“Thor: Love and Thunder”: el buen querer según Taika Waititi
El director neozelandés vuelve al panteón nórdico con una aventura desmedida sobre la capacidad de amar de los superhéroes con Christian Bale como villano trágico
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Es el hombre de moda en el planeta cine. Y lo sabe. “Me gusta escuchar que a la gente le ha gustado una película mía, no soy de piedra, pero ya está. Sobre todo, si viene desde la audiencia, porque esos son los críticos que me importan. Lo que no entiendo, y todavía me cuesta comprender, es por qué alguien perdería su tiempo en escribir una crítica extremadamente negativa sobre mi trabajo. ¿Qué ganan? No le veo sentido, pero como mis películas son buenísimas no suelo tener ese problema. ¿No te gusta mi película? Probablemente seas imbécil, mi película es la hostia”, canta en clave de Mi el director Taika Waititi (Nueva Zelanda, 1975) a LA RAZÓN y desde Londres, donde presentó su nueva película. “Thor: Love and Thunder”, que se estrena hoy como una de las películas más esperadas del año, es la segunda firma del realizador para Marvel y también su segunda aventura de la mano de Thor tras la exitosa “Ragnarok”, que consiguió amasar hasta 850 millones de dólares en todo el mundo. Con “Next Goal Wins” ya en postproducción, la adaptación de “El Incal” de Jorodowski en camino y una carta blanca para contar lo que le de la real gana en el universo “Star Wars” en un futuro proyecto, Waititi no piensa parar.
Un dios humano
Cinco años, una pandemia y una depresión que le llegó hasta a poner barriga al dios nórdico después, Waititi plantea en “Thor: Love and Thunder” una especie de libro del buen amor sobre la humanidad dentro de la deidad. Como mirando a la hamartia una vez más —casi leitmotiv cuando se trata del modelado del neozelandés para con el hijo de Odín—, la película enfrenta al personaje al que pone apolíneo rostro Chris Hemsworth a la reaparición de su expareja, la doctora Jane Foster. Tras una dura negociación lejos de las cámaras, Natalie Portman regresa así al
Universo Cinematográfico Marvel y, además, lo hace blandiendo a Mjölnir, el mítico martillo de Thor que, por razones que van más allá de la lógica de “spoilers” que exigen estas líneas, le otorga los mismos poderes que tiene el dios del trueno. “Quería llevarme al personaje de Thor hasta un lugar inexplorado, hacia donde nadie le había llevado. Desde “Endgame”, cuando le vimos pasado de peso, siento que el personaje estaba un poco perdido y había que entrar en lo multidimensional que es. Así que me pregunté quién es Thor, ¿un héroe? ¿Por qué siempre tiene que ser el héroe? ¿Cómo podemos acercarle a nuestra realidad humana, pese a ser un Dios? Dándole una crisis de mediana edad”, explica divertido Waititi.
Entre dudas, la breve aparición de los Guardianes de la Galaxia de Chris Pratt y mucho humor —quizá demasiado, en un filme más cerca de la “sit-com” que de la épica—, “Thor: Love and Thunder” es una película de acercamientos positivos: al duelo, a la enfermedad y también al amor, con un tratamiento pocas veces visto en una película de Disney respecto a las relaciones románticas entre personas del mismo sexo. “Que se jodan, panda de perdedores” interrumpe Waititi la pregunta sobre países como Arabia Saudí o Catar, en los que no se verá su película, y añade: “Tenemos que seguir intentándolo. Esta película está hecha con todo el amor del mundo hacia la comunidad queer. Queríamos que la gente, en su diversidad, se sintiera vista, representada, pero era absurdo poner a Thor diciendo: “Ser gay está guay”. Se sentiría forzado. Mi forma de afrontarlo, creo, es con mucha más clase porque nadie habla explícitamente de ello en la película. Toda la historia tiene lugar en una realidad en la que no es algo noticioso, simplemente es. ¿Un mundo demasiado idealista? Puede ser, pero era la forma más natural en la que me salía expresar que la sexualidad no es un problema, sino algo a celebrar. No podemos conformarnos con migajas. Toda representación de la diversidad sexual es poca”, opina convencido el neozelandés.
