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La artista que se pregunta por el sexo de Dios

La pintora afroamericana Genesis Tramaine quiere romper con el estereotipo de su imagen, que lo dibuja como un hombre blanco
La RazónLa Razón
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¿Tiene Dios raza y sexo? Esto es lo que se pregunta la pintora afroamericana Genesis Tramaine en la exposición que, bajo el título de «Break of Day», acoge durante estos días la galería Almine Rech, de Nueva York. Las obras exhibidas se encuentran inspiradas en pasajes de la Biblia: desde el libro del Génesis hasta los evangelios de Lucas y Mateo. Tramaine ha vivido el cristianismo desde pequeña, influida por el norme fervor de sus dos principales referentes vitales: su madre y su abuela. Cada vez que se dispone a iniciar una obra, la artista no parte de una idea preconcebida. Según reconoce, invoca a Dios para que se manifieste y convierta a su obra en un vehículo de los evangelios. La apariencia de las figuras que pueblan sus pinturas adquiere, en numerosas ocasiones, un sesgo casi monstruoso, consecuencia del sobreactuado proceso de racialización al que las somete.
La raíz de esta particular forma de representación de los evangelios reside en el cuestionamiento que, desde pequeña, ha realizado de las lecturas eurocéntricas de los personajes bíblicos hegemónicas en la historia del arte. Estas interpretaciones han construido una imagen cultural de Dios como una figura masculina y blanca, que reafirmaba los estereotipos sociales dominantes. Desde el arte medieval, tales representaciones han potenciado –según Tramaine– una «imagen falsa» de Dios que ha terminado por convertirlo en una figura excluyente, la cual deja fuera a una gran diversidad de individuos. La artista afirma que, en realidad, «los evangelios no tienen un color específico», y añade no entender por qué las personas queer tienen que quedar apartadas de la historia sagrada.
La crítica la construcción eurocéntrica de los principales referentes del cristianismo no es algo que encuentre en Genesis Tramaine a su primera cultivadora. Los denominados «Biblical Studies» –de amplia implantación en las universidades anglosajonas– llevan décadas planteando una relectura de la Biblia desde una perspectiva racial y de género. Además, y dentro del ámbito artístico, Chris Ofili se convirtió en el objeto de una enorme polémica cuando, en 1997, expuso en el Brooklyn Museum de Nueva York su obra «Holy Virgin Mary», una pintura en la que se representa a la Virgen María con piel negra y gruesos labios, en lo que constituía un efecto de racialización hasta entonces inédito. La furibunda reacción del entonces alcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani -el cual amenazó a la institución artística con retirarle la subvención municipal si no desalojaba la obra de sus salas-, demuestra hasta qué punto la representación de las figuras sagradas se había institucionalizado, en la cultura occidental, a través de un canon de blanquitud. Un cuarto de siglo después, Genesis Tramaine devuelve a la actualidad la cuestión de la representación racial de los personajes bíblicos, sumando a ella la reivindicación del derecho de las personas queer a acceder a Dios.