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La terrible historia de Aurora Rodríguez: cómo asesinar a la hija perfecta

Traumatizada por una infancia infeliz, quiso educar a su hija como una perfecta creación: Hildegart era brillante y terminó asesinada por su madre
Imagen del juicio a Aurora Rodríguez
Imagen del juicio a Aurora Rodríguez La Razón
La Razón
  • César Alcalá

    César Alcalá

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Como si se tratara del doctor Frankenstein, creó su propia criatura y acabó destruyéndola. Aurora Rodríguez Carballeira vivía en El Ferrol. Allí nació el 23 de abril de 1879. Desde esa población decidió llevar a la práctica su plan. Mantuvo relaciones con un hombre –elegido con sumo cuidado y con unas determinadas condiciones previamente estudiadas– hasta que se quedó embarazada. Una vez en estado se trasladó a Madrid. Su única intención con ese hombre era quedar embarazada. No le interesaba formar una familia ni mucho menos casarse.
El 9 de diciembre de 1914 nacía en Madrid Hildegart Rodríguez Carballeira. A pesar de no querer saber nada del padre biológico, le permitió que la visitara hasta los cuatro años. A partir de esa edad se lo prohibió, pues consideraba que su presencia era una mala influencia. Ella sola moldearía el futuro de su hija, un pensamiento que procedía de su infancia. Vivió la infelicidad de sus padres y culpaba a su madre de ello. En la biblioteca de su padre empezó a leer los clásicos socialistas –Saint Simón, Owen y Fournier– y fue construyendo un mundo imaginario que en nada se parecía a la realidad. Quedó marcada por estos pensadores e intentó llevar a la práctica alguna de las teorías allí descritas. Por eso decidió tener una hija. Esta cambiaría el papel de la mujer en el mundo, o al menos esa era su pretensión.
Se obsesionó con educar a su hija. La niña superó las expectativas de su madre. A los 3 años sabía leer; a los 10 hablaba inglés, francés y alemán; a los 13 años terminó el bachillerato; a los 17 años se licenció en derecho y empezó a estudiar Medicina. La joven dominaba dos temas a la perfección: la filosofía racionalista y la reforma sexual. Hizo carrera política. Se afilió al PSOE y a la UGT y, en 1932, después de ser expulsada se afilió al Partido Federal. Por lo que se refiere a la sexología fundó, con el doctor Gregorio Marañón, la Liga Española por la Reforma Sexual. También mantuvo correspondencia, entre otros, con H.G. Wells y Havelock Ellis. La joven Hildegart empezaba a tener reconocimiento internacional a pesar de sus 18 años. También despuntaba dentro del Partido Federal.
La criatura se le estaba escapando de las manos. Había sido invitada para viajar a Londres y Aurora veía que su hija empezaba a volar sola. Eso, claro, no podía permitirlo. Aurora empezó a sufrir paranoias. Veía mil y un demonios que rodeaban la figura inmaculada de su hija. Con toda probabilidad aquella joven podía haber cambiado el papel de la mujer en el mundo, pero no sin su madre. Eso no lo podía permitir. Descubrió que, a pesar de todo, su hija se comportaba como una mujer. Era respetada por todos, pero seguía siendo una mujer y esto la frustró.
La noche del 9 de junio de 1933, sin importarle el futuro prometedor de su hija, sólo siguiendo sus propios instintos, mientras Hildegart dormía, le disparó tres tiros en la cabeza y uno en el corazón. Así terminó con su creación. Durante el juicio Aurora Rodríguez Carballeira reconoció haber matado a su hija y negó que lo hubiera hecho «en un estado de perturbación mental». Declaró que la mató para librarla del mal, para restablecer el orden de la vida, la vuelta de su alma a su plasma materno, parte de él. No hay muerte, hay restablecimiento, eran una misma alma separada en dos cuerpos que han vuelto a unirse, pues Hildegart era parte indisoluble de su obra.
Su abogado, Mariano López Luca, la presentó como una demente irresponsable. Por su parte Antonio Vallejo-Nájera Lobón declaró que no había actuado como una paranoica, sino como una criminal. En opinión de Vallejo-Najera, después de haber cometido el crimen corrió en busca de un abogado de prestigio. Eso no es propio, afirmó, de un paranoico, porque este no piensa nunca en su defensa al creer que le sobran razones para defenderse. Aurora Rodríguez Carballeira, sentenció, «es responsable del acto que se le imputa».
Durante el juicio declararon Clara Campoamor, el diputado Eduardo Barriobero Herrán, el periodista Mariano Sánchez Roca, el poeta Félix Paredes Martín, el escritor Eduardo de Guzmán y el escritor Ezequiel Enderiz. Fue condenada a 26 años, ocho meses y un día de prisión. El 18 de julio de 1936, aprovechando la confusión del inicio de la guerra civil, abandonó su celda y desapareció. Acabó sus días en el psiquiátrico de Ciempozuelos. Falleció de cáncer el 28 de diciembre de 1955. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común.

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