Buscar Iniciar sesión

Clara Peeters, el reflejo de una artista

Es una de las artistas más destacadas de su generación. Una creadora, de la que se conocen escasos detalles y que ha permanecido oculta hasta hace poco, cuando ha empezado a reivindicarse
Posible autorretrato de Clara Peeters
Posible autorretrato de Clara PeetersMuseo del Prado
La Razón

Creada:

Última actualización:

Se debe tener una buena dosis de ingenio para salirse con la suya. El ingenio no es innato, en realidad puede ser cultivado. Esto es especialmente necesario si eres una artista pictórica perteneciente al entorno flamenco de la pintura barroca del siglo XVII y prácticamente la única mujer. Si a esto le agregamos el hecho de que los autorretratos se consideran una forma de consolidarse como un artista reconocido, pero con ciertos matices peyorativos ya que indican soberbia y vanidad, es decir, virtudes que no se ajustan a lo que la sociedad dicta que debe ser una mujer, ¿cómo puedes encontrar la solución?
Clara Peeters (ca. 1580/1590-1621) decidió abordarlo a través del detalle. Mañosa en el arte del engaño visual, oculta detalles relevantes, como si bailaran entre la luz y las sombras. Si visitas el Museo del Prado (Madrid) o el Rijksmuseum (Ámsterdam), entre la infinidad de bodegones, encontrarás uno que combina monedas de oro con frutas y frutos secos, plasmando texturas y detalles naturalistas representados con inaudito realismo, como si cada objeto saltara del lienzo hacia la vida misma.
El sutil resplandor que se refleja en la jarra expande el mundo contenido en la pintura, tejiendo una danza luminosa que invita a sumergirse en su universo. Y ahí, entre los matices, podrás descubrir una figura oculta que observa el objeto que está retratando con una paleta de mezclas y pinceles en la mano. Se trata de la propia artista, capturando su autorretrato desde los distintos enfoques de la curvatura en las piezas de metal. Maestra del disimulo, siempre seria, Clara Peeters no solo oculta su mirada, sino también su firma, camuflada en el lateral de un cuchillo o en el borde de un plato.
"Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre", 1611
"Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre", 1611Museo del Prado
Peeters fue una artista con una destreza impresionante. De hecho, sus obras parecen tan vivas que dan la sensación de poder tocarlas o incluso comerlas. Si hubiera pintado figuras humanas, habría sido sin dudarlo la precursora del hiperrealismo, un movimiento pictórico que juega tanto con los detalles que las obras parecen fotografías. Sin embargo, el dibujo anatómico implicaba observar cuerpos masculinos desnudos, lo cual se consideraba escandaloso para una mujer. De ahí que su especialización se centrase casi exclusivamente en los bodegones. Este tipo de pintura se puso de moda en los Países Bajos a principios del siglo XVI.
Poco se sabe de su vida, ya que los detalles son escasos. A pesar de su nacimiento en la provincia de Amberes, apenas se desentrañan detalles sobre su persona más allá de su legado artístico. Curiosamente, su ausencia en los registros del gremio de pintores de Amberes insinúa una posible subestimación de su talento, posiblemente por su condición de mujer en un ámbito predominantemente masculino. Se la juzgaría como amateur (es decir, hija o esposa de alguien relacionado con el arte), si bien un antiguo registro la designa la “pintora de Amberes”, una pequeña chispa que atestigua su presencia en los círculos artísticos de la época. Sus primeros óleos datan de 1607.
Desde esos cuadros en miniatura, Peeters se destacó por su atención al detalle, lo que sugiere que recibió una formación rica y probablemente fue alumna de un maestro pintor. Si presuponemos que pudo haber sido discípula de Osias Beert, pintor de Amberes obsesionado con representar bodegones exquisitos, Peeters lo superó con creces. Aunque los patrones y la moral de su época restringieron su acceso a otros temas artísticos, Peeters demostró su excelencia dedicándose principalmente a este género.
Se conocen 39 de sus obras y se puede afirmar que Peeters probablemente pintaba para la élite, como se refleja en la identificación de objetos preciados en su obra, como mármoles, vasijas chinas Wanli o copas doradas de Núremberg. Este detalle es de suma importancia ya que su maestría en el bodegón revela su habilidad excepcional en el arte de la pintura y, aunque su nombre pudiera haber quedado en el anonimato para el público contemporáneo y posiblemente el de su época, logró retratar elementos en las mesas opulentas de los Países Bajos en ese período histórico. Por tanto, Peeters nos habla sobre ella no a través de su vida, sino a través de sus composiciones, siempre veladas en forma de reflejo, contándonos una historia sobre las mujeres, a veces invertida, a veces en la sombra