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Música

Crítica de clásica de "El mar" y "Dafnis y Cloe": el réquiem de un librepensador

Obras: "El mar" de Debussy, "Dafnis y Cloe" de Ravel y "Réquiem" de Verdi. Intérpretes: F. Lombardi, T. Romano, F. Demuro, G. Manoshvili, solistas. Orquesta y Coro Academia Nacional de Santa Cecilia. Director: D. Harding. Palacio de Carlos V. Festival de Granada. V, VI y VII-07-2025.

Daniel Harding en Granada, con la Orquesta y Coro de la Academia Nacional de Santa Cecilia Fermín Rodríguez

El "Réquiem" empezó en vertiginoso pianísimo, con la orquesta y el coro exhibiendo redondez y seguridad desde el primer compás, y así siguió: sonidos delicados, tan vacíos de decibelios como abarrotados de vida, alternando con sonoridades abiertas. El joven bajo Giorgi Manoshvili acertó en la expresión, entre temblorosa y gélida, de los tres gritos "¡mors!", que Verdi se empecina en separar de su consecuente, "stupebit", y del relato doctrinal que viene con él: en el día del juicio, la muerte alucina, diríamos hoy, ante el espectáculo de la resurrección de la carne.

Verdi pasa de esta profesión de fe y aísla la palabra muerte para denunciarla aparte. Al subrayar este momento y al llevar al extremo los pianísimos, que son la interiorización del dolor, Daniel Harding, sitúa la partitura en el que quizá sea su ser: el réquiem de un librepensador. En este contexto, la explosión del "Dies Irae" no responde tanto al miedo de la condenación como a la tormenta estridente que Verdi levanta en sus manos encolerizado ante la muerte de su amigo Alessandro Manzoni. Es la rabia laica ante la muerte, más que el temor devoto a lo de después.

El coro sonó igual de bien en los cataclismos que en las dulzuras. El tenor Francesco Demuro, con sus portamentos y sus maneras operísticas, aportó la teatralidad que la obra también requiere. Muy delicado su "Ingemisco". La soprano Federica Lombardi mostró una voz muy bonita, quizá demasiado para la letanía del día tremendo. La noche anterior, el sonido de la orquesta fue de menos a más. La integración del sonido, ese proceso misterioso por el que una orquesta envuelve al oyente en autenticidad, fue avanzando poco a poco en "El mar" hasta florecer en "Dafnis y Cloe". Por lo oído en Granada, podemos esperar muy buena música del tándem Harding/Santa Cecilia, que acaba de echar a andar.