Una máquina para decir adiós
«La fiesta de despedida», dirigida por Sharon Maymon y Tal Granit y premiada en Valladolid, trata el controvertido tema de la eutanasia.
Esta película israelí habla de amor y amistad a través de una cuestión controvertida como es el tema de la eutanasia, aunque los directores del filme, Sharon Maymon y Tal Granit, aseguran que «simplemente se trata de un tema emocional que nos implica a todos». Ellos le quitan hierro al asunto al recrearuna máquina de eutanasia compuesta por una cuerda de bicicleta y un reloj que marca el sabbath, con la que ofrecen un fallecimiento asistido a los conocidos de los protagonistas con enfermedades degenerativas. Las piezas del mecanismo forman parte del tono irónico del que está impregnada la cinta, el que escogieron porque «cuando haces reír a la gente, ésta abre su corazón y eso les permite escuchar más atentamente.
El humor ha sido una herramienta usada deliberadamente para poder llegar a más público. Además, nosotros tratamos temas sociales con humor porque vivimos así. En el casting elegimos a propósito al actor israelí Ze’ev Revach, que es un intérprete conocido desde los años 70, y tiene una excelente presencia cómica». No obstante, el filme nace de una experiencia dramática, «viene de la muerte de Helga, la abuela de mi ex novio, que falleció a los 80 años de cáncer. Nosotros vimos su marcha como una liberación por todo el sufrimiento que venía cargando. A la media hora de morir los paramédicos intentaron resucitarla, devolverla a la vida, aquello me parecía tan absurdo...». Pero, a parte de las vivencias personales, también se han documentado, incluso «hemos entrevistado a directores de residencias de ancianos que han tenido que afrontar situaciones similares, expertos y médicos. Uno de estos doctores nos dijo que después de la primera vez que aplicó la eutanasia le temblaron las manos durante días».
Israel, más que una guerra
La película se desarrolla en una lujosa residencia de ancianos de Jerusalén, con piscina, invernadero y un gran comedor. La comodidad que transmite el lugar no se corresponde con la imagen que tenemos en Occidente de Israel, que siempre está determinada por el conflicto con Palestina. «Tenemos una guerra pero también otras cosas, la gente debe vivir y morir, y afrontar temas como todo el mundo. Entendemos que cuando uno está fuera sólo escucha hablar del conflicto político. Además, son las películas que lo tratan las que más viajan. De ahí la caracterización que se distribuye de Israel en el extranjero. De hecho, nuestro siguiente trabajo va sobre el conflicto, y esperemos que para el estreno ya esté resuelto».
Maymon y Granit buscan, según sus palabras, hacer pensar al espectador sobre el valor de saber despedirse de su vida a tiempo, y en su país de origen encuentran un mal ejemplo de ello. Ambos consideran que Ariel Sharon, primer ministro de Israel durante cinco años, no supo o no pudo acabar cuando debía con su tiempo porque «los médicos decidieron pelear por él, si hubiera sido una persona normal lo más probable es que no hubieran luchado. Tampoco su familia quería dejarle marchar aunque lo decidiese en sus plenas facultades».