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Arte

Vermeer, una exposición única con obras cuestionadas

El Rijksmuseum reunirá por primera vez 28 de los 35 cuadros del pintor en una muestra que abrirá en febrero

Hallan un boceto oculto tras “La lechera” de Vermeer
Hallan un boceto oculto tras “La lechera” de VermeerPeter DejongAgencia AP

Casi todo Vermeer, pero no todo Vermeer. El Rijksmuseum abrirá el 10 de febrero una retrospectiva sobre el pintor que reunirá por primera vez 28 telas, puede que 29 si hay suerte, de las 35 que firmó a lo largo de su trayectoria, que se interrumpió cuando cayó enfermo de manera repentina. Una producción relativamente corta si tenemos en cuenta lo prolíficos que han sido otros creadores, como Rembrandt, que superó el número de trescientos trabajos. De hecho, el nombre de Vermeer, aunque disfrutó de reconocimiento en su época, cayó durante años en el olvido y no fue hasta más tarde, hacia 1866, cuando el interés por su figura volvió a despertar. En especial, por los escasos ejemplos de su talento que se conservan y las reducidas noticias que tenemos de su existencia y su persona: no ha llegado hasta hoy ningún autorretrato (aunque dicen que hubo uno, mientras otros señalan que es una de las tres siluetas masculinas de «La alcahueta») ni tampoco cartas o diarios. La documentación es tan reducida que su nombre se mueve en el intervalo grisáceo de las leyendas. Se sabe que nació en una posada, que era protestante, que se casó con una católica, que su patrono era un panadero y que su padre, aparte de regentar una fonda, también trabajaba como marchante de arte o lo que sería su equivalente en el siglo XVII. Unos mimbres bastante frágiles sobre los que se ha levantado su mito y que ha dado incluso para que algunos escriban novelas.

La muestra contará con obras tan populares como «La lechera», «La joven de la perla», «Vista de Delft», «Muchacha con sombrero rojo» o «El geógrafo». Se está presentando en estos momentos en distintos países, como Estados Unidos, Italia, Inglaterra, y, ahora, en España, y se celebra/vende como un suceso cultural, uno de esos eventos sin precedentes en el mundo expositivo. El Museo, como dijo el propio Friso Lammertse, comisario de Pintura Holandesa del siglo XVII del Rijksmuseum, en un encuentro que se ha celebrado en El Prado, espera recibir durante esos meses alrededor de 500.000 visitantes, a razón de 2.500 o 3.000 por día a lo largo de unas jornadas que han aumentado su horario corriente y que estarán divididas por grupos con un cupo preciso.

La exposición ha sido posible por tres coincidencias: las cuatro pinturas que el Rijksmuseum conserva en sus fondos, los otros tres que posee el Mauritshuis de La Haya, con el que existen estrechos vínculos de colaboración, y una casualidad también sin precedentes: la Frick Collection de Nueva York ha cerrado sus salas temporalmente y por primera vez en su historia permitirá que sus Vermeer salgan de Estados Unidos y participen en una muestra.

Esto no ha alejado los nubarrones que rodean a Vermeer. De manera clara, en lo que respecta al capítulo de atribuciones y autentificaciones, sobre el que sobrevuelan algunas dudas severas. Aunque se ha anunciado que las obras prestadas para la exposición serán estudiadas con detenimiento –«La lechera» ha dado algunas sorpresas–, las autorías, como sucedió durante la conmemoración de El Bosco, darán más de un dolor de cabeza. Existen tres óleos en el punto de mira: «Santa Práxedes», del Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio; «Mujer joven sentada ante el virginal», de la Leiden Collection, y el controvertido «Muchacha con flauta» de la National Gallery of Art de Washington. Esta institución, de hecho, retiró la autoría a dicho óleo el pasado mes de octubre, pero parece que en el Rijksmuseum no comparten esta misma idea (de hecho, ellos aseguran que están «completamente convencidos» de todas las autorías), y afirman que sí es una obra del maestro, como aseguró ayer mismo Friso Lammertse.