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Regreso de un mito del cómic

Los autores de Astérix: «Lo políticamente correcto nos lleva al abismo»

Didier y Fabcaro presentan «El lirio blanco», la entrega número cuarenta

de las aventuras del galo

Fabcaro y Didier, los actuales autores de Astérix, ayer, en Barcelona
Fabcaro y Didier, los actuales autores de Astérix, ayer, en BarcelonaJoan Mateu

Astérix vuelve a tener problemas en la aldea gala, ¡por Tutatis! Esta vez se les ha colado un personaje peculiar. Se llama Viciovirtus y es el médico jefe de los ejércitos del gran Julio César. Es también el gurú de una corriente dedicada al pensamiento positivo llamada el lirio blanco. Ese es el arranque, precisamente, de «El lirio blanco», publicado en nuestro país por Salvat, la nueva entrega de la mítica serie que sigue contando con el trazo de Didier Conrad, estrenando nuevo guionista: Fabcaro. Los dos autores estuvieron ayer en Barcelona para presentar la historia número cuarenta del personaje creado por René Goscinny y Albert Uderzo, uno de los grandes mitos del cómic.

Cuando se le pregunta a Fabcaro cómo ha sido su experiencia reviviendo a Astérix, Obélix, Idéfix y compañía en su lucha contra los invasores romanos, apunta a este diario que «no he notado la presión. Es mi primera vez y todo ha ido muy bien. Lo que sí sentía era la emoción del novato». Por su parte Conrad, quien en este álbum es donde probablemente mejor trazo ha dado con su lápiz al personaje y a su poción mágica, apuntó que «todo ha ido bien, aunque el grueso del trabajo es explicarle a Fabcaro todo lo que hay detrás de la serie».

«El lirio blanco» llega en un momento muy oportuno: cuando lo políticamente correcto se está apoderando de, por ejemplo, la cultura. Eso es algo a lo que se enfrenta Astérix cuando constata que en la aldea hay todo un pensamiento positivo gracias a las manipulaciones de Viciovirtus. A este respecto, Fabcaro reconoce que «lo políticamente correcto llevado al extremo no puede funcionar. Aquí se le ha ido la pinza a la aldea: hay un conflicto fantasma que no se puede concretar». Los dos autores coinciden en afirmar que esta cultura, esta mirada en la que se repiensan las cosas para no ser políticamente incorrecto, es «una caída al abismo. Son las redes sociales las que imponen esa manera de pensar».

De alguna manera, «El lirio blanco» sigue con una tradición en las aventuras del galo que es la introducción de un personaje que desestabiliza la vida cotidiana en Armórica, como ya pudimos ver en «Obélix y compañía», «El adivino» o «La cizaña». El guionista considera que es una vía de trabajo interesante para seguir adelante con las andanzas de unos personajes que siembre han sido unos rebeldes porque «ellos siempre representan la resistencia. “Obélix y compañía” era una crítica al capitalismo mientras que “La residencia de los dioses” lo era al sector inmobiliario salvaje. Aquí es la aldea, sobre todo Astérix, el único que resiste al que quiere aplanar a Armórica».

En esta nueva entrega, los personajes ganan en gesticulación, siguiendo los pasos de Uderzo, con algunas viñetas brillantes, como las muy divertidas dedicadas a un sorprendente concierto nocturno que ofrece Asurancetúrix a sus vecinos, muchos de ellos ya contagiados de las teorías promovidas por Viciovirtus. Evidentemente, tratándose del ruidoso bardo de la aldea, las cosas acaban mal.

También nos encontramos algunos giros de guion sorprendentes en la trama, como el viaje que Astérix, Obélix y un hundido jefe Abraracúrcix realizan a una Lutecia que estrena un muy peculiar precedente del Tren de Alta Velocidad. «Es algo que tenía en mente desde el principio, cuando encontré la historia: que hubiera un cambio a mitad del relato», apunta Fabcaro quien se descarta como guionista de la siguiente entrega de Astérix.