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Exposición

El arte como testigo del totalitarismo

Hasta el 11 de mayo, el San Telmo de San Sebastián propone reflexionar con 'Bosques de memoria'

Imagen de la exposición 'Bosques de memoria'
Imagen de la exposición 'Bosques de memoria'Museo San Telmo

El arte es testigo del pasado, y por tanto fundamental herramienta para preservar la memoria. Buena cuenta de ello da la exposición que acoge el Museo San Telmo de San Sebastián hasta el 11 de mayo. «Bosques de memoria», comisariada por Mabel Tapia y Mira Bernabéu, aborda las formas de tecnologías de dominación y control social en contextos totalitarios a través de obras artísticas multidisciplinares. Es decir, explica Tapia, no se trata de una muestra que sitúe el arte «como vehículo de regímenes totalitarios, sino que las obras plantean la pregunta de cómo las tecnologías de dominación y control continúan operando, siguen sus huellas, sus restos y rastros». A través de obras de Patricia Gómez y María Jesús González, o de Iñaki Gracenea con «Modelo mecano», la muestra acerca cómo «las estructuras sociopolíticas, movilizando herramientas de diferente tipo, ejercen formas de dominación».

«Bosques de memoria» presenta trabajos de 21 artistas contemporáneos, pertenecientes a tres generaciones. Piezas que han sido realizadas a partir de experiencias concretas. Todas ellos, atravesadas por una pregunta central: ¿de qué está hecho el presente? «No puede imaginarse la actualidad que vivimos como un tejido liso, sino más bien un entramado complejo», defiende Tapia, «como un bosque hecho de sombras y tensiones. Los artistas de esta exposición osan adentrarse en él abordando las consecuencias y los alcances en el presente del ejercicio de poderes totalitarios». Pues con tan sólo una mirada al siglo XX se puede observar cómo estos regímenes han dejado una profunda huella en los diversos países. «Hay constantes en el accionar totalitario: no solo la pérdida de garantías constitucionales, sino la negación, el silenciamiento, de todo disenso; múltiples formas de represión y de aniquilamiento», señala la comisaria. En este sentido, la exhibición muestra diferentes contextos, desde Argentina y Chile hasta, cómo no, el franquismo.

La dictadura en España, explica Tapia, «ha movilizado una vasta producción de monumentos, tal como lo atesta, por un lado, ‘‘Urte askotako / Por muchos más’’, de Taxio Ardanaz y Jone Loizaga. Esta obra constituye una suerte de archivo, una exhaustiva cartografía, que da cuenta de los monumentos levantados por el franquismo desde 1937, muchos de los cuales siguen aún signando la vida cotidiana de las personas». Asimismo, señala como otra de las obras paradigmáticas de la exposición «Do you remember Franco?», de Clemente Bernard. Presenta tres monumentos del franquismo –el Valle de los Caídos, el Arco de la Victoria de Madrid y el Monumento a los Caídos de Pamplona–, dando cuenta «tanto de sus conexiones y correspondencia y de la violencia política que encarnan», define la comisaria.

Lecturas multicapa

La muestra propone al espectador «abrir un espacio de reflexión compartida, colectiva, sobre el presente de nuestro pasado, sobre heridas aún abiertas, sobe tantas fosas por abrir», propone. En este sentido, es fundamental contar con el pasado para afrontar también el presente. ¿El arte sigue siendo víctima de la propaganda del poder? «Más que víctima, hoy el arte puede ser utilizado como herramienta al servicio del poder, como son utilizadas otras herramientas de producción simbólica», apunta Tapia. «La historia se escribe desde el presente. Tenemos toda la responsabilidad de retomar nuestra historia en mano, desde incluso mucho antes que la posguerra», opina, y señala la pieza «Resiliencias» de Alan Carrasco, que «recupera de manera crítica ciertos sucesos y personajes proponiendo lecturas multicapa, donde eventos aparentemente no conectados adquieren nuevas lecturas y perspectivas».

De formas, por tanto, muy diversas, «Bosques de memoria» sitúa al espectador ante la práctica artística como una que, desde sus herramientas específicas, bien puede actuar como testigo o como constatador de reinstalar en la esfera pública cuestionamientos y traumas como modos de compartir y subsanar. «El arte puede tratar de traumas, pero no veo cómo podría crearlos. Puede proponer formas de reparación, más que de sanación, pues los traumas de una sociedad son resultantes de procesos sociales y políticos, de condiciones y condicionamientos que no han sido tratados. El arte se ampara, visibiliza», concluye Tapia.

La IA, un desafío en términos de dominación

►¿Qué hacemos con la Inteligencia Artificial en este contexto? «Sin duda, es un desafío», opina Tapia, «si las formas de control y dominación social se han identificado históricamente con el ejercicio del poder totalitario, hoy nos enfrentamos a nuevas formas de dominación social». Explica la comisaria que la exposición también se posiciona en este sentido, pues «se inscribe más en el presente como una manera también de alertar o, al menos, de generar una apertura a una profunda reflexión sobre estos temas».