Pistolas y rosas
Entre martillos varios, Waititi y su colección de cosas bonitas, la villanía de “Thor: Love and Thunder” corre a cargo de Christian Bale, que vuelve al mundo de los superhéroes tras la trilogía de Batman que construyó junto a Christopher Nolan. El ganador del Oscar por “The Fighter” es aquí Gorr, un padre al que la muerte de su hija carga de ira y venganza contra los dioses por su abandono. Con su necroespada, el siguiente objetivo será Thor: “Es un hombre brillante. Es un puto genio. Cuando le ves dedicado a su oficio, a su artesanía… es complicado no rendirse. Siempre fue nuestra primera opción, y se convirtió en la única porque aceptó relativamente rápido. No podría haber sido más feliz dirigiéndole”, completa un Waititi que, más allá de lo argumental, sabe sacarle brillo a un musculoso diseño de producción. Al colorido habitual de sus películas, el neozelandés suma ahora las canciones de los Guns’N’Roses, omnipresentes en todo el (contenido) metraje: “Conseguir las canciones no fue muy difícil. Fue mucho más complicado lograr que Led Zeppelin nos dejara “Immigrant Song” para “Thor: Ragnarok”. Creo que les enseñamos algunos clips de rodaje y les pedimos cuatro canciones, pero no hubo muchas más conversaciones. Supongo que, simplemente, les pagamos lo que querían. A veces en Hollywood es tan sencillo como eso, pagarle a la gente y prometerle que vas a mimar a sus hijos”, se despide, como siempre entre la broma y la más absoluta genialidad.
-¿Cómo es su relación con Kevin Feige? Incluso usted, ya con ciertos poderes creativos, tiene que incluir en la película los elementos correspondientes al Universo Cinematográfico de Marvel y a su continuidad…
-En esta ocasión ha sido bastante complejo, porque la película se ha escrito y reescrito muchas veces. E incluso en postproducción hemos seguido escribiendo. Puedo decir que al menos un cuarto de esta película, de lo que vemos, se ha rodado en anexos (“pick-ups”) y escenas adicionales. Es decir, mucho más allá de lo que en principio íbamos a filmar. Hay muchísimos cambios respecto a nuestra idea original. Pero es porque también, rodando, nos íbamos dando cuenta de qué pedía la historia y, sobre todo, qué no pedía. Lo importante, cuando trabajas en proyectos así, es no perder de vista el sentimiento, la sensación primigenia. ¿Qué quería? Hacer una película de aventuras sobre el amor que terminara de forma emotiva, y eso es exactamente lo que hemos hecho. Aun con todos los pasos intermedios.
-¿Cómo fue el proceso de escritura de guion? Aquí usted trabajó con Jennifer Kaytin Robinson, que venía de hacer un gran trabajo en “Hawkeye”…
-Totalmente, es una guionista maravillosa. Se sumó desde el equipo de Marvel como en el tercer o cuarto borrador, cuando estábamos a unas semanas de marcharnos a Australia para las últimas localizaciones, a punto de rodar. Ha sido un trabajo muy colaborativo, incluso escribiendo ya en el set de rodaje, pero lo he agradecido.
-Aunque se trate de un estreno mundial, apadrinado por Disney, ¿sigue dando miedo llevar una película a las salas?
-Es el momento perfecto, no hay vuelta atrás. Llevamos dos años atrapados en casas, en nuestros mundos mínimos, por lo que salir e ir al cine se ha convertido en una puerta de escape perfecta. El planeta, ahora mismo, está hecho mierda, así que ver una película así en la gran pantalla es todavía mejor para evadirse. En un mundo lleno de depresión y tristeza, mi intención era hacer una película que celebrara el amor y la vida, un antídoto contra lo malo.
-¿Volvería a trabajar con el personaje de Thor o considera ese trabajo como ya hecho?
-Siempre estaré encantado de volver a trabajar con el personaje de Thor o con Marvel. Eso sí, tendría que ser en una circunstancia en la que tanto yo como Chris Hemsworth estemos contentos con la historia. Solo lo haría con él a bordo.