Alfredo Landa: «Me he despelotado del todo»
Presenta su biografía «Alfredo el Grande» (Aguilar), escrita por Marcos Ordóñez.
- Grande ha sido el escándalo que ha organizado...
-¿Sí? Pues no me he enterado. De cualquier forma, que haya ruido es una feliz consecuencia.
-¿Se lo esperaba?
-No. Pero puestos a contar, hay que contarlo todo. Soy sincero genéticamente. Soy un actor que no sabe mentir.
-He oído decir: «Yo no me esperaba esto de Landa...».
-No me he metido con nadie, no he dicho nada penoso de nadie. Pero si la verdad escandaliza... Parece que nada molesta más que la verdad.
-Nos tenía mal acostumbrados: siempre ha hablado bien de todo el mundo...
-Y lo sigo haciendo. Decir la verdad no es hablar mal de nadie. Es contar la realidad. Y la realidad es como es.
-¿Tiene la impresión de que ha largado demasiado?
-No, en absoluto.
-¿Se ha quedado a gusto? -Sí, muy a gusto. El libro está tan bien escrito, Marcos me ha interpretado tan bien, que leyéndolo me he creído que lo había escrito yo.
-No sé si le apetece hacer alguna autocrítica...
-Ninguna. En todo caso me aplaudiría por mi sinceridad.
-¿Se arrepiente de algo de lo contado?
-De nada. Y lo he contado todo. Me he despelotado del todo.
-Le ofrezco una línea para pedir perdón a alguien...
-Gracias, pero no quiero rectificar nada. No quiero pedir perdón porque no tengo de qué arrepentirme. Nunca he querido ofender. Mi palabra preferida, mi lema, es respeto.
-¿Tiene la impresión de que este país se escandaliza por nada?
-Quiere escandalizarse por nada, necesita escandalizarse por nada. Siempre andamos buscándole cinco pies al gato.
-Usted, tan de derechas, tan católico, y hablando de camas redondas...
-¿Por qué no? Conté esa anécdota con normalidad; la he comentado a veces con Amparo Soler Leal y nos hemos reído. No hay morbo, es una anécdota.
-Llama a López Vázquez «robapapeles»...
-Porque lo es. Estuvimos dos años sin hablarnos, y si le pillo en esos dos años, le parto la cara. Luego se me pasó. Él me pidió disculpas y se acabó.
-Usted hace los mejores martinis del mundo. ¿Va a invitar a una ronda a todos los compañeros a los que ha cabreado?
-Ni hablar. No tienen por qué ofenderse. ¿He mentido? No. Todo está dicho con afecto, y si no lo entienden así, peor para ellos.
-Quizá haya cambiado desde que pasó el trance del cáncer de colon...
-No soy más arrojado ni me importa todo menos. Soy el mismo de antes.
-Reconoce que tiene un pronto muy fuerte...
-Soy tendente al cabreo, y para mí eso es bueno. No me gustan los tipos que no se cabrean y que no toman copas con los amigos. Nunca me ha fallado.
-Podríamos decir que éstas son las memorias de un cascarrabias, ¿no?
-Sí. Es lo que soy. No son unas memorias meditadas. Quien mucho medita acaba mintiendo.
-Y si encima es un espíritu zen, no le digo nada...