Sección patrocinada por sección patrocinada

Lenguaje

¿Por qué decimos “estar a dos velas” cuando no tenemos dinero? Hay una respuesta escatológica

El origen de la expresión resulta muy incierto y podría tener diversas historias que la explican: desde la más simple a la más ocurrente

Prender velas de diferentes colores es una costumbre muy extendida en algunos países hispanoamericanos | Fotografía: Imagen de archivo
Prender velas de diferentes colores es una costumbre muy extendida en algunos países hispanoamericanos | Fotografía: Imagen de archivoLa Razón

Dice el diccionario de la Real Academia Española que “estar a dos velas” es “sufrir carencia o escasez de dinero”. Es decir, estar sin blanca, estar pelado, estar sin un duro. Pero, ¿por qué estar a dos velas? La expresión, muy popular en castellano, tiene varias explicaciones posibles y también varios significados, porque, a la vez que alude a no tener dinero puede referirse a “no haber comprendido nada” o “llevar tiempo sin mantener una relación sentimental o sexual”. Incluso, la expresión lleva aparejada su propia coreografía: el gesto de llevarnos los dedos índice y corazón a la nariz, deslizándolos hacia los labios. Ahora veremos por qué.

Uno de los posibles orígenes o significados de la expresión lo apunta el sacerdote, filólogo y musicólogo gaditano José María Sbarbi y Osuna quien, en dos libros de refranes publicados en 1871 y 1872, “Monografía sobre los refranes, adagios y proverbios castellanos y las obras ó fragmentos que expresamente tratan de ellos en nuestra lengua” y “El libro de los refranes” respectivamente, apuntaba que la expresión procedía del ritual de apagar todas las velas en las iglesias después de haber realizado los oficios litúrgicos salvo las dos que se colocaban sobre el altar mayor. La razón de hacerlo así era dotar al templo de un aspecto humilde y sencillo, y de ahí procedía la expresión “quedarse o estar a dos velas”.

En este sentido, también se ha señalado que los velatorios de un difunto, en los casos más humildes, no había recursos para la iluminación del féretro, que apenas podía ser adornado por dos velas en lugar de la profusión de cirios de los velatorios ricos. Cuantas más velas, más rico era el difunto. También se ha señalado que los barcos humildes tenían solo dos velas.

Mientras, otro experto de nuestra lengua, el periodista y lexicógrafo José María Iribarren, apuntaba a otra posibilidad relacionada con los juegos de cartas en los que la banca utilizaba dos velas para iluminar el dinero que quedaba. Si los jugadores desplumaban a la banda, ésta se quedaba, sin metáforas, a dos velas.

Sin embargo, quizá la respuesta más plausible sea la que acompaña el gesto que señalábamos al principio. Quedarse a dos velas es una forma de decir “quedarse con los mocos colgando”, una vela de cada nariz, por tanto. De ahí el gesto del índice y el corazón delante de las fosas nasales. Pues ¿qué mayor símbolo de ruina o de fracaso hay que quedarse con los mocos asomando? Que cada uno piense cuál es su explicación favorita.