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«Joy»: El capitalismo, un culebrón

Dirección y guión: David O. Russell. Intérpretes: Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Bardley Cooper, Edgar Ramírez. EE UU, 2015. Duración: 123 min. Drama.

Jennifer Lawrence intenta sacar adelante a su familia en este «biopic» de la inventora de la «fregona milagrosa»
Jennifer Lawrence intenta sacar adelante a su familia en este «biopic» de la inventora de la «fregona milagrosa»larazon

No es casual que sea la imagen del rodaje de un culebrón protagonizado por mujeres tan desesperadas como guerreras la que inaugura «Joy». Aunque el punto de vista externo, omnisciente, que ofrece ese prólogo es un tanto problemático, David O. Russell lo utiliza mayormente para cubrirse las espaldas: la historia de «Joy», parece decirnos, no es más que un folletín para amas de casa de los suburbios, puro «white trash» de Nueva Jersey. Es una postura tan cínica como ambivalente, porque en algunos momentos, y gracias a la entregadísima interpretación de Jennifer Lawrence, da la impresión de que O. Russell admira a su heroína. El problema reside entonces en saber quién es Joy para el director de «The Fighter». ¿Es un modelo para los emprendedores que quieran perpetuar esa fantasía tan americana que nos vende que una buena idea siempre puede hacernos millonarios, aunque sea a costa de convertirnos en ídolos de teletienda? ¿O encarna la gran esperanza feminista para todas aquellas princesas domésticas que creen que aún pueden alzarse contra el patriarcado del capitalismo? La película parece quedarse con las dos opciones, como si le diera pereza descartar una. En algunos momentos su discurso no desentonaría en el congreso anual de una empresa de venta por catálogo. Joy, la inventora de la mopa supersónica, una fregona que deja tus suelos como los chorros del oro, lucha contra la adversidad haciendo de su ingenio, su esfuerzo y su optimismo sus armas arrojadizas. América siempre premia la nobleza de espíritu, sobre todo si está en juego la ascensión social y la visión de futuro. Poco importa que O. Russell adorne este relato de auge, caída y redención, que resulta esquemático y convencional, con sus familias tumultuosas, sus secundarios excéntricos y su tendencia al caos, características que describen igual de bien a «Joy» que a «The Fighter» y «El lado bueno de las cosas». Puro maquillaje. En otros, el cineasta parece ver en Joy una especie de Juana de Arco de las patentes imposibles, una Cenicienta que acabará tomando las riendas de su vida cortándose el pelo y poniéndose gafas de sol. Es curioso que O. Russell prefiera evitar toda historia de amor, como si la erótica del éxito fuera incompatible con el placer y los afectos fuera del entorno familiar. El feminismo de «Joy» es una decisión demográfica, como lo es que J.J. Abrams haya escogido como protagonista de su rutinario «reboot» de «Star Wars» a una veinteañera.