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Viajes, mujeres y cartas: toda la vida de Josep Pla en una biografía definitiva

El profesor Xavier Pla firma la biografía definitiva del gran escritor catalán con mucha y desconocida documentación sobre el hombre y su obra
Josep Pla a mediados de los años cincuenta
Josep Pla a mediados de los años cincuentaGrup 62
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Existe una suerte de Olimpo en el mundo de las biografías de grandes escritores. No se crean que es un terreno muy concurrido porque para estar allí hace falta mucha dedicación, mucho de picar piedra y estudio sobre autores que en no pocas ocasiones se han encargado de ponérselo difícil a sus futuros especialistas. Allí están, por ejemplo, el James Joyce de Richard Ellmann, el Federico García Lorca de Ian Gibson y el Franz Kafka de Reiner Stach. A este Olimpo se le acaba de sumar la labor que ha realizado el profesor Xavier Pla quien firma la biografía más completa y exhaustiva sobre Josep Pla, alguien que hizo de su propia vida una obra literaria, pero que no había sido estudiado con tanta amplitud. «Un cor fortiu» publicado por Destino y que aparecerá en castellano a mediados de mayo bajo el título de «Un corazón furtivo», son 1.600 páginas que son el resultado de una decena de años de dedicación consultando los archivos privados del autor de «El cuaderno gris» o «Viaje en autobús», además de otros muchos fondos en los que se guarda el paso documental de Pla. Los 1.400 nombres que recoge el índice onomástico permiten tener una idea de la amplitud y la complejidad de este proyecto. Siguiendo con las cifras espectaculares, el biógrafo ha tenido que enfrentarse con las 35.000 cartas, en su mayoría inéditas, que Josep Pla conservó a lo largo de su vida.
En la Guerra Civil
El volumen nos permite adentrarnos en los aspectos más controvertidos en la vida y la obra del autor ampurdanés, especialmente los relacionados con la política y sus en ocasiones nada fáciles relaciones con las mujeres. En sus investigaciones, Xavier Pla ha localizado variada documentación inédita que permite aclarar estos aspectos. Empecemos por uno de los más polémicos como es el relacionado con su papel durante la Guerra Civil y posterior posguerra. ¿Realmente fue un espía de la causa franquista gracias a su trabajo en el Servicio de Información del Nordeste de España (SIFNE), es decir, los servicios de información antirrepublicanos? Xavier Pla ha incluso encontrado el carné del SIFNE emitido en Salamanca el primero de agosto de 1937, pero también un documento que se ha convertido en la columna vertebral de sus indagaciones sobre el escritor durante la Guerra Civil. El biógrafo explicó ayer que «encontré cuatro cuartillas redactadas después de la contienda donde anota entre julio de 1936 y enero de 1939 dónde está, su día a día, su mes a mes. Es la columna vertebral para poder explicar dónde está Pla, qué hace y con quién se ve. Ahora puedo documentar todo este itinerario, descubriendo que Pla pasa la guerra junto a su pareja Adi Enberg, pero no están ni una sola semana en el mismo sitio. ¿Huyen? ¿Tienen una misión? Son preguntas que pongo sobre la mesa. Él nunca escribió sobre la guerra». A este respecto resulta fascinante el certificado redactado por Josep Beltrán i Musitu, jefe del SIFNE y que envió al propio Pla. En él se afirma que «el señor JOSÉ PLA CASADEVALL ha estado desempeñando al servicio del SIFNE, en Marsella, desde principios de octubre hasta la fecha, una labor difícil y peligrosa, pasando como elemento rojo, para el mejor cumplimiento de su misión, y dando constantes pruebas a la organización de lealtad y sacrificio por la Causa Nacional». Para Xavier Pla su biografiado «jugaba con doble o triple personalidad».
A ello se le suma la labor del autor de «Vida de Manolo» en favor de los aliados. De nuevo, gracias a la pericia del especialista ahora conocemos de los encuentros de Josep Pla con agentes norteamericanos y británicos. El punto de partida en este sentido es una pequeña agenda de teléfonos de 1944 donde, como recordó Xavier Pla, «apunta con quién come y cena , las personas que ve. Cada día come y cena con personas diferentes, ya sea en L’Escala, Figueres, el Restaurante 7 Portes de Barcelona... En esta agenda que aparecen Josep Vergés o Carles Sentís, pero también apunta encuentros con una serie de personajes, todos de nacionalidad norteamericana, ingenieros químicos de una multinacional. Son agentes de la OSS, la precursora de la CIA. ¿Qué hacen comiendo en el Mas Pla con él? Cada vez que se reúne con ellos, Pla apunta “cant”. ¿Es por cantidad de dinero, mercancías o personas?». La cosa no acaba aquí porque en el mismo documento «aparecen otros personajes de nacionalidad británica que son periodistas del “Newsweek” y “Newyorker”. En realidad son agentes del MI9. Hay cartas personales de ellos con Pla en la se hace evidente que todos lo adoran. También sabemos que Pla envía papeles por valija diplomática a la embajada de Estados Unidos, además de visitar los consulados estadounidense y británico en Barcelona». Las investigaciones de Xavier Pla han permitido confirmar que el narrador catalán en 1944 formaba parte de una red de personas que se dedican a evadir soldados británicos por la Costa Brava, con contacto en L’Escala donde tiene un piso alquilado con Aurora Perea.
Esta última fue una de las mujeres más importantes en la vida del escritor. Mantuvieron una relación obsesiva en Cataluña y en Buenos Aires, además de por unas cartas que desesperaban a Pla si no llegaban. A ella se le suman otros nombres conocidos y desconocidos para los lectores planianos, como son Mercedes Costa, Aly Herscovitz, Adi Enberg, Lilian Hirsch y Consuelo Robles. «Si hablaba de sus parejas, ellas debían tener su voz, quería que el lector pudieran acceder a estas personas que no aparecen en su obra completa, salvo Aurora que lo hace con su inicial. Quería que Adi tuviera su voz, un personaje que crece mucho en el libro y que empieza sus cartas con un “Querido Joe”. Fueron una pareja moderna y anticonvencional que se extendió