Estreno

Crítica de “La emperatriz rebelde”: Sissí ya no vive aquí ★★★★☆

Vicky Krieps en "La emperatriz rebelde"
Vicky Krieps en "La emperatriz rebelde"ImdbImdb

Dirección y guion: Marie Kreutzer. Intérpretes: Vicky Krieps, Florian Teichtmeister, Colin Morgan, Aaron Friesz. Austria, 2022. Duración: 113 minutos. Biopic.

El cine contemporáneo tiene el poder de reescribir la Historia. Es su modo de reaccionar contra los registros de lo real, los relatos de los vencedores y los vencidos, la nostalgia perpetua por tiempos que, en su opulencia, parecieron mejores. Es su modo de desmontar las figuraciones míticas de la oficialidad, bordadas en letras de oro en los libros de texto. Hitler, pues, no murió en su bunker. Charles Manson no mató a Sharon Tate. Elizabeth de Austria nunca fue Sissi, nunca protagonizó una novela rosa en forma de elegía patriótica, nunca fue Romy Schneider. Aquí se trata, pues, de algo parecido a lo que hizo Sofia Coppola en “María Antonieta”, no un ‘biopic’ al uso sino “una biografía de los afectos”, en este caso haciendo relevante, desde la perspectiva crítica de una mirada contemporánea, el papel de la mujer en las esferas de poder dominadas por el patriarcado.

Así las cosas, la emperatriz de Marie Kreutzer y Vicky Krieps (también en calidad de productora e impulsora del proyecto) es una mujer indómita, ingobernable, que tiene sus propias opiniones políticas (silenciadas por su marido); que conserva una relación conflictiva con su propia imagen, siempre sometida al escrutinio público; que no soporta envejecer, porque piensa que la vida se le escapa; que se siente próxima a los enfermos y a los locos, ella misma al borde de la depresión; que, en fin, quiere ser independiente en un escenario que solo le exige representar orden y felicidad.

En “La emperatriz rebelde” Kreutzer llega a la conclusión de que Elizabeth solo puede ser libre autodestruyéndose, aunque en ese singular proceso de empoderamiento esclavice o ignore los afectos de las mujeres a las que ama. Es ese proceso el que problematiza y hace complejo su acercamiento al personaje, al que Vicky Krieps interpreta con una mezcla de determinación, abandono e inteligencia verdaderamente admirables. Es ese proceso -y la repentina intrusión del cine y la heroína en su camino- el que conjuga en presente a Elizabeth de una manera productiva, y no tanto algunos de los anacronismos desperdigados, un tanto arbitrarios -la música de Camille, el “As Tears Go By”, de Marianne Faithfull, esas puertas que se abren como las de la salida de emergencia de un museo-, que aparecen a lo largo del metraje.

Lo mejor

Vicky Krieps, siempre, y la manera en que se reescribe el personaje -y con él, el género del ‘biopic’- desde una perspectiva contemporánea.

Lo peor

Algunos anacronismos aparecen metidos con calzador.