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Historia

El complejo puzle de la familia humana

Quizás todavía pervive en nuestro imaginario la idea de una evolución lineal de la especie humana, esa imagen del "Homo sapiens" precedido de un neandertal, y este de un "Homo erectus". Sin embargo, hoy sabemos que esa teoría es errónea

Cueva del Sidrón (Asturias), donde se encontraron trece esqueletos neandertales Joan Costa/CSIC

En primer lugar, porque, si tuviéramos que reducir nuestra evolución a un esquema, se parecería más a un árbol vetusto, con multitud de ramas muertas y derivaciones. En segundo lugar, porque el esquema original incluía solo a unas pocas especies, y los nuevos descubrimientos están ampliando el número de homínidos por todo el mundo.

Quizás dos de las que más nos suenen sean el "Homo antecessor" y los denisovanos. El primero porque procede de las excavaciones de Atapuerca y se considera una de las especies homínidas más antiguas de Europa. Otros restos, como los del llamado Niño de Orce predatan los del "Homo antecessor", pero siguen sin una identificación precisa. Recientemente, de hecho, han aparecido, también en Atapuerca, concretamente en la Sima del Elefante, unos fósiles humanos de, aproximadamente, entre 1,1 y 1,4 millones de años. Quizás pertenezcan a "Homo erectus", mal atestiguados en Europa, o quizás sean algo completamente diferente.

Los denisovanos, por otro lado, se descubrieron en Altái, en Rusia, en las cuevas que les dan nombre y, al igual que los neandertales, dejaron una huella genética en los humanos modernos. Estos genes “ajenos” ayudaron a los humanos modernos a adaptarse a nuevos medios (por ejemplo, un gen denisovano aún presente en las poblaciones tibetanas ayuda a adaptarse a las grandes alturas) y reforzaron su sistema inmune. Sin embargo, también potenciaron problemas de salud como las alergias o la probabilidad de desarrollar ciertos cánceres.

Sin embargo, otros restos hallados en Asia, nos permiten aventurar aún más especies nuevas. Un cráneo hallado en Harbin (China) ha permitido proponer la existencia de un nuevo miembro de la familia homínida, el llamado "Homo longi", y los restos de Xujiayao, Xiahe y Penghu 1 ha llevado a los investigadores Xiujie Wu y Christopher Bae a describir al llamado "Homo juluensis" o, coloquialmente, juluren. Los restos de la cueva de Huanlong también suponen un reto científico, pues si bien algunos de los fósiles encontrados parecen corresponder a una variante del "Homo erectus", otros nos resultan completamente desconocidos y de difícil adscripción. En concreto la mandíbula HLD 6, del Pleistoceno Medio, es decir, de hace unos 300.000 años, presenta una especie de “protmentón”, una característica que solo encontramos en los humanos modernos. Otras características, sin embargo, parecen más cercanas a los denisovanos.

Restos escasos

Eso sí, estas hipótesis no han estado exentas de polémicas y debates, como debe suceder cada vez que se propone una nueva teoría en la ciencia. Los restos son escasos, y algunos adscriben algunas de estas especies a los denisovanos, por ejemplo. Las excavaciones que continúan realizándose en estas zonas podrán aclarar en un futuro, esperemos, el árbol familiar de los humanos modernos, mucho más complejo de lo que habíamos pensado.

Estos descubrimientos, además, nos hablan de un modelo de población del mundo distinto al que creíamos, con muchas más oleadas de salida de África, con viajes de ida y vuelta y con migraciones fallidas y callejones sin salida. Así mismo, nos hablan de convivencias pacíficas y cooperación entre especies. Los primeros "sapiens" también se expandieron en distintos periodos, sin seguir un modelo concéntrico y progresivo, y con distintos ensayos y error en su ocupación de los distintos territorios.

No solo nuestra visión de la cantidad de especies homínidas, junto con el modelo de población del mundo, han cambiado gracias a todos estos descubrimientos, sino nuestra propia percepción de lo que significa ser “humano”. Cada vez más nos referimos a estos primos, más o menos lejanos, con dicha denominación. Así mismo, el descubrimiento de que los neandertales tenían una cierta ritualidad y arte, así como el hecho de compartir genes, ha hecho que dejemos de representar todo lo ajeno a lo "sapiens" como seres brutales y rudos.

Nuestra mayor comprensión de la familia hominina, de nuestra posición en ella, de nuestros viajes e intercambios, nos ayuda también a comprender mejor cómo llegamos a ser lo que somos y habitar los territorios que habitamos. Y todo ello depende de los equipos que siguen excavando entre catas y cuevas, descubriendo nuevos fósiles, y trabajando minuciosamente en los laboratorios. Gracias a ellos nuevas piezas se van añadiendo a este complejo puzle del origen de la humanidad.

Portada del número 60 de 'Arqueología e Historia'Desperta Ferro

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