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Festival de Málaga

“Ama”: Júlia de Paz contra la pornografía emocional

Después de la obra colectiva «La filla d’algú», la joven realizadora dirige a Tamara Casellas en un debut y drama social con aroma a Biznaga

En "Ama", Tamara Casellas (derecha) es una madre que se ve forzada a recorrer las calles de Alicante con su hija
En "Ama", Tamara Casellas (derecha) es una madre que se ve forzada a recorrer las calles de Alicante con su hijaLA DALIA FILMS

Hace ya un lustro, Juan Miguel del Castillo enamoró a público y jurado del Festival de Málaga con su «Techo y comida», una revisión de la maternidad en clave paupérrima que, además de presentar la candidatura de Natalia de Molina al estrellato patrio, se apoyaba en la sucesión de tragedias para que la chicuelina terminara en catarsis. Como si de una réplica se tratara, aunque involuntaria y con más destreza a la hora de retorcer capote, Júlia de Paz se ha desvelado como la «tapada» de la Sección Oficial de la edición de este año con su «Ama», en la que dirige a Tamara Casellas en una huida hacia adelante con la responsabilidad de una hija como muleta.

«Desde que concebimos la película, en ningún momento nos planteamos cuándo empatizas y cuándo no, porque eso parte del propio viaje del espectador», explica abrumada la directora por el recibimiento de su filme, subida a lo más alto del hotel que acoge las entrevistas. Y sigue: «Tú quizá has empatizado con momentos en los que otra persona no, y esa es la magia. Es como si supiésemos de la vida de alguien a quien solo hemos visto por la calle», añade.

La cineasta Julia de Paz tras presentar su película "Ama" en la Sección Oficial a concurso en el XXIV Festival de Cine en Español de Málaga. EFE/Carlos Díaz
La cineasta Julia de Paz tras presentar su película "Ama" en la Sección Oficial a concurso en el XXIV Festival de Cine en Español de Málaga. EFE/Carlos DíazCarlos Diaz MartinEFE

La etiqueta del cine social

A la vera de la debutante, cuya experiencia en la dirección se limitaba hasta ahora a su participación en el colectivo que nos dio «La filla d’algú» (2019) y al corto que precede a esta película, la actriz protagonista se une a la conversación: «Es un papel que amé desde el principio, desde que leí el guion. Aunque sea un personaje al que se va a juzgar e incluso pueda caer mal, me inspiró siempre mucha ternura. Encontré su punto de inflexión, su punto débil, que es lo que el espectador va a valorar luego», confiesa Casellas, entendiendo perfectamente el eje de transgresión de la película, que no juega a enfatizar la mala suerte de su protagonista ni a dotarla de un marco teórico que justifique sus decisiones irracionales, si no que se erige como un ojo omnisciente que sí, es cine social, pero tiene más que ver con la desaparición intencionada del director que practican figuras como Jane Campion o Sean Baker y menos con las parrafadas de paseíllo de «popes» como Ken Loach.

Así lo entiende también de Paz: «Nuria (Dunjó), la guionista, y yo nos poníamos del lado del espectador, y no nos gusta nada el cine este de pornografía emocional. En absoluto. Al salirte un poco de la película, puedes decidir qué quieres y qué no quieres ver, y poner límites a ese sufrimiento, o no, que ves en pantalla», explica con vehemencia antes de que Casellas, que lleva casi cinco años ligada al proyecto, valore la experiencia global: «Júlia me enseñó a mirar no a la cámara, si no al corazón del objetivo. Y a darme el espacio, el tiempo y la confianza de que lo que hago sirve. Es complicado encontrar a un director que deje a los actores pensar como seres inteligentes que somos, así que he aprendido mucho, también sobre feminismo», remata.

Después un rodaje entre el paseo marítimo de Alicante y el centro de Sevilla que se tuvo que detener por la explosión de la pandemia, directora y actriz comienzan ahora un viaje de exhibición con aroma a Biznaga —al menos en lo interpretativo—, que también deben a Leire Marín, la hija de Casellas en la ficción y la única concesión a la ternura del filme: «Estuvimos casi cuatro meses viendo películas de dibujos en su casa y hablando con sus padres. Todo lo que se ve en la película es genuino, porque conseguimos crear un vínculo muy especial», se despide la actriz justo antes de recibir otra felicitación por un trabajo de inapelable puerta grande.