¿Quién susurra a los leones?
Gilles de Maistre se embarca en una nueva aventura cinematográfica para toda la familia con el telón de la sabana de fondo.
Gilles de Maistre se embarca en una nueva aventura cinematográfica para toda la familia con el telón de la sabana de fondo.
La tendencia histórica del ser humano a relacionarse con la naturaleza y con los animales que la integran como si de un territorio más de conquista se tratase ha propiciado numerosos relatos en términos literarios y cinematográficos que intentaban dar respuesta al por qué de semejante afán de dominación. El director francés Gilles de Maistre intenta ahora aportar un enfoque mucho más amable y esperanzador de dicho vínculo a través de su película «Mía y el león blanco». La cinta narra las andanzas de una chica de once años inicialmente incómoda con un traslado de residencia impuesto por las inquietudes laborales de su padre, que terminará llevándola de Londres al corazón de Suráfrica y propiciando el nacimiento de un amor mayúsculo y conmovedoramente universal por un mamífero de pelaje blanco de considerables dimensiones llamado Charlie.
«Nunca antes había grabado películas con animales salvajes. Pero gracias a la ayuda y al asesoramiento del naturalista Kevin Richardson (conocido como «El encantador de leones»), pudimos dotar de cierto carácter interpretativo la aparición de todos ellos en escena. No estaban domesticados ni amaestrados. En todo momento fluían de manera libre, independiente, espontánea, pero controlada en la medida de lo posible», indica el cineasta sobre las peculiaridades del rodaje.
Una relación salvaje
A través de una apabullante radiografía visual por los paisajes del continente olvidado, la amistad inquebrantable y salvaje de Mía con el león consigue, tras descubrir la intención de venderlo de su padre, viajar por recónditos lugares de la sabana que se convertirán en testigos silenciosos de las deficiencias de un sistema que permite la práctica de actividades tan aberrantes como la caza furtiva. De Maistre recalca además el proceso humano que ha supuesto para la joven actriz protagonista Daniah De Villiers enfrentarse al reto de rodar con un león blanco auténtico: «Todo es real. Crecieron juntos durante tres años y se forjó una relación que ha seguido intacta hasta hoy. La única protección válida que ella tuvo fue el amor».