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Madrid

Las manos de Eduardo Chillida aterrizan en la Galería Guillermo de Osma

El madrileño espacio expositivo inaugura una muestra recopilatoria de algunas de las obras más destacadas del artista vasco

1.- Tres I, Eduardo Chillida, hierro, 1952, cortesía Galería Guillermo de Osma
1.- Tres I, Eduardo Chillida, hierro, 1952, cortesía Galería Guillermo de Osmalarazon

El madrileño espacio expositivo inaugura una muestra recopilatoria de algunas de las obras más destacadas del artista vasco

Chillida nunca perteneció a luz blanca del Mediterráneo. Su piel, sus ideas y su imaginación se desarrollaron en la negritud del hierro antes de que sus manos comenzaran a hablar y su arte empezara a expandirse por los rincones de la tierra. La madrileña galería Guillermo de Osma, que desde su inauguración en 1991 ha realizado más de ochenta exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo, en colaboración con la Fundación Eduardo Chillida Pilar Belzunce y con la galería CarrerasMugica de Bilbao, hace acopio de algunas de las obras más personales del escultor en su nueva exposición dedicada a uno de los artistas españoles más internacionales de la segunda mitad del siglo XX. La muestra, que coincide de forma más o menos exacta en el tiempo con la reapertura del museo Chillida-Leku ubicado en el epicentro de la naturaleza salvaje de Hernani, alberga unas 30 piezas entre las que se incluyen esculturas que destacan la calidad plática de sus trabajos, collages que remarcan su constante carácter renovador, dibujos que muestran su sensibilidad por el detalle escondido de las manos, las cuales veía como “el lugar más multidimensional del cuerpo” y cuyas líneas trazaba, según recuerda su hijo, con tal suavidad que, al verle, daba la impresión de que mientras delineaba hasta los pájaros se callaban y sus famosas Gravitaciones de papel, en donde las superposiciones de este material se convierten en un mero transmisor de mensajes, dejando paso a unas formas capaces de adquirir de una manera casi mágica la condición de elemento escultórico.

“Se trata de un proyecto que tiene cinco años de trabajo y cuya idea principal es reunir una pequeña antología del artista. Como galeristas, nuestra capacidad de reunir obras no es obviamente la misma que la de un museo, pero conseguimos recopilar obras que tienen un carácter esencialmente coleccionista”, asegura Guillermo, historiador del arte y dueño de la galería. Piedra, alabrastro, acero, madera, mármol, yeso o terracota. Pocos materiales se resistían a la intervención creativa de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) para terminar convirtiéndose en diálogos con el tiempo y el espacio. De Osma destaca ese trabajo conceptual del escultor vasco, capaz de adaptar la fisicalidad del elemento primigenio al discurso que ese elemento le inspirara. “En el fondo, todas sus obras crean un lenguaje distinto dependiendo del material con el que estén hechas”, añade. Todo el conjunto de la obra escultórica que se puede ver en la exposición, posee un carácter muy físico. Se trata de construcciones que surgen del esfuerzo y de esa idea tan consciente, industrial y vanguardista de que los elementos provienen de la tierra.

Las esculturas de bronce cuentan una historia concreta, los dibujos con tinta entablan una conversación distinta o los collages con papeles demandan una respiración diferente. En el catálogo elaborado por la galería con motivo de la exposición, el crítico de arte Germán Huici destaca: “Piedra y hierro. Mediterráneo y Atlántico. Ruido y silencio. Movimiento y quietud. Persistencia y cambio. Modernidad y antigüedad. Palabra y materia. Cultura y naturaleza. Platón y los pájaros. Los gemelos enemigos recorren el imaginario de Chillida en una tensión elocuente y serena”. Un arte, el de Eduardo, que no deja de rebotar de forma incesante, entre los ecos de la belleza expandida de la tierra.