Historia

La historia de la humanidad, a la carta

Las misivas han sido las protagonistas durante siglos de la comunicación a distancia, han sido testigos de la historia desde la Antigüedad hasta nuestros días

«La lectora en la ventana», obra creada por Johannes Vermeer alrededor del 1657
«La lectora en la ventana», obra creada por Johannes Vermeer alrededor del 1657Gemäldegalerie Alte Meister

El historiador y geógrafo griego Heródoto (m. 425 a.C.) en sus «Historias» describe el sistema postal estatal persa, el «angareion», que contaba con puntos de parada para los correos, «pirrazadis», donde el mensajero podía descansar y cambiar de montura. Las misivas se escribían en tablillas de arcilla o papiros siendo responsabilidad del mensajero la entrega del mensaje incluida su lectura para todos aquellos que no supiesen leer. Las cartas oficiales en Egipto estaban saturadas de fórmulas que facilitaban el trabajo del escriba. Uno de los materiales utilizados por los egipcios fue el papiro como evidencian las cartas de Heqenajt, un grupo de papiros de principios del Imperio Medio (2050 -1750 a.C) que se encontraron en una cámara subsidiaria de la tumba de Ipi,TT315 en Deir el Bahari. Los papiros contienen textos en nombre de Heqenajt, un sacerdote funerario encargado de los rituales funerarios de Ipi, quien permaneció en la zona de Tebas y escribió cartas a su familia describiendo la vida económica. También se utilizaron las tablillas de arcilla escritas acadio durante el Imperio Nuevo (1550 a.C-1070 a.C) momento en el que se había producido una expansión hecho que provoca un aumento de la correspondencia diplomática. Esta correspondencia oficial aparece en las excavaciones clandestinas en Amarna en 1887. Fue Willian Flinder Petrie quien excavó en Amarna en las campañas de 1891-92 encontrando 21 fragmentos. Desde los hallazgos de Petrie el número de tablillas ha aumentado y están distribuidas: 203 están en el Vorderasiatischen Museum en Berlín, 50 el Museo Egipcio de El Cairo, 7 en el Louvre, y algunas en el Oriental Institue de Chicago.

Sistemas postales

La primera referencia de una carta en el mundo griego se encuentra en «La Ilíada» de Homero, escrita durante el siglo VIII a.C., donde Proteus envía una tablilla doblada para que la lleve Belerofonte. Heródoto también describe la correspondencia entre Amasis de Samos y el tirano Polícrates hacia el 522 a.C. En la Grecia clásica no existía una red de correos oficial pero si mensajeros especializados, «hemerodromoi» y barcos para las entregas a larga distancia. En el Egipto romano se siguió utilizando el papiro como soporte de las misivas, un ejemplo de ella es la carta conservada en la British Library dirigida a Abineo por un oficial romano que le informa del arresto del responsable de la recaudación de las cuotas de cereal y que formaba parte de un lote de 80 cartas vendidas por traficantes de antigüedades en 1893.

En la Universidad de Basilea se conserva una colección de papiros del periodo romano en Egipto, de temas variados desde temas médico como uno atribuido a Galeno, hasta el papiro cristiano más antiguo del mundo fechado en el 230 d.C. en el que Arrianus envía noticias a su hermano Paulus. Los particulares enviaban sus cartas a través de comerciantes y viajeros de confianza, mientras que emperadores y funcionarios de Roma podían hacer uso del sistema postal estatal, «cursus publicus», cuya creación es atribuida por Suetonio a Augusto. La carta iba del remitente al destinatario a través de mensajeros, «iuvenes», que eran relevados si la distancia entre las entregas era muy larga. La red de calzadas del imperio permitía recorrer unos 80 km al día pudiendo descansar en mansiones, con alojamiento o en posadas de intercambio de transporte, «mutationes». El viaje podía ser hecho a caballo, cursus velox o en carros, «cursus clavularius».

Las cartas fueron muy populares en Roma, llegándose existir manuales para poder escribirlas correctamente como el de Julio Victor del siglo IV d.C. La Tardoantigüedad fue el periodo dorado de la escritura de cartas ya que las élites romanas adoptaron las costumbres de Cicerón y de los escritores clásicos. Aún se preservan las formas en las cartas escritas por Elipando, obispo de Toledo a Alcuino y Carlomago donde critica a Beato de Liebana en el siglo IX. Esta tradición grecolatina se preservó en el mundo medieval pero sometido a un proceso de formalización que imita a los antiguos modelos retóricos. La carta formal siempre formaba parte de la cancillería regia, notarial y eclesiástica enviándose no solo noticias formales sino también decretos, edictos y otros documentos destinados a su lectura pública. En Castilla se utilizaba una lengua formal que mostraba la estructura ortográfica, léxica, morfológica y sintáctica de romance castellano escrito. El completo paso al castellano en la correspondencia real se llevó a cabo durante el reinado de Alfonso X (1252-1284). Las cartas y diplomas llevaban la firma del emisor y del notario y un sello pendiente que garantizaba la autenticidad del documento fueron escritas tanto por hombres como mujeres. Es conocida la correspondencia de Catalina de Lancaster y la priora Teresa de Ayala, o las cartas entre la reina Berenguela y su hermana Blanca de Castilla en la corte francesa. En los siglos XVI y XVII la carta fue la principal forma de comunicación a distancia para toda la sociedad abaratando el papel los costes de escritura en una sociedad que emigraba o marchaba a guerras. Teresa de Jesús escribió 409 cartas muchas de ellas autógrafas acudiendo a sus secretarias amanuenses cuando su salud lo requería. Las cartas las enviaban a través de ordinarios, mensajeros oficiales de ciudad a ciudad, y otros ocasionales pagados a expensas del emisario. En 1716 se creó la Compañía Estatal de Correos en España lo que facilitó enormemente la distribución de los despachos. Actualmente hemos perdido la bella costumbre de enviar cartas a nuestros seres queridos, el correo electrónico y las redes sociales han modificado nuestra forma de comunicación. Abandonados quedaron los manuales de estilo mientras nuestros buzones se llenaban de facturas del banco.