Cine

Cine

Belén Rueda: «La muerte en el cine se ha frivolizado mucho»

Ya se puede hablar de la actriz madrileña como la nueva musa española del género de terror. Desde que rodara «El orfanato» su carrera ha ido ligada a un miedo que aborda de nuevo con «El pacto»

Cuenta Belén Rueda que aceptó su papel en «El pacto», el debut en el largometraje de David Victori, sin leer el guión
Cuenta Belén Rueda que aceptó su papel en «El pacto», el debut en el largometraje de David Victori, sin leer el guiónlarazon

Ya se puede hablar de la actriz madrileña como la nueva musa española del género de terror. Desde que rodara «El orfanato» su carrera ha ido ligada a un miedo que aborda de nuevo con «El pacto».

¿Pactar con el Diablo? De entrada no es algo a lo que dijéramos que sí. Pero, ¿y si haciéndolo pudiésemos salvar la vida de nuestra hija? Esa es la tesitura en que «El pacto», debut en el largometraje de David Victori, coloca a una madre interpretada por Belén Rueda. La actriz regresa al género de terror psicológico que tantas alegrías le ha dado desde «El orfanato» colocando al espectador en una posición incómoda en su asiento al ver cómo esta madre se entrampa en sus negociaciones con el más allá.

–Otra de miedo... Y ya van no sé cuántas...

–En este caso es la primera vez que le digo que sí a un proyecto sin leer el guión. Porque sabía que estos productores, con los que venía de trabajar en «El cuaderno de Sara» no eligen a cualquiera. Y después de ver sus cortometrajes me di cuenta de que el universo de David Victori es muy especial, tiene una visión diferente a la hora de contar las historias.

–Pero, ¿por qué esa predilección por el thriller sobrenatural en su carrera?

–No sé. Cuando leo por primera vez un guión veo una historia de personas reales, no la transformo en género. En mi primera lectura intento ver si tiene algo que aportar. Los códigos del género los tengo ya bastante interiorizados, a diferencia de otros. Por ejemplo, hace un tiempo dije que quería hacer comedia y me llegaron muchos guiones, pero no me gustaba ninguno. Y es que los guiones hay que saber visualizarlos y con el género sí puedo hacerlo.

–¿Le interesa desde el punto de vista de espectadora?

–El thriller y el suspense siempre me han vuelto loca. En su día tenía colecciones de Hitchcock o de David Lynch. Siempre me ha gustado. El terror me costaba más porque me da miedo. Por ejemplo, solo cuando empecé a hacer «El orfanato» conseguí ver entera «El resplandor».

–¿Es posible pasar miedo durante el rodaje de una cinta de terror?

–Miedo no, pero sí tener una sensación extraña en algunos momentos. Sentir algo amenazante, sobre todo si sabes la historia del lugar en el que estás rodando, como me sucedió con «No dormirás», que transcurría en un antiguo orfanato en el que habían encontrado una fosa común con 800 bebés. El terror está en la imaginación pero cuando hay un pasado que conoces y es una realidad la imaginación se dispara y el dolor se mezcla con lo desconocido. Si te quedas solo en esos lugares te sugestionas y escuchas cosas.

–¿Cree en los pactos con el Diablo?

–Los ritos, las sectas... Todo eso es una realidad. Se usan drogas que provocan en tu cerebro un tipo de reacciones que se viven como reales, se producen miedos reales aunque no sea verdad lo que sientes.

–En esta película, más allá del pacto demoníaco que encontramos, existe una reacción humana muy natural y extendida: el miedo a lo inevitable, la no aceptación de la muerte de un ser querido.

–Aquí hay varias premisas a las que todos responderíamos sí. Para empezar, si serías capaz de hacer cualquier cosa por salvar a tu hijo. Todos diríamos que sí. Pero en este caso vamos más allá y nos preguntamos qué harías si tuvieras que privar de vida a otra persona para salvar a tu hijo. «El pacto» no se queda solo en esa decisión, sino que muestra que cuando decides hacerlo tiene unas consecuencias que no te dejan ser feliz con tu hija al lado viva, por la culpa, que te impide vivir con naturalidad y alegría.

–Un precio muy alto que pagar por detener el curso de la vida.

–Le hemos dado mucha vuelta con David y los productores. Creo que se ha frivolizado mucho en el cine el tema de la muerte. Como con los superhéroes, que solo empatizamos con ellos cuando se vuelven mortales. Aquí venimos a decir que no es tan fácil tomar una decisión de este tipo y cambiar el curso de la vida, hacer todo para evitar una enfermedad.

–El Diablo está presente y a la vez ausente a lo largo de la cinta.

–No se concreta en nada. David ha usado iconos como la araña albina y la telaraña. No es un mal concreto, sino una sensación, como la angustia de quedar atrapado en algo. Eso es algo que tenemos en el subconsciente, y hace que la película te produzca angustia.

–El hecho de que la protagonista sea una madre (el padre es un secundario), ¿tiene relevancia por aquello del mayor apego que se le presupone a ellas con sus hijos?

–Discrepo. Clara en la cinta tiene 17 años, una edad en la que guarda más relación con el padre, no como cuando son pequeños, que mantienen como una especie de cordón umbilical aún con la madre. Lo que hace interesante a esta mujer es también la aproximación al personaje: ella es abogada de oficio, imparte justicia, pero el espectador la juzga por lo que hace. Además, todos esconden algo en la película, como la niña, que no tiene una adolescencia extrovertida. David decía que ella se da cuenta de que no debería estar viva.

–En cualquier caso, el hecho de que sea una hija y no un padre quien esté al borde de la muerte hace que el dramatismo sea mayor.

–Claro, no es natural. Por eso estás dispuesta a todo. Es una realidad. Lo digo por experiencia. Cuando todas las opciones razonables para poder salvar a tu hijo se terminan estás dispuesto a creer en cosas que no has creído en tu vida, a caer en lo irracional, buscas un cambio del curso de la vida.