón Duprat y Mariano Cohn.
Pese a haber sido vecinos en Nueva York mientras el malagueño rodaba “Philadelphia”, acumular años de amistad en un rincón de la memoria reservado de forma exclusiva para el cariño y haber trabajado reincidentemente con Almodóvar, Antonio y Penélope nunca habían coincidido delante de la gran pantalla. «Hacía tiempo que nos mirábamos y como somos amiguetes desde hace un montón de años siempre nos rondaba la idea. De hecho, la primera noticia que yo tengo de esta película fue por ti –recalca el actor refiriéndose a Cruz–, me dijiste oye tío tengo un guion aquí que es argentino. Coincidió además con el hecho de que yo acababa de ver “Un ciudadano ilustre” y me había encantado. De modo que nos reunimos en Londres y empezamos a jugar”, señala un espléndido y bronceado Banderas durante el junket realizado en una de las estancias del Ritz. “Mucha gente me decía “es raro que a Antonio y a ti no os junten, no tiene ni pies ni cabeza””, añade entusiasmada la actriz enfundada en un dos piezas de Chanel.
En línea con el carácter satírico que impregna varios de los trabajos de los realizadores argentinos, en “Competencia Oficial” asistimos a la contemplación del espejo deformado de las vanidades, codazos y envidias que envilecen el mundo del cine pero que resultan extrapolables a cualquier otro ambiente laboral. “El ego es uno de los elementos de la película, pero no el único. En el mundo del arte en general, el ego es fluctuante, varía con la propia constante de nuestra profesión, que es el éxito y el fracaso. Cuando tienes mucho éxito, el ego se infla, pero en cuanto fracasas, desciende”, apunta Banderas antes de que Penélope apostille entre risas en referencia a la configuración de los métodos estrambóticos de Lola, su personaje: “Teníamos unos cinco nombres de directores (y directoras) en mente y nos lo pasamos muy bien viendo material sobre ellos. La verdad es que aún me cuesta creer que muchas de esas manías sean ciertas”, remata.