DiCaprio quiere ser Putin
Un canal ruso confirma que el actor de «El renacido», cuya abuela nació en San Pertersburgo, interpretará al presidente ruso desde sus tiempos en la KGB.
Un canal ruso confirma que el actor de «El renacido», cuya abuela nació en San Pertersburgo, interpretará al presidente ruso desde sus tiempos en la KGB.
Lo que comenzó como un chascarrillo, que Leonardo DiCaprio puediese interpretar a Putin en la gran pantalla, va camino de convertirse en realidad. El actor había dejado la puerta abierta en unas declaraciones recientes al diario alemán Welt am Sonntag: «Me encantaría interpretar a Putin, sería muy pero que muy interesante, fascinante para un actor». Y al parecer el actor (que está lanzado en los Oscar con «El renacido», cinta que lidera la taquilla rusa) no iba de farol.
El canal Dozhd adelantó ayer que el actor se habría comprometido ya con el proyecto, extremo no confirmado por la productora Knights Bridge Entertainment, que sí reconoce que la idea está avanzada. Su portavoz, Valeri Saarian, comentó que en breve se dará el visto bueno a la última versión del guión, un thriller político titulado «Putin» cuyo rodaje comenzaría este mismo año. «De oficial del KGB a primer ministro y presidente. Hombre-mito. Una visión de la vida personal y de la carrera de una de las personas más influyentes del mundo», comentó en referencia al argumento.
Sin influencias
El guión ha tenido tres padres y, según Saarian, no ha habido influencias políticas. «Es una película de ficción que no necesita ser acordada con nadie, por lo tanto no hemos hablado con Putin, aunque sí obligamos a revisar todo a los juristas de nuestra compañía», explicó Saarian, que no reveló el nombre del director, aunque aseguró que es «por todos conocido». Se rodará a caballo entre EEUU, Rusia y Europa, y esperan estrenarla en la primera mitad de 2017.
La cinta promete polémica dado el personaje, principal antagonista de la política exterior estadounidense. Este nuevo proyecto de DiCaprio puede sorprender a simple vista pero no es casual. En varias ocasiones se ha definido como «medio ruso», en referencia al origen de su abuela materna, Yelena Smirnova. Visitó el país en noviembre de 2010, un viaje accidentado, pues su avión desde Los Angeles realizó un aterrizaje de emergencia en Nueva York por la pérdida de un motor y otro en Helsinki por fuertes turbulencias. Al parecer, el actor mantuvo la calma y la compostura durante ambos incidentes. «Es un hombre de verdad», le piropeó Putin a su llegada a Rusia. «Cualquiera con menos gallardía habría cancelado la visita, habría visto el percance como una señal para no viajar, él en cambio se subió a otro avión, uno pequeño y privado, y prosiguió su travesía», comentó el político. El motivo de su viaje no era la promoción de una película sino la cumbre mundial del tigre, en San Petersburgo. Donó un millón de dólares para la causa y se reunió con Putin, con el que según explicó después sólo trató de animales, nada de política. El líder ruso le dijo: «Mañana podrás visitar la ciudad y sentirte orgulloso de tus orígenes».
DiCaprio afirmó en esa reciente entrevista su interés por interpretar personajes históricos rusos. No sólo mencionó a Putin, sino también a Lenin. El estudio Lenfilm de San Petersburgo recogió el guante y sugirió públicamente estudiar el proyecto, lo que despertó las iras del Partido Comunista ruso, poco amigo de los americanos en general, menos para encarnar al fundador de la URSS. «Estamos indignados, DiCaprio no tiene base moral para interpretar a Lenin. Que encuentren a un ruso, ¿acaso no tenemos buenos actores?», espetó Serguéi Malinkovich, del comité central del partido, segunda fuerza política del país, que amenazó con protestas y acciones de desobediencia para boicotear el proyecto en caso de que salga adelante. «Para poder interpretar a Lenin primero debería vivir durante al menos un año en el destierro en Siberia para saber así por lo que pasó Vladimir Ilich», concluyó Malinkovich.
Unas declaraciones que no son excepción. Guennadi Ziugánov, líder del Partido Comunista, tachó el año pasado de «antipatriótica» «Leviatán», de Andréi Zviáguintsev, la película rusa de mayor repercusión internacional en la última década, ganadora de un Globo de Oro. Su proyección fue vetada en muchas salas comerciales y levantó un debate sobre la necesidad de que el Estado tenga voz y voto en el argumento de las cintas subvencionadas.