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Cuentos del Camino de Santiago

Muchas son las leyendas que transitan entre Navarra y Galicia relacionadas con el apóstol que incluyen seres malignos o amores no correspondidos

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El Camino de Santiago tiene un recorrido narrativo inagotable en sus diversas vertientes. Del sendero francés al portugués son muchas las leyendas que lo transitan junto a sus peregrinos desde tiempo inmemorial. Hoy nos fijamos en dos puntos del Camino, que, en cierto modo, encarnan una experiencia única en la narrativa popular hispana: son los relatos que se encuentran entre Navarra y Galicia, entre el paso de Roncesvalles y la propia ciudad de Santiago. O acaso aún más allá, hasta el Finisterre gallego donde se presume que culminaba un camino arcaico antes del Camino, el que llevaba al reino del ocaso. Lo recuerda la omnipresente imagen del sol poniente a medio camino entre nuestro mundo y el más allá (¡ultreya!), entre el cielo y las aguas del mar. Esto parece recordarlo la propia bandera gallega y su interesante trasunto simbólico. El Grial del escudo era tradicionalmente un cáliz cerrado, como se ve en la bandera del reino de Galicia de Durero en la representación del carro triunfal de Maximiliano I. El cáliz abierto posterior recuerda la revelación del Grial que se obtiene tras el camino, con el cuerpo de Cristo como un gran Sol sobre las aguas del mar.

Imágenes y apariciones

Como dijimos, muchas son las leyendas entre Navarra y Galicia, de las que solo podemos detenernos en unas pocas. Una de ellas, por ejemplo, la de los pastores de Estella, da carta de naturaleza al santuario de la Virgen del Puy. Se cuenta que una noche del año 1085 unos pastores vieron varias estrellas caer sobre la cima del monte donde está hoy la Basílica. Allí encontraron en una cueva la imagen de la Virgen, que no pudieron mover. Por eso se quedó en el lugar y se fundó la basílica relacionada con la villa que quiso favorecer el rey Sancho Ramírez. En conexión con la Virgen está la «leyenda del txori» o del pajarillo que, diligentemente, limpiaba cada día con sus alas y su pico la mítica imagen de Nuestra Señora del Puy como narración popular sobre la autenticidad de esta aparición mariana. Pero hay también leyendas con apariciones malignas en Navarra, como la de la Fuente de la Reniega, que se sitúa en Astrain. Se cuenta que allí se le apareció el Diablo a un sediento caminante que subía la cuesta del puerto. Este le ofreció al peregrino beber agua fresca si renegaba de Dios, pero su oferta fue rechazada. En una segunda tentación, el demonio dijo que bastaría con que renunciara a la Virgen, pero tampoco aceptó. La última tentación fue que renegara del Apóstol del Camino, pero, al negarse el joven también la tercera vez, según el esquema del folclore, el Diablo desapareció y apareció en su lugar la fuente que hoy se puede ver.

De Galicia únicamente seleccionaremos tres leyendas muy conocidas. En primer lugar, podemos recordar la de los discípulos del apóstol Santiago, Atanasio y Teodoro, que llegaron a Iria Flavia para enterrarlo. Ellos supieron vencer las astucias de una malvada reina pagana que les dio toros salvajes para uncir a su carro y unas tierras malditas por un dragón para el sepulcro. Consiguieron los discípulos enterrar los restos y conjurar merced al poder divino todos los peligros. Otras leyendas del Camino tratan también sobre amores no correspondidos, como la famosa historia del gallo y de la gallina que ocurre en Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, pero para centrarnos en las gallegas referiremos la del castillo lucense de Pambre, en Palas de Rei –cuya etimología, por cierto, puede referirse al «palacio del rey», del visigodo Witiza–, que era parada famosa de peregrinos. Se cuenta que el señor de este castillo tenía la costumbre de alojar caminantes y una vez hospedó a un joven bien parecido –quién sabe si también el Diablo mismo– que enamoró a sus dos hijas. Una se marchó con él, pero la otra quedó para siempre penando de mal de amores, encerrada en la torre del castillo, con la mirada puesta en el camino, y se quedó allí hasta que la encontraron, muerta y fría, mirando el horizonte. Para acabar en la propia Santiago, se cuenta acerca de un fantasma que ronda la Plaza de la Quintana: para algunos es una monja seducida por los amores de un clérigo que se quedó siempre esperando su llegada vestida de peregrino y se convirtió en fantasma.

Otra variación sobre el tema afirma que es el fantasma de un noble francés peregrino que fue sentenciado a muerte por un parricidio motivado por una herencia. Larga es la sombra de este Camino milenario y muchos son los recuentos de leyendas que lo glosan míticamente.