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Pintura

Muñoz Molina pone a dialogar a los cuadros del Prado

La Cátedra del Prado 2019, bajo la dirección de Muñoz Molina, ofrecerá una nueva forma de acercarse a las obras de arte de la pinacoteca.

Muñoz Molina, ayer en el Prado
Muñoz Molina, ayer en el Pradolarazon

La Cátedra del Prado 2019, bajo la dirección de Muñoz Molina, ofrecerá una nueva forma de acercarse a las obras de arte de la pinacoteca.

Para Antonio Muñoz Molina, la clave para entender una obra de arte es la arqueología de la mirada. Es decir, observarla sin quedarse en los límites de lo estético para comprender su funcionamiento. Si en una de las salas del Museo del Prado de Madrid miramos un cuadro de Fray Juan Bautista Maíno («La recuperación de Bahía de Todos los Santos») y, justo enfrente, otro de Velázquez («Las lanzas») por separado, ambos son impresionantes ante los ojos del espectador. Pero, ¿y si los relacionamos? Entenderíamos que la sala hace alusión a una secuencia de victorias de la Monarquía española, y que esta relación culmina con la sala contigua, donde hay cuadros de Hércules que, además de héroe, fue fundador de la Monarquía. Esta idea de contextualizar y realizar una sintaxis del arte es la que plantea Muñoz Molina en la nueva Cátedra de Prado 2019: «Rondas del Prado: en el jardín de las imágenes». «No es lo mismo leer una palabra en un diccionario que leer la frase completa», comenta el novelista, planteando que, a través de conferencias y seminarios que tendrán lugar en noviembre, busca transmitir las historias que hay tras cada obra de arte y que éstas no solo están para mirarlas, sino también para leerlas.

El milagro de la pintura

Tanto en las conferencias –la matriculación estará disponible del 14 de junio al 7 de octubre– como los seminarios –que disfrutarán becarios cuya solicitud podrán presentar del 24 de julio al 7 de octubre–, el escritor e historiador del arte trasladará tanto sus conocimientos como sus propios recuerdos. «Cuando era niño e iba a misa había un cuadro espantoso en la iglesia sobre los condenados al infierno», explica Molina, «esa obra no estaba ahí para mirarla, sino para asustar». Con esto, su cátedra se centrará en hacer ver el milagro de la pintura: cómo las imágenes no solo decoran, sino que tienen su funcionamiento práctico y una razón. Que las obras de arte se realizaron tanto para asustar como para transmitir milagros o incluso sensualidad y mensajes perturbadores, como es el caso de los desnudos en cuadros como los de Tiziano. «Estaban destinados para colgarse en las paredes de las habitaciones de los príncipes», cuenta el historiador, «con el fin de despertar su sensualidad y así tuviesen hijos más bellos».

Esta cátedra trae una novedad: con motivo del bicentenario del museo, será gratuita. De esta manera, pretenden mostrar al máximo público posible las paradojas del mundo de la imagen, entendiendo la pintura no como un trabajo, sino como un ejercicio intelectual. Para el escritor, «es importante comprender cómo se veía antes el mundo». Con ello, denuncia que «vivimos en un mundo egocéntrico» y pide un esfuerzo que requiere atención, paciencia, humildad y respeto hacia nuestro pasado, sin mirarlo como una preparación del ahora y sin referirnos a él con condescendencia. En esta época de congestión informativa, todo el que tenga opinión, opina. Ante esto, Molina, pide «cautela y prudencia al hablar de arte». Dejar la palabrería a un lado y pararse a pensar cómo cada lienzo, con sus pigmentos y pinceladas, encierra una historia.