Operación Columba: cuando unas palomas espiaron a los nazis
Ideada por Winston Churchill, esta peculiar estrategia favoreció el intercambio de valiosa información durante la Segunda Guerra Mundial
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El concepto de la paloma mensajera no tan solo existe en las películas y la ficción, sino que su existencia está ligada a la realidad. Existieron, y su labor ha sido crucial en los métodos de comunicación de la historia, así como en ciertos episodios en particular. En una época en la que las batallas se libraban en cielo, tierra y mar, existieron unos escurridizos y veloces animales que fueron claves para algunos ejércitos. Y no, no fueron caballos, sino las palomas mensajeras. Los servicios de estos animales se utilizaron por ambos bandos de las contiendas y de manera estratégica, hasta el punto de que en varias ocasiones marcaron el rumbo de la historia. En este sentido, destaca la Operación Columba, ideada por Winston Churchill y que fue clave en la Segunda Guerra Mundial por su peculiaridad y efectividad.
El objetivo del dirigente británico era el de lanzar más de 16.000 palomas tras las líneas enemigas de la Francia ocupada por los nazis, para así mantener la comunicación con el resto del frente. Conocedores de las habilidades de estos animales como soldados alados, y basándose en exitosas experiencias de batallas anteriores, Churchill confió el destino de su ejército a estos héroes voladores. Así, las palomas partían por las noches, portando un cilindro con el mensaje en cuestión, escrito en unas hojas de un papel muy delgado y con un lápiz especial.
Si bien de las 16.000 palomas enviadas solo regresaron a Gran Bretaña unas 1.800, cuando el éxito se producía, regresaban con una valiosa información para los británicos. No obstante, en otras ocasiones bien eran capturadas por los nazis, entregadas al enemigo por franceses colaboracionistas o incluso morían en sus cajas al no ser halladas por nadie. Ciertos informes indican que en más de un 50% de los casos, la información recibida resultó de gran interés, considerándola a veces como auténticas joyas.
“En Reino Unido, igual que en otros países, miles de familias entrenaban palomas mensajeras como afición, y los mandos del Ejército descubrieron que podían ser útiles durante la guerra”, relata Alan Hlad, quien refleja este episodio histórico en “El largo camino a casa” (Espasa). “Pueden volar hasta 1.000 kilómetros en un día, y no lo hacen el línea recta. Nadie lo sabe con certeza, pero se intuye que estos animales pueden tener mapas mentales o se orientan con las líneas del horizonte”.
Héroes (alados) de guerra
De esta manera, tal era la repercusión de estas palomas en el transcurso de la guerra que algunas ganaron medallas por sus heroicas hazañas. Es el caso de Comando, animal que realizó 90 misiones y por las que recibió la medalla Dickin, equiparable a la Cruz Victoria, la más alta condecoración militar respecto al valor de un soldado frente al enemigo. Tarea crucial también fue la de Paddy, paloma que se encargó de informar que los batallones del Día D habían llegado a tierra con éxito. Por su parte, Mary fue condecorada en 1945 al llevar un escrito desde la Alemania tomada ya por los aliados, hasta Exeter, ciudad británica donde aterrizó con un ala arrancada por las garras de los halcones alemanes.
Y es que los nazis no se quedaron con los brazos cruzados, sino que, al percatarse de la utilidad de estos animales, lanzaron la orden de disparar a todo pájaro que fuera en dirección a Gran Bretaña, así como lanzaron al aire a sus propios soldados. Pero esta vez no fueron palomas, sino halcones: los alemanes los entrenaron no para enviar mensajes, sino para dar caza a las palomas enemigas, a lo que, más tarde, la inteligencia británica respondió dando la orden de dar caza a todo halcón que se viera sobrevolando el país.