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¿Envenenó la dictadura de Pinochet a Pablo Neruda?

Según un nuevo informe forense, el poeta Pablo Neruda podría haber sido envenenado por la dictadura chilena en septiembre de 1973
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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Neruda, que dejó escrito que la tristeza era terca, porque nos llevaba a amontonar olvido, bien sabía que en la memoria del tiempo, en el recuerdo de la historia misma, hay espacio para la ironía. Y es que justo ahora, a cincuenta años de su muerte y con el país queriendo sacudirse la polvorienta y cruda Historia de encima, una nueva investigación podría hacer saltar en Chile los puntos de la fábula democrática. Pero el cuento, ese mismo que se sabe de memoria cada ciudadano chileno y que se escribe desde el 11 de septiembre de 1973 en adelante, dista mucho de ser corto.
Hasta ahora, la versión oficial rezaba que el Premio Nobel había fallecido el 23 de septiembre, dos semanas cortas después del Golpe de Estado de Pinochet. Y ya era, ciertamente, una canción perfecta. Muerta la democracia, muerto el hombre libre. El chileno universal -de Parral en pleno Maule a las lecturas obligatorias de toda la Hispanidad- se inscribía en la memoria como la misma melancolía de «El mar». Sin embargo, en la tarde de ayer se dio a conocer un nuevo informe forense, demandado durante años por los familiares del escritor (con su sobrino Rodolfo Reyes a la cabeza) que revelaría un «posible envenenamiento». Según la toxicología del reporte que adelanta la Agencia EFE (incluso a la presentación de las nuevas pruebas ante un tribunal), se ha encontrado la concentración de una toxina (clostridium botulinum) que no debería estar en la osamenta de Neruda.
La idea del envenenamiento del mito de las Letras, sin embargo, no es nueva. Una teoría que reavivó su chófer, Manuel Araya, quien aseguró en 2011 que el poeta había sido contaminado de alguna forma en sus últimas y constantes visitas a la Clínica Santa María, ya en Santiago, por su cáncer de próstata. En 2013 se exhumó el cadáver de su lecho de muerte en Isla Negra, en el sur del país, pero hasta 2017 no se obtuvo acceso completo a las distintas autopsias, que revelaron «suficientes motivos para la sospecha». Este miércoles 15 de febrero, por fin, se sabrá la verdad acerca de la muerte del poeta.
Y así, casi doce años después de abrir la causa, por fin se conoce por qué seguía abierta. Como bien sabía Neruda, “nada es casualidad”, puesto que hasta tres muertes "naturales" ocurridas en el mismo centro hospitalario se han corregido, reescrito históricamente como crímenes políticos, años después en los tribunales. El problema es que su “no culpes a nadie”, consagrado al amor en el mismo poema, aquí bien podría darle una nueva pátina como represaliado político a su persona, machacada en los últimos tiempos por una serie de decisiones personales cuestionables desde el prisma moderno. La reinterpretación como mártir político del escritor queda ahora en el tejado de la izquierda allende Los Andes, esa que encabeza el Presidente Boric: ¿Pesa más su presunto asesinato político o las ganas de «cancelarle» tras los episodios que han ido trascendiendo de su vida personal?