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Júlia de Paz Solvas, “harta” de la violencia machista

La directora de “Ama” baja la cámara a la altura de las hijas y los hijos de padres maltratadores en un corto protagonizado por Julián Villagrán, Carmela Poch y la joven Anna Caponnetto
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  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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No asistimos como espectadores al impacto emocional de la violencia explícita, a la trascendencia moral del golpe, a la estupefacción que genera un cuerpo maltratado o a la furia inmediata provocada por la contemplación de una agresión física, pero a lo largo de los 22 minutos que dura “Harta”, el nuevo corto de la directora catalana Júlia de Paz Solvas recientemente preseleccionado para formar parte de la categoría de mejor cortometraje de ficción en los Goya de este año, los silencios, los gestos y la palabra –o la manipulación que de ella se hace cuando el ataque es soterrado y no directo– adquieren una dimensión mucho más hiriente que el puñetazo.
No hace falta ver a la madre de la joven Carmela (interpretada por una impactante Anna Caponnetto, quien a pesar de su juventud todavía reblandecida consiguió el premio a mejor actriz en festival Alcine-Alcalá de Henares por su papel aquí) con un ojo morado, para revolvernos en la orilla del asiento al escuchar cómo su ex marido se refiere a ella como “la hija de puta esta” y pregunta amenazante a su hija nada más salir del centro familiar que media las visitas entre ambos –al pesar sobre sus hombros una sentencia interpuesta por violencia de género– si le han comido el coco para que no quiera estar con él, durante el tiempo de encuentro que les corresponde.
“Inicialmente planteamos este corto como una película, pero al tratarse de un tema tan sensible, crudo y complejo que nos afectaba tanto a Núria Dunjó, la guionista, como a mí al ser mujeres, que hemos sufrido o podemos sufrir violencias de todo tipo diariamente, quisimos probar primero con el corto para ver si nos sentíamos cómodas con el tratamiento del tema”, afirma en conversación telefónica con el periódico mientras se prepara para la proyección del corto en los Premios Gaudí la también directora de “Ama”, película marcadamente social que reflexiona sobre las diferentes formas de interiorizar la maternidad y la aspereza lícita que brota en determinadas ocasiones entre madres e hijas que tuvo una gran acogida en el pasado Festival de Málaga, cuyo proceso de desarrollo creativo se asemeja bastante al de “Harta”, que actualmente se encuentra en proceso de conversión en largometraje: ambas nacieron con forma de corto para más tarde transformarse en largo.
Igual que pasaba en “Playground”, ese descomunal y sensibilísimo retrato de la complejidad que entrañan las situaciones de bullying en los colegios dirigido por Laura Wandel, la cámara se baja en esta ocasión a la altura de los niños –en este caso de una adolescente–, se sitúa horizontalmente frente a sus ojos y detrás de su nuca para intentar descifrar el lenguaje de sus miedos y comprender desde el alejamiento consciente del adultismo los procesos de sufrimiento indecibles por los que pasan las hijas y los hijos de padres maltratadores. “Quería que el espectador vaya con Carmela, que el conflicto se contara desde su experiencia, que es precisamente lo que no estamos acostumbrados a ver: el niño o la niña puede hablar, puede tener su discurso, su opinión. Buscábamos darle ese espacio, que ocupara todo el plano”, se despide la cineasta. Y lo ocupa tanto y tan fuerte, que casi se puede sentir físicamente el temblor de sus manos al descolgar el móvil para pedir ayuda. Aunque incomprensiblemente todavía muchas llamadas sigan sin escucharse a tiempo.