Acoso sexual

El #MeToo acosa a Plácido Domingo

Nueve mujeres le acusan de acoso sexual sin presentar pruebas. Solo una se ha identificado: la mezzo Patricia Wulf.

Plácido Domingo canta «Thaïs» con Ermonela Jaho en julio de 2018 en el teatro Real
Plácido Domingo canta «Thaïs» con Ermonela Jaho en julio de 2018 en el teatro Reallarazon

Nueve mujeres le acusan de acoso sexual sin presentar pruebas. Solo una se ha identificado: la mezzo Patricia Wulf.

Plácido Domingo ha sido acusado por varias cantantes y bailarinas de abuso de poder y acoso sexual. Sus declaraciones, incluidas en un reportaje de Associated Press, han detonado como una bomba termonuclear en el corazón de la música clásica. Las acusadoras, de las que solamente una se identifica con nombre y apellido, hablan de tocamientos no deseados, llamadas a destiempo, avances algo más que indecorosos y, sostienen, represalias profesionales cuando pusieron coto. Las historias presentan «patrones de comportamiento sorprendentemente similares» que incluyen llamadas insistentes a altas horas de la noche e invitaciones para comer o cenar con «el pretexto de ofrecer asesoramiento profesional».

AP sostiene que ha entrevistado a otros treinta «cantantes, bailarines, músicos de orquesta, miembros del personal detrás del escenario, profesores de voz y un administrador» y que todos ellos sostienen haber sido testigos de un «comportamiento sexual inapropiado» y de cómo Domingo «perseguía a las mujeres más jóvenes con impunidad».

En un comunicado el artista no niega la mayor, y podría, dada los casi irresolubles obstáculos para investigar sucesos de hace treinta años, así como las dificultades para dilucidar si los supuestos avances, de haber existido, podrían catalogarse como conductas delictivas. «Las acusaciones de estas personas anónimas», argumenta, «que datan de hasta treinta años son profundamente preocupantes y, tal y como se presentan, inexactas. Aún así, es doloroso escuchar que pude haber molestado a alguien o haberlos hecho sentir incómodos, sin importar cuánto tiempo hace de esto, y a pesar de mis mejores intenciones. Creía que todas mis interacciones y relaciones siempre eran bienvenidas y consensuadas. Las personas que me conocen o que han trabajado conmigo saben que no soy alguien que intencionalmente dañaría, ofendería o avergonzaría a nadie. Sin embargo, reconozco que las reglas y valores por los que hoy nos medimos, y debemos medirnos, son muy distintos de cómo eran en el pasado. He sido bendecido y privilegiado de haber tenido una carrera de más de 50 años, y me ceñiré al más alto estándar».

Sin pruebas documentales

Conviene añadir que ninguna de las acusadoras aporta pruebas documentales, verbigracia mensajes de texto, y que solo una, la mezzo soprano retirada Patricia Wulf, ha aceptado salir del anonimato. Admite que nunca la tocó, «pero aquello que hacía conmigo era acoso. Preguntarme tantas veces si me iba a casa...». Y añade que «llegué al extremo de salir a hurtadillas del escenario y esconderme tras una columna para que no me viera, pero aun así me encontraba». Otros testimonios hablan de «besos húmedos» al final de una actuación o de gestos como agarrar una mano durante una comida de negocios o poner la mano en la rodilla por debajo de la mesa.

La soprano canaria Davinia Rodríguez, con quien coincidió en 2016 en «Macbeth» en Viena y el año pasado en Pekín en «Thaïs», comenta que «jamás he sentido el más mínimo indicio de lo que se le acusa al maestro. Cada vez que he podido compartir producción con él me ha demostrado tanto a mi como a cada unos de mis compañeros y trabajadores del teatro, desde el más alto cargo al mínimo, el mayor de sus respetos con la humildad y generosidad que tanto le caracteriza». Por su lado mezzo María José Montiel, con quien coincidió, por ejemplo, en la «Luisa Fernanda» que se vio sobre el escenario del Real en 2006, era contundente al afirmar que «a mí nunca me ha acosado». Por su parte María José Suárez abunda en lo dicho por sus compañeras: «Es que es un gran caballero, un hombre amable y generoso, siempre caballero y educado. Y, obviamente, quien da brillo y nivel al espectáculo». También le califica como «caballero» Pilar Jurado, cantante y actual presidenta de la Sociedad General de Autores. La soprano Mariola Cantarero solo tiene palabras de cariño: «Ha sido siempre un caballero, consejero, gran compañero y amable con todos. Espero que este delicado tema se aclare lo antes posible».

Domingo es el actual director de la Ópera de los Ángeles, institución que ayer ordenó abrir una investigación para « esclarecer las preocupantes acusaciones sobre» acoso sexual. Allí se le considera una personalidad clave en el desarrollo y promoción de la ópera.

Las reacciones, de momento, oscilan entre las llamadas a la precaución y las resoluciones más duras. Así, la Orquesta de Filadelfia «ha retirado su invitación a Plácido Domingo para que aparezca como parte de su concierto de la noche de apertura el 18 de septiembre de 2019». «Estamos comprometidos», explica, «con proporcionar un ambiente seguro, solidario, respetuoso y apropiado para la orquesta y el personal, para los artistas, colaboradores y compositores, y para nuestro público ». Una sentencia de muerte en toda la regla, que contrasta con la postura del Palau de les Arts de Valencia, que ha anunciado que esperará a ver en qué se sustancian las acusaciones y, sobre todo, con el comunicado de la presidenta del Festival de Salzburgo, Helga Rabl-Stadler, que mantiene actuaciones del 25 y el 31 de agosto en las que protagonizadas por Plácido Domingo.

De hecho, en los tiempos del #MeToo, sus declaraciones son de un atrevimiento y una compostura inauditas. Rabl-Stader, que conoce al artista desde hace más de 25 años, explica que «además de su competencia artística me impresionó desde el principio lo considerado de su trato hacia todos los empleados del Festival. Si las acusaciones hubieran sido expresadas dentro del Festival de Salzburgo, estoy seguro de que habría oído hablar de ellas». Pero todavía va más allá: «Como jurista de formación, mi suposición es “in dubio pro reo”. Me parecería errónea y moralmente irresponsable hacer juicios irreversibles en este momento y basar las decisiones en esos juicios. El director artístico Markus Hinterhäuser, el director ejecutivo Lukas Crepaz y yo estamos de acuerdo en que Plácido Domingo debe actuar en ''Luisa Miller''».

Las denuncias sacuden un ecosistema convulsionado en tiempos recientes por la caída de directores de tanto prestigio como James Levine. Director de la ópera del MET durante 40 años, ha firmado esta misma semana un acuerdo extrajudicial con sus antiguos empleadores, a los que denunció por despido improcedente. Y por cierto, mucha atención a lo que pueda decidir el MET en los próximos días. Allí, en el corazón operístico de Manhattan, Domingo es desde hace décadas y por muy justificadas razones el rey. La postura que adopte la venerable institución será clave.