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cultura
Led Zeppelin: así es el esperado documental en el que rompen su silencio
Los tres supervivientes del grupo participan en el documental «Becoming Led Zeppelin» para contar cómo llegaron a ser una de las mejores bandas de todos los tiempos

Dieron forma a un culto moderno, a un nuevo lenguaje. Led Zeppelin elevaron el blues electrificado a una categoría superior y generaron en torno a sí un ejército fervoroso. La suya era una energía nunca vista, un idioma misterioso y amenazante. Y es que es condición «sine qua non» para ingresar en el Olimpo de la música popular convertirse en un peligro público, ser percibido como un mal ejemplo para la juventud. Los británicos cumplieron con creces con este requisito: fueron vilipendiados por la prensa de la época y señalados como amenaza para la respetabilidad del rock (son los padres del «heavy metal», un hijo repudiado del purismo cuyo nombre procede precisamente de una crítica despectiva que recibieron los Zeppelin), cuando no enemigos de las buenas costumbres. En parte tenían razón sus detractores: si la mitad de las leyendas que se cuentan son ciertas, el cuarteto tuvo tiempo de saciar todos sus apetitos de la manera más salvaje imaginable. La actitud de Jimmy Page, Jon Paul Jones, Robert Plant y John Bonham fue la de reaccionar con el hermetismo: el celoso control absoluto sobre su obra artística y su vida personal resistió a cualquier desavenencia interna, como una defensa escipiona. Tras su disolución en 1980 –con la muerte de Bonham-, solo volvieron a tocar juntos en 2007 y no lograron encajar de nuevo las piezas ni ante una promesa millonaria. Por eso parecía imposible lo que ahora llega los cines: «Becoming Led Zeppelin», la primera película biográfica autorizada por el grupo.
El milagro lo ha logrado Bernard MacMahon, director del exquisito documental «American Epic», cuya fama ablandó a los miembros supervivientes del grupo. El cineasta sedujo primero con prudencia a Page, de mercurial temperamento, quien accedió a participar en un «biopic» siempre que sus compañeros estuvieran de acuerdo en hacerlo. Page y Jones se sumaron y grabaron entrevistas por separado en el ya lejano año de 2018. La premisa no ofrecía demasiados riesgos: se trataba de bucear en los orígenes, de tratar de desbrozar el camino que les llevó a unirse en el diabólico cuarteto que compuso «Whole Lotta Love». Así, el documental narra el encuentro de Page –recién salido de la escuela de blues de los Yardbirds y virtuoso músico de sesión– con Plant en el Londres de los años 60. De manera exhaustiva, se consignan las referencias (Elvis, Little Richard, Bo Diddley y hasta Lonnie Donegan) y con el rigor de una autopsia se presentan los hechos gracias a un espectacular despliegue de imágenes de archivo. Mientras, escuchamos con el tono bondadoso de la edad los recuerdos por separado de estos genios de la música. No hay productores, ni periodistas, ni familiares, ni otros músicos. Solo ellos. Y con una presencia extraordinaria: una entrevista inédita realizada a John Bonham es la voz del momento, la que nos sitúa en el tiempo y el lugar en el que la revolución estaba siendo electrificada y no con la distancia de la memoria, por definición, selectiva. El tono es cariñoso y seguramente esa sea la clave para un proyecto que podría haber saltado por los aires con el más mínimo comentario mal interpretado. De entre los muchos pecados que cometieron los Zeppelin, la soberbia y la envidia deben incluirse con el ahínco de la lujuria.
La mitología y el escándalo
Led Zeppelin cumplieron con otro de los grandes ritos de paso de buena parte de las estrellas del rock: ser reconocidos lejos de casa. Ignorados en Inglaterra, hicieron el camino contrario que otro genio de la guitarra, Jim Hendrix. Fueron aclamados por el público y vilipendiados por la prensa, pero algo de su música arraigó en Estados Unidos como en ningún otro lugar. La película, sin embargo, trata sobre la música, no sobre los escándalos y las habladurías, un hecho que favoreció la complicidad de sus protagonistas, como decíamos, muy reticentes a comentar la mitología tras el telón. Resulta por eso valioso escuchar a Page, el visionario sonoro de aquel momento, hablar orgullosamente de la música que compusieron juntos.
Conviene destacar una circunstancia: el marco temporal del filme. La narración del documental se cierra en el triunfal regreso de la banda a Londres, para ofrecer un concierto en el Royal Albert Hall, en 1970. El grupo había publicado su segundo disco ya como estrellas en América y entraban en casa tirando la puerta abajo. Estaban despegando (ni siquiera habían lanzado «Stairway to Heaven») y todavía no se había desatado ni el culto diabólico ni las historias de sexo y narcóticos, ni las ganancias millonarias. Tampoco el culto esotérico de Jimmy Page por Aleister Crowley y otras oscuras creencias. Ya lo dice el título de la película: esta es una ventana a la energía primigenia, al poder de la música y al primer capítulo de uno de los grupos más importantes de la historia. También es, claro, el precio a pagar por la colaboración de las estrellas convertidas ya en venerables señores: su presencia hace inevitable un leve aroma a «infomercial» y grandes silencios en torno a los asuntos espinosos. En cualquier caso, el resultado merece la pena si quieren rebobinar hacia un tiempo donde cuatro diablos sacudieron el mundo.
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