Gilliam: «Los productores son los molinos de viento»
El ex Monty Python estrena «El hombre que mató a Don Quijote» tras 25 años luchando contra las fatalidades y los molinos de viento de la industria.
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El ex Monty Python estrena «El hombre que mató a Don Quijote» tras 25 años luchando contra las fatalidades y los molinos de viento de la industria.
Muchas veces di por perdida la película. Sobre todo porque me ponía a hacer otras y así me distraía del sueño de realizar ésta. Pero al terminar lo que estuviera haciendo, Don Quijote volvía a mi conciencia». Casi 25 años después y cuatro producciones entre medias, Terry Gilliam (Minnesota, 1940) pudo dar carpetazo a ese sueño de adaptar la obra magna de Cervantes, la novela por antonomasia del canon occidental. Inconvenientes de todo tipo fueron alejando cada vez más el horizonte de este filme, que incluso al filo de presentarse en el pasado Festival de Cannes, estuvo a punto de quedarse fuera por una querella del productor portugués Paulo Branco.
Más que «El hombre que mató a Don Quijote», la cinta que se estrena este viernes en los cines españoles viene siendo conocida como «la película maldita de Terry Gilliam». «Esa etiqueta ha vendido muchos periódicos; yo nunca he luchado contra ella porque es mucho más interesante que la realidad», ironiza este norteamericano nacionalizado británico que comenzó su andadura integrando el mítico sexteto de los Monty Python y ha dirigido películas como «El sentido de la vida», «El rey pescador» y «12 monos».
Inundaciones y accidentes
A finales de los 90 todo estaba listo para hacerse realidad. Gilliam acababa de rodar «Miedo y asco en Las Vegas» con Johhny Depp y lo convenció para ser Sancho Panza y cabalgar al lado de Jean Rochefort, intérprete de Don Quijote. El rodaje fue un desastre absoluto: inundaciones, problemas financieros y hasta un accidente que inhabilitó a Rochefort para montar a caballo y lo obligó a regresar a Francia en mitad del rodaje. El documental «Perdidos en La Mancha» (2002), que narra aquella odisea de fatalidades, empezó a cimentar la fama de malditismo del filme.
«Lo que más me interesa de la obra de Cervantes es que Don Quijote nunca se rinde, está obsesionado en imaginarse el mundo de una forma, a pesar de que el mundo le decepciona constantemente de una manera salvaje», asegura Terry Gilliam a LA RAZÓN durante su visita a Madrid. En su empecinamiento hay mucho de quijotesco. En los siguientes años anunciaría nuevas intentonas y hasta saldrían nombres a colación (Robert Duvall, John Hurt, Ewan McGregor...), pero durante 15 años el libreto duerme el sueño de los justos mientras Gilliam se desquita con otros trabajos. «A la hora de hacer una película, los productores son los molinos de viento, conseguir dinero, convencer a los realistas de que vale la pena hacer esa cinta», explica. Y así hasta 2017, cuando la maquinaria, aunque muchos no lo creyesen, se puso de nuevo en marcha.
Entre marzo y junio del año pasado se rodó la cinta, en España casi en su totalidad, en localizaciones de Navarra, Madrid y Toledo. «Era un rodaje complicado porque la mayoría del tiempo fueron exteriores, teníamos un número de días contados y si nos equivocábamos no podíamos volver. Pero la naturaleza ha sido muy amable con nosotros, hemos tenido mucha suerte». Exactamente toda la que les faltó en el año 2.000.
Rodeado de españoles
Jonathan Pryce (Don Quijote) y Adam Driver (Sancho Panza) encabezan un reparto con marcado acento español: Óscar Jaenada, Sergi López, Jordi Mollá y Rossy de Palma, entre otros. «Por motivos económicos tenía que escoger a actores de este país, así que tomé a gente que llevaba mucho tiempo siguiendo y admirando», señala. En la cinta, Driver es un director que en su juventud despuntó con una película amateur sobre Don Quijote, pero que, con el tiempo, ha vendido su talento a la producción de spots publicitarios, olvidando sus sueños de antaño. De vuelta al pueblo de La Mancha en el que realizó aquel rodaje juvenil descubre que el zapatero (Jonathan Pryce) que convenció para interpretar a Don Quijote ha acabado convencido de ser el propio hidalgo. «Yo soy don Quijote de La Mancha», repite una y otra vez. «Yo nunca he dicho eso en todo este tiempo –asegura Gilliam–, en cambio, siempre he dicho ''Yo soy Sancho Panza''».
Aunque las críticas que recibió la cinta en su estreno en el Festival de Cannes no fueron todo lo buenas que se esperaban, Gilliam considera que «el público francés sí ha entendido los distintos niveles. Otra cosa es Hollywood, que son siempre iguales, no les gusta nada nuevo. América es una nación perdida». Pero, ¿qué pensaría Cervantes de «El hombre que mató a Don Quijote»? «Espero que le gustara porque he pensado mucho en lo que ha escrito, en lo que quería decir. Hemos tratado de hacer nuestra versión. Yo creo que agradecería que no fuésemos tan respetuosos y no hayamos copiado lo que escribió originalmente», concluye.