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Opinión

La fiesta de Pedro Sánchez no es la fiesta del cine

El ejecutivo socialista plantea subvencionar las entradas a los mayores de 65 para que valgan dos euros los martes

Las salas de cine están diseñadas para que todos los espectadores puedan disfrutar de la película.... sin importar dónde estén sentados | Fuente: Isabel Infantes / Europa Press
La medida de Sánchez se anuncia en plena Fiesta del Cine y justo antes del arranque del Festival de Cannes | Fuente: Isabel Infantes / Europa PressIsabel InfantesEuropa Press

Una vez más en un mitin. Una vez más rodeado de simpatizantes. Una vez más sin avisar a quienes tendrán que hacer efectiva la medida. Este pasado fin de semana, el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en Puertollano que las entradas de cine para mayores de 65 años estarán subvencionadas los martes, para que apenas cuesten 2 euros. «Tenemos que hacer de la cultura una política de Estado, todas las comunidades y todos los municipios, y desde luego el Gobierno de España», explicaba henchido de sí mismo, tras anunciar la medida sin letra pequeña, aclarando a toro pasado, y mediante filtraciones a medios afines, que aún queda por negociar con el sector de la distribución hasta el día mismo de aplicación de la rebaja. Y así, siempre según los cálculos del ejecutivo socialista, más de nueve millones y medio de ciudadanos gozarán de un acercamiento al cine, a las salas, que no mirará rentas ni ingresos, tan solo fechas de nacimiento. ¿Dónde está lo progresivo de la medida? Ya incluso es ridículo preguntarse por lo progresista. El mismo PSOE que pone el grito en el cielo con la financiación, por ejemplo, de la escuela concertada, aplica medidas del mismo signo con clara intención electoralista.

Pero más allá de la política, la pregunta en el sector hace tiempo que se ha viciado, tanto que se ha vuelto casi dogmática. ¿De verdad es el precio el problema del cine? Según los datos de Comscore, compañía especializada de referencia, solo uno de cada dos españoles repitió este fin de semana presencia en las salas respecto a la media acumulada entre 2015 y 2019, es decir, antes de la pandemia. Pese a fenómenos de taquilla recientes, como «Super Mario Bros.» o «Guardianes de la Galaxia Vol. 3» es objetivamente cierto que la ciudadanía no está regresando a las salas al ritmo deseado por productores, distribuidores y exhibidores. Cuando ya es completamente seguro, en términos sanitarios, acudir al cine, cabe entonces analizar el precio mismo. En 2013, hace una década, el precio medio de las entradas estaba en 6,5 euros, pero es que el año pasado fue de 6,1 euros. Es decir, el cine ya es más barato que antes de la pandemia y la gente sigue sin acudir en masa. El problema no es el precio, más allá de la Fiesta del Cine en la que estamos inmersos o tarifas planas como las de Cinesa, principal operador y del cual se desconoce si se comunicó con el ejecutivo antes de anunciar la medida.

Medidas como la de Sánchez, repetidas desde el desconocimiento y la ocurrencia absurda, normalmente desde agentes ajenos a la realidad de la industria cinematográfica, solo nos conducen a un reparto aún menor de beneficios entre aquellos que todavía pueden pelearse un hueco en el sector. Y nos lleva, también, a las odiosas comparaciones. Primero desde lo individual: una entrada de cine, ya sea desde los 6 euros hasta los 13 o 15 de un horario más demandado, sigue siendo más barata que la entrada y consumición de una discoteca, es más económica que el teatro y, por supuesto, no llega a ser un tercio de un partido de fútbol en segunda división, no hablemos ya en primera. ¿Y las familias? El argumento ya es casi repertorio iniciático de cuñado. «No puede ser que ir al cine en familia cueste 50 euros». Y, por supuesto, no es un gasto que la España precarizada hasta el límite se pueda permitir, pero es que ningún plan familiar cuesta menos. Llamémoslo tarde en el parque de atracciones, un musical o una exposición inmersiva. Y es que hasta planes más a largo plazo, como los videojuegos, han aumentado su precio hasta los 80 o 90 euros sin recibir el mismo trato.

Si el problema no es el precio, y el problema no es la experiencia, en una sociedad que cada vez consume y demanda más series, más películas, volvemos de nuevo al absurdo socialista. ¿Por qué a los mayores de 65? Usted y yo ya sabemos exactamente por qué, pero la justificación de la medida, que se aprobará este mismo mediodía en Consejo de Ministros, no guarda siquiera relación con las mismas políticas del ejecutivo, últimamente centradas (interrail, bono cultural) en aliviar a esa España, entre 18 y 35 años, que con suerte puede acceder al Sueldo Mínimo Interprofesional. La fiesta de Sánchez, que como se demostrará no es la fiesta del cine, promete dejar aún más en los huesos a nuestro cine. Incluso, teniendo en cuenta la propuesta de última hora de Ione Belarra, líder de Podemos y socia del Gobierno de coalición, que planteaba extender la medida «a las personas desempleadas y sus familias, los hogares que reciben el Ingreso Mínimo Vital, las personas con discapacidad y los y las jóvenes entre 15 y 29 años». De nuevo, sin progresividad en la aplicación de la medida, incluyendo a colectivos desfavorecidos, pero sin tener en cuenta la propia accesibilidad de las salas, por ejemplo, adaptaciones y obras que los exhibidores llevan años reclamando como ayudas para poder llevar a cabo.