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Crítica de "La puerta mágica": Harry Potter ya no vive aquí ★★

Dirección: Jeffrey Walker. Guion: Leon Ford, según la novela de Tom Holt. Intérpretes: Patrick Gibson, Christoph Waltz, Sophie Wilde, Sam Neill. Australia, 2022. Duración: 116 minutos. Fantasía.
Un fotograma de "La puerta mágica"
Un fotograma de "La puerta mágica"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Tal vez el problema no es tanto que la sombra de Harry Potter sea alargada sino que no lo es lo suficiente. Basada en los libros de la saga de fantasía juvenil escrita por Tom Holt, “La puerta mágica” parece añorar a los fans del mago de Hogwarts, pero apunta a un público más adulto que, probablemente, encuentre la película un tanto trasnochada. Los que disfrutamos, por un lado, la imaginería grotesca y tenebrosa y el espíritu antisistema de “Los héroes del tiempo” y “Brazil”, y, por otro, las criaturas goblinescas de Jim Henson en “Cristal oscuro” y “Dentro del laberinto”, podemos reconocer rasgos de todo ello en esta película sin brújula, pero será difícil que un adolescente conecte con un universo que no es particularmente atractivo -algún toque burtoniano por aquí, alguna referencia carrolliana por allá, un gusto por la excentricidad próximo a la impostura y un Christoph Waltz vagamemente mabusiano como principal reclamo-, y cuyo ‘macguffin’ -una toalla-puerta que te traslada allá donde tú desees- adquiere una presencia dramática, sobre todo en el tramo final, un poco decepcionante.
Si el diseño de producción mezcla épocas deliberadamente, sin que sepamos muy bien si esa corporación lunática, especializada en controlar la vida de la gente haciendo de las coincidencias un plan perfectamente orquestado, opera desde un plano temporal alternativo, parece que la película quiera compensar en la excentricidad de sus personajes secundarios la falta de carisma de sus protagonistas, especialmente de Paul Carpenter (Patrick Gibson), ese chico sin atributos que, en su estancia en tan singular empresa, descubre su capacidad para detectar lo que la realidad oculta. Desafortunadamente, ese ‘dramatis personae’ es pura decoración de interiores, exceptuando un inspirado, autoparódico Sam Neill, interpretando a la mano derecha de Christoph Waltz como si se hubiera escapado de una obra de teatro del absurdo.
Lo mejor:
Sam Neill y todas las alusiones gilliamescas, sobre todo las de “Brazil”.
Lo peor:
Es un sucedáneo melifluo de las aventuras de “Harry Potter”.