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Estreno

Crítica de “Onoda”: una guerra sin enemigos ★★★☆☆

Un fotograma de "Onoda"
Un fotograma de "Onoda"ImdbImdb

Dirección: Arthur Harari. Guion: Arthur Harari, Vincent Poymiro y Bernard Cendron. Intérpretes: Endô Yûya, Chiba Tetsuya, Shinsuke Kato. Francia, 2021. Duración: 165 minutos. Drama bélico.

¿Hay guerra sin enemigos? Uno se los puede inventar para perpetuar una lucha contra sus propios fantasmas disfrazada de heroísmo nacionalista. Es lo que hizo el japonés Hiro Onoda, que en su delirio logró convencer a tres soldados de que los yanquis seguían en una isla filipina, organizando una precaria guerra de guerrillas contra el campesinado del lugar, y después de treinta años, ya solo, necesitó volver a oír la voz de su comandante en jefe para despertar del sueño y volver a la realidad. La guerra es, pues, un estado de hipnosis, una especie de duermevela fantasmagórica que convierte el devenir de la Historia en la ficción de un loco incapaz de enfrentarse con su propia vida. Seguro que eso fue justo lo que fascinó a Werner Herzog, que ahora publica la novela “El crepúsculo del mundo”, basada en el caso real de Onoda. No obstante, la película de Harari es más convencional que herzoguiana.

Es interesante el modo en que Arthur Harari trabaja el tiempo narrativo para dibujar esa radiografía de la espera espectral, dilatándolo y concentrándolo hasta que el espectador pierde la noción del calendario, solo guiado por las cartelas que lo sitúan en un cuándo sin pies ni cabeza. Sabemos del tiempo porque traza un mapa de una geografía hostil, que es también mental, aunque esa es la idea más atrevida de un filme de apariencia neoclásica, que evoca ese cine bélico que, con ánimo crítico, hablaba de los peligros del fanatismo. A veces da la impresión de que Harari está siendo algo autoindulgente con la paranoia de su patriota, y desaprovecha metraje admirando su resiliencia como si en verdad fuera más heroica que (auto)destructiva.

Uno no puede dejar de pensar en la subestimada “Nobi”, aquella furiosa, sobrenatural relectura del cine de Samuel Fuller, dolorosa como una mordedura de serpiente, concentrada en ochenta económicos minutos, donde Shinya Tsukamoto contaba una historia muy parecida a la de Onoda como si fuera una película de terror en plena jungla. Lo que “Onoda” gana en realismo, “Nobi” lo ganaba en visceralidad y abstracción. A “Onoda” le falta, tal vez, una puesta en escena más subjetiva, más interior, para que nosotros creamos que sí, que una guerra sin enemigos es posible.

Lo mejor

La concepción (a)temporal de la película, que diluye el paso de los años en una masa de círculos concéntricos.

Lo peor

A veces Harari parece confundir resistencia heroica con locura pura y dura.