"Bienvenidos al barrio": Más anonimato y menos discriminación
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Tatuajes, droga, gorras, marcas falsificadas, pobreza, violencia, desorden, chantajes y diversidad de culturas. Así es, vista desde lejos, La Courneuve. Pero, ¿qué hay más allá? Cuando conoces algo desde cerca, en primera persona, los estereotipos se caen derrumbados por la misma realidad. Por ello, hay que arriesgarse a saber más, y eso es lo que hacen los empleados de Happy Few, una empresa de comunicación que debe cambiar su ubicación –antes en el centro de París– a un barrio en las afueras cuya fama no atrae a nadie. Todo comienza cuando Fred Bartel (Gilles Lellouche), el carismático jefe de la entidad, recibe un toque de atención fiscal al descubrirse que la localización de la empresa, en lugar de estar en el centro de la ciudad bañada por el Sena donde tienen su oficina, está supuestamente ubicada en La Courneuve, con el objetivo de obtener ayuda y eximir algunos impuestos.
El director de «Bienvenidos al barrio», Mohamed Hamidi, presenta una cinta en la que los empleados tendrán que trabajar codo con codo con unas personas cuyas apariencias engañan. «No es tanto una película sobre las diferencias sociales», apunta el cineasta, explicando que aborda otros dos temas con el humor como vía de escape. Por un lado, «el político, aquello que tratan de hacer las autoridades para mejorar la situación de los barrios franceses, así como para luchar contra la discriminación y evitar que las empresas burlen estas decisiones». Y, una vez reubicada Happy Few a las afueras de París, la cinta se enfoca en el encuentro entre unos franceses de la capital y personas de diversos orígenes y culturas.
A lo largo del filme, el día a día en el trabajo ofrece a los empleados una oportunidad –que aprovechan– para llevarse bien con sus nuevos compañeros, a pesar de que las primeras impresiones no auguraban lo mismo. «En Francia se creó la iniciativa del currículum anónimo», recuerda Hamidi, explicando que, aunque no tuvo gran resultado, «al obligar a las empresas a leer los currículum sin nombres ni direcciones tendían a convocar más a menudo a gente que procedían de barrios problemáticos». Con esto y a través de la cinta, el cineasta pretende denunciar la ignorancia y recordar que «el 90% de esta gente, o más incluso, van al colegio, al instituto... pero la discriminación solo fomenta la pobreza, en lugar de contribuir a solucionarla».
Inmigración y populismo
Los orígenes de Hamidi son «producto de la inmigración que hubo entre los años 50, 60 y 70», explica, ya que sus padres, argelinos, llegaron a Francia en aquella época. Para el cineasta, evitar la discriminación conllevaba una responsabilidad doble, pues «ni mis padres ni los franceses hicieron demasiado esfuerzo para integrarse». Actualmente, explica, la situación es «todavía más dramática», pues, habiendo aún confrontación entre Francia y su inmigración, a esto se le suma «la subida del populismo, en cuyo principal concurso –continúa el director– se aprovechan de las tensiones entre la gente en una Francia que está en crisis».