Así predijo Mr. Bean el destino de esta famosa pintura
Una icónica obra de Whistler, considerada como "la Mona Lisa americana", regresa a los Estados Unidos tras 142 años
Madrid Creada:
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Debe ser usted el empleado del año si su empresa decide enviarle a Los Ángeles durante tres meses, en representación corporativa y a modo de experiencia sabática. O, por el contrario, debe ser un trabajador molesto, vago, inútil, que termina siendo candidato decisivo para el atractivo viaje, con tal de que sus compañeros le pierdan de vista. A aquellos seguidores del humor burlón y fatuo les debe sonar este último perfil, pues fue perfectamente representado por el famoso Mr. Bean en 1997. Rowan Atkinson volvió a arquear sus cejas y a gesticular con su lengua para protagonizar "Bean: the ultimate disaster movie", cinta dirigida por Mel Smith y donde Mr. Bean tiene la oportunidad de sembrar el caos en Los Ángeles. El joven trabaja como vigilante de la National Gallery de Londres, institución que le envía a Estados Unidos, además de para perderle de vista, para supervisar el préstamo de una pintura famosa a una galería. Una situación con una historia real de fondo, pero que no se ha cumplido por completo hasta ahora.
Ya no son los Simpson los únicos que predicen el futuro: también lo hace Mr. Bean. La citada película gira en torno a una obra de arte que lleva esperando años volver a su país de origen, y que finalmente lo consigue. Así está sucediendo actualmente, aunque de manera temporal y variando en cierta manera los escenarios que se reflejan en la cinta. Se trata de "Retrato de la madre del artista", obra de James McNeill Whistler y una de las pinturas más icónicas de los Estados Unidos. El óleo, creado en 1871, regresará a EE UU 142 años después de que debutara en una exposición en Filadelfia. Regresa a modo de préstamo por parte del Museo d'Orsay de París, y siendo la pieza central y protagonista de la exposición colectiva "The artist mother: Whistler and Philadephia", muestra que se celebrará en el Museo de Arte de Filadelfia. Asimismo, la pintura estará acompañada por otras obras de Sidney Goodman o Alice Neel, así como una copia de Francesco Novelli de un grabado de Rembrandt, el cual se cree que fue el que inspiró al mismo Whistler. Unas obras que, por tanto, transmiten la misma idea que la del pintor estadounidense: la maternidad, la relación con la madre a través del arte.
En "Bean: the ultimate disaster movie", las expectativas por la vuelta de esta obra a Estados Unidos son altísimas. La galería que la recibe lo toma como un triunfo histórico, y para su recibimiento hacen todo tipo de preparativos. Desde el punto de vista más satírico, los estadounidenses organizan todo un evento nacional alrededor de la vuelta de la también conocida como "La madre de Whistler", así como un merchandising abrumador y una experiencia inigualable para sus invitados. Especialmente, para ese representante que la National Gallery envía a título de académico, genio y maestro, pero que al fin y al cabo no es más que un vigilante de sala a quien mandan de viaje con tal de estar tres meses sin lidiar con sus torpezas.
La pintura de Whistler muestra a su madre, Anna Mathilda, en su estudio en el barrio londinense de Chelsea. Está sentada y muestra su perfil izquierdo, con un vestido negro y largo y una cofia blanca. La luz brilla en su rostro y sus manos, y la expresión transmite serenidad, seriedad, a la vez que una dulzura maternal que hipnotiza. Es una obra que goza de reconocimiento a nivel mundial, y que incluso se ha llegado a tildar como "la Mona Lisa americana", pues la expresión de su protagonista, esquiva y fría, también provoca misterios alrededor de la composición pictórica.
"La maternidad es, por supuesto, un tema muy universal y humano", explica Jennifer Thompson, curadora del museo de Filadelfia y organizadora de la exposición. Y qué mejor manera de rendir homenaje a esta temática que con una obra de, además, un pintor icónico en los EE UU. La primera y única estancia de este óleo en Filadelfia, que coincidió con su debut en este país, fue en 1881, cuando se mostró en la Academia de Bellas Artes de Pensilvania. Viajó por el país americano durante principios de 1930, y según Thompson la agitación social y económica de la época ayudó a alimentar la admiración hacia la pintura. Una fama que, posiblemente, se consolidó en 1997 con la película de Mr. Bean. "Durante la Gran Depresión, la presentación de Whistler de su madre con dignidad y patetismo tuvo un tremendo atractivo en términos de su americanidad", asegura la curadora, "su relajante familiaridad la convirtió en una sensación en ese momento, tanto que la imagen apareció en los sellos".