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Estreno

Crítica de "Baja de paternidad": ceremonia maldita ★★

Dirección y guion: Alissa Jung. Intérpretes: Juli Grabenhenrich, Luca Marinelli, Arturo Gabbriellini, Joy Falletti Cardillo. Música: Dascha Dauenhauer. Italia, 2024. Duración: 113 minutos. Drama.

Un fotograma de "Baja de paternidad" Imdb

Parece que los flamencos son padres bien avenidos, que comparten tareas con sentido de la igualdad y responsabilidad equilibrada. Por eso “Baja de paternidad” los utiliza, de una manera un tanto obvia, como contrafigura metafórica de un padre que abandonó a su hija a los 21 años, hija que ahora le visita por sorpresa en busca de respuestas con los quince recién cumplidos.

En ese encuentro en la cumbre, que se pretende intenso y se celebra a las orillas de una playa invernal, en la región de Emilia-Romagna, Paolo (Luca Marinelli) y Leo (Juli Grabenhenrich) tienen que aprender a conocerse luchando contra los elementos, todos a la contra: ni siquiera hablan el mismo idioma, ambos se miran desde la desconfianza o el resentimiento, y por allí andan la nueva ex del padre y su hija pequeña.

Hay aquí material para un buen melodrama familiar, aunque el debut de Alissa Jung no sabe desarrollar la relación vertebral de la película, que va y viene sobre sí misma repitiendo sin cesar un esquema narrativo de reunión-separación-reunión que, dramáticamente, es cansino y poco productivo. El magnetismo y la determinación de Grabenhenrich le ganan la partida a Marinelli, aunque el filme no se preocupa demasiado de hacer interesante o conmovedora la obsesión que ha motivado su repentino viaje.

Entretenido como está en intentar no cometer los errores de su juventud, el personaje del padre no basta, no es lo suficientemente poderoso, para que el espectador perdone sus errores y le acompañe en sus motivaciones pasadas, y Jung tiene que buscarle a Leo una trama secundaria -con un adolescente del pueblo que también sufre la incomprensión de su propio padre, esta vez por culpa de su orientación sexual- que añade metraje pero no sustancia a una película que nació cansada.

Lo mejor:

Juli Grabenhenrich sostiene buena parte de la película sin que le caigan los anillos.

Lo peor:

Se estanca con gran rapidez, y ni siquiera parece darse cuenta de que se repite.