Alaska: «Me lo han ofrecido, pero no daría la talla en Eurovisión»
Pluriempleada, ahora se la puede ver en la serie on-line «El Tea Party de Alaska y Mario»
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No se da tregua. Es una pluriempleada o, en versión siglo XXI, una coleccionista de «minijobs», por una razón muy simple: trabaja en lo que le gusta. Fangoria es su prioridad. Después viene, no importa el orden, su blog, sus colaboraciones en radio, las sesiones como DJ... Y la televisión, un medio que siempre ha sabido poner en su sitio como un contenedor de cultura bizarro y heterodoxo. Ahora, junto a Mario, acaba de lanzarse a la red su último programa de televisión on-line, «El Tea Party de Alaska y Mario», que se emite cada miércoles en Google +.
–El «reality» con Mario, acaba de terminar «Alaska y Coronas», ahora «El Tea Party». ¿Le gusta tanto la televisión como parece?
–Es fundamental para nuestra cultura. Siempre cuando hablamos hay referencias a series como «Enredo», «Star Trek»... Esto que te voy a decir te lo he contado millones de veces pero es que dice mucho de lo que la televisión es para los demás: cuando llegué a «La bola de cristal» descubrí que a casi nadie de los que estaban allí les gustaba la tele. Unos eran unos cineastas frustrados que escribían sus guiones y lo que de verdad querían era rodar con Néstor Almendros, otros despotricaban de ella. Afortunadamente eso ya ha cambiado, la gente ya no tiene esos prejuicios. Ni yo, ni Mario, ni Nacho Canut los tuvimos nunca. Para nosotros «Enredo» tiene el mismo valor que «Los caballeros las prefieren rubias» o un libro de Truman Capote.
–Digamos que su cultura es transversal. Lo mismo va a la universidad que ve y aparece en «Sálvame». Algunos pueden decir que usted y Mario son frívolos.
–Es que lo somos, pero no hay que confundir la frivolidad con la banalidad. Nosotros comentamos el lío que hay entre Rosa Benito y Amador Mohedano y lo seguimos. Es ver la realidad desde muchos puntos de vista. Me acuerdo cuando Benito rodó con Amador en la playa de «Supervivientes» y, en ese momento, nosotros lo relacionamos con el revolcón entre Burt Lancaster y Deborah Kerr en «De aquí a la eternidad». ¿Y? Tenemos muchas referencias culturales y nos sale de forma natural aplicarlas a los momentos más insólitos. Yo creo que es muy rico porque le sacas más jugo a las cosas.
–Y luego está ese momento «fan» que usted tiene, algo que es curioso porque para algunas personas es una diva...
–Eso no lo sé, para mí casa mejor en ese molde Bibiana Fernández. Lo que sí te puedo decir es que ser fan de alguien o de algo te hace ser quien eres, forma parte de tu identidad. En ese sentido soy muy Orteguiana: mis ídolos son mis circunstancias. Además soy muy respetuosa con ellos. El otro día estuvo en «Alaska y Coronas» Camilo Sesto y me puse nerviosísima. Estaba temblando, muy pendiente de que se encontrase cómodo, que estuviese tranquilo. Es mucho más relajado entrevistar a alguien que no admiras porque no sufres, no te afecta.
–¿Por qué será que siempre que veo Eurovisión me acuerdo de Fangoria y de las Nancys Rubias?
–Le ocurre a mucha gente, pero es imposible que vayamos Nacho y yo. Para Eurovisión no tenemos sangre en el cuerpo, ni somos participativos ni competitivos. No creo que hiciésemos un buen papel. Y no lo digo por la música, es que es un programa de televisión en el que hay que implicarse, lanzar besos. No sé, no daría la talla en Eurovisión lo mismo que tampoco en «Supervivientes». Mario en cambio sí. Se enrolla más con la gente, es más social. Además cumple los requisitos: canta en directo con música en «playback».
–¿Con las redes sociales qué tal se lleva?
–Me llevo poco. Mario y mis amigos sí, sobre todo de Instagram. Es que... tengo mis dudas. Al final invaden tu privacidad, como sucede en Facebook, Twitter, incluso WhastApp. Al poner un «me gusta», o una frase, todo el mundo ya sabe a qué hora te has acostado o levantado, si estabas despierto o dormido y qué estabas viendo. Te pueden tener controlada muy fácilmente.
–Como se titulaba uno de los capítulos de su «reality» «Yo quiero tener un montón de amigos». ¿Eso cómo se hace?
–Pues no lo sé, porque yo soy muy misántropa y reservada. Son Mario y mi madre los que tienen la capacidad de congregar a la gente de esa forma, de participar activamente. Normalmente, yo me limito a observar. No soy la alegría de la fiesta.
–Hablando de su madre, mucha gente al ver el «reality» se sorprendió de que usted y Mario –a los que consideran tan modernos– les visitaran tantas veces, fueran con ellos de compras, asistieran a sus conciertos.
–No entiendo por qué. A ver, nos gustan nuestras familias y les queremos mucho pero no tenemos una relación de amistad. A mi madre nunca le cuento lo que hacemos Mario y yo, me refieron a nuestra vida como pareja..., ni quiero que ella me cuente lo que hacía de joven. No somos colegas, que será lo más moderno pero a mí me parece aburridísimo y absurdo porque ni terminas de ser padre ni hijo. Es una confusión total. Manteniendo esa distancia que le digo pues sí, queremos mucho a nuestra familia ylos mezclamos con nuestra gente y nos va muy bien.
–De programa en programa, luego los discos, las giras, ¿qué tal lleva la carrera de Historia, que además, está especializada en Antigüedad?
–Pues no va. Ahora tengo un amiguito que me pasa los apuntes y le odio profundamente cuando me dice que ha estado en una excavación, haciendo esto y aquello. Yo quiero matarlo, de verdad. Mi especialización es el Neandertal, estoy absolutamente fascinada.
–Dice que le gusta más el siglo XX que el XXI.
–Y es verdad. Me cuesta encontrar referentes, ídolos como Bowie o Iggy Pop, hemos perdido muchas cosas que habíamos ganado...
–¿Pesimismo, tal vez?
–No, pero tampoco tiendo al optimismo, lo reconozco.