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Disputas sin gritos y de alto nivel

La Razón
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- Cuando surgieron espacios como «Gran hermano», se defendió el formato como un experimento sociológico. ¿Qué queda de todo eso?

–Los productores de este programa contactaron con psicólogos y sociólogos para asesorarse sobre el punto de vista. En un principio, se planteó el concepto de microsociedades. Pero, con el tiempo, esto ha derivado mucho, sobre todo, por la introducción de un grupo de personalidades muy diferentes, excéntricas en muchos casos. Lo que primaba era que se produjeran relaciones de carácter sentimental. Esto lo convirtió en un fenómeno populista y enfocado a conseguir audiencia. Se erigió en una especie de chismorreo nacional.

- ¿Cómo cree que puede variar el formato con escritores como protagonistas?

–El perfil del escritor es, en general, el de un personaje con mucho ego: expresa a través de su obra lo que piensa y lo que ve de una forma totalmente personalizada. Creo que los enfrentamientos entre ellos podrían venir por el hecho de que los estilos y géneros de escritura son muy diversos.

- ¿Cree que se repetiría el mismo tipo de discusión que en otros «realities»?

–En principio, el nivel de las conversaciones puede ser más alto porque son personas con una mayor facilidad de palabra y expresión. Al tratarse de aspirantes a escritores querrán transmitir que son gente culta. A priori, los enfrentamientos serán menos vulgares y sabrán llevar la discusión a su terreno, pero seguramente no se llegue a los gritos como en otro tipo de «reality».

- ¿Puede constituir de alguna forma un reflejo de la sociedad?

–No lo creo, porque los aspirantes son seleccionados de acuerdo a unos parámetros. Sólo podría ser significativo a ese nivel si fueran elegidos al azar.