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Polémica

Hatsune Miku, Coachella y el nuevo dilema de la cultura virtual

Un concierto fallido de la artista virtual Hatsune Miku, además de la proliferación de los VTuber, reabre el debate sobre la cultura virtual e intangible

Popular desde hace más de una década, Hatsune Miku se ha convertido en paradigma del contenido digital y cultural sin dueño claro, voz, ni persona real detrás
Popular desde hace más de una década, Hatsune Miku se ha convertido en paradigma del contenido digital y cultural sin dueño claro, voz, ni persona real detrásCrypton Future Media

Discutir, a estas alturas de la batalla cultural, la mera existencia de fenómenos masivos como el de Hatsune Miku es injusto. Y es que, si no están familiarizados con el concepto, se trata de una cantante virtual que no existe en el plano físico, sino que fue creada por la empresa Yamaha para el sintonizador Vocaloid. En cristiano, esto se traduce en que a Miku no le da voz ninguna persona física (más allá de las tomas de la cantante, ahora real, Saki Fujita), sino una sintetización de sonidos que, además de poner a prueba el músculo del programa informático, tiene millones de fans por todo el mundo.

Como decíamos, superada ya la novedad hace años, en lo filosófico y en lo tecnológico, gracias también en parte a proyectos de materialización parecida como los célebres Gorillaz (que sí tenían una voz humana detrás) liderados por Damon Albarn, Miku ha vuelto a la palestra por un supuesto timo de proporciones más reales que virtuales: durante la convención dedicada la semana pasada a la cantante en Vancouver y que congregaba a los acérrimos de sus letras, se había prometido una actuación de la artista con una serie de medios que la acercarían a lo holográfico. En cambio, los asistentes a la Miku Expo 2024 de Norte América (porque sí, el fenómeno es tan grande como para necesitar convenciones continentales) solo pudieron verla en una pantalla LED, algo que también podrían haber hecho desde la comodidad de sus casas y por bastante menos dinero. Este fin de semana ha vuelto a ocurrir en el prestigioso festival Coachella.

Cualquier legislación nacerá muerta

Rápidamente, fueron varios los fans de Miku los que se quejaron en redes sociales y pusieron en la reventa sus entradas de conciertos futuros de la cantante, devolviéndonos de algún modo a la casilla de salida y haciendo que nos preguntemos por la validez de un evento en vivo cuando no hay nada de vivo en ello. A la popularidad de Miku entre jóvenes de todo el mundo, hay que sumar en nuestros días la proliferación de «vtubers», un concepto que se basa en los mimbres del «streaming» para conversar en directo con inteligencias artificiales de aspecto antropomórfico y que van desde humanos ultra-realistas a personajes de anime. ¿Se puede creer en la legitimidad de un negocio que se basa en un «engaño» pactado? ¿Debería regularse la identidad de los «vtubers»? De nuevo, las leyes están llegando tarde.

Esto se hace todavía más grave y flagrante cuando nos remitimos a una plataforma como Twitch, dependiente de Amazon y el referente para el «streaming» en todo el mundo. En la plataforma morada, ahí donde se dan cita los Ibai, Rubius o Xokas, se reúnen miles de «vtubers», cada vez más populares. Sin duda, el ejemplo más obvio es el de Kizuna AI, que acumula más de cuatro millones de seguidores en todo el mundo. De hecho, el proyecto iniciado por la empresa Activ8 se ha hecho tan grande, que Kizuna en sí misma ya funciona como una empresa independiente, asegurando sus derechos de explotación de imagen.