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El Cervantes advierte de que en el Congreso las diputadas hablan y se les escucha menos que a los varones

El anuario del español que publica esta institución llama la atención en un estudio, realizado entre 2000 y 2016, sobre «la falta de escucha de la voz femenina» en la Cámara Baja y alerta de la dificultad de los usuarios para comprender el lenguaje de la administración
El Congreso empezará en noviembre a revisar las actividades privadas de los diputados, tres meses después de su elección
El Congreso de los DiputadosEUROPAPRESS

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El anuario del Instituto Cervantes ha puesto sobre la mesa algunos datos relevantes, más allá de que el español ha alcanzado los 600 millones de hablantes (500 de ellos tienen el castellano como lengua nativa) y que en este momento es el segundo idioma de comunicación más hablado en el mundo.
Uno de los capítulos, el dedicado al lenguaje administrativo, revela, no obstante, puntos interesantes, por ejemplo, que el 61 por ciento de los españoles ha abandonado algún procedimiento digital porque no entiende los pasos que tiene que dar para el cumplimiento del formulario debido a cómo está redactado y también subraya la dificultad para comprender las expresiones y los términos usados en el documento; que el 97 por ciento de las solicitudes para pedir una beca no cumple los requisitos estándares de lenguaje claro y que el 85 por ciento de las personas encuestadas reconoce que la comunicación por parte de los jueces y los fiscales es incomprensible.
Otros de los asuntos que remarca es que «el lenguaje de la burocracia parece rehuir las palabras de la lengua común» y que se enroca en vocablos de difícil entendimiento para muchos. De hecho, términos como «ordenanza», «recurso» y «alegación» hunden a muchos usuarios en serios problemas. A lo que hay que sumar que parte de los responsables que atienden en la administración desde el otro lado de la ventanilla recurren a una lengua tan especializada que supone un serio obstáculo para más de uno. Algunos de los ejemplos que se exponen son bastante ilustrativos sobre problema que se intenta destacar: «Cuantía de productos vinícolas» cuando se refiere a «botellas de vino» o «incurrir en hallazgo» en vez de «encontrar».
Otro de los problemas sobre los que se quiere llamar la atención es que «los textos que elabora la administración impactan directamente sobre su entorno» y que «los ciudadanos somos el eslabón débil y subordinado, vulnerable y dependiente» en esta dialéctica. Por eso «la sensación de desvalimiento que a menudo atenaza a las personas cuando se ven obligadas a interactuar con la administración las lleva a buscar valedores que las representen, ya sean abogados, procuradores, asesores fiscales o familiares que han estudiado derecho».
Este informe descubre que «el 78 por ciento del total de los textos analizados no son claros; el 85 por ciento de los trámites habituales, como inscripción de nacimiento o la solicitud del DNI, son difíciles de entender y que el 82 por ciento de los textos administrativos analizados relacionados con el empleo presentan dificultades para su cómoda comprensión».
Pero si algo resulta llamativo es lo que señala en relación al lenguaje inclusivo. Según Estrella Montolío, catedrática de Lengua Española de la Universidad de Barcelona, el intento del desdoblamiento «partía de un deseo legítimo de visualizar a las mujeres», pero reconocía durante la presentación de este anuario que en los documentos jurídicos «es muy difícil llevarlo a cabo».
Ella misma comentaba que «la paridad representativa entre hombres y mujeres se había alcanzado en el Congreso de los Diputados». Aunque llamaba la atención sobre la conclusión que arroja un estudio realizado entre 2000 y 2016: «Las mujeres no hablan tanto como los varones; hablan menos tiempo y sus intervenciones son más breves. Cuando ellas toman la palabra, muchos aprovechan para desatender lo que dicen, consultar sus móviles y tabletas. De algún modo se pone de manifiesto la falta de escucha de la voz femenina en este ámbito. Es como si no tuviera suficiente autoridad».
Esta conclusión está apoyada en bastantes estudios y afirma que «una representación numérica igualitaria en el Parlamento no garantiza la igualdad en producción discursiva, por lo que poner el foco estrictamente en la igualdad numérica puede ocultar desigualdades comunicativas que persisten en las instituciones».
Estos análisis también demuestran «que hay que pasar por doscientas noticias relacionadas con hombres profesionales para encontrar una donde la protagonista es una mujer profesional». Y detalla que a los hombres se les «retuitea diez veces más que a las mujeres y que las publicaciones firmadas por hombres son consultadas más que las que están firmadas por mujeres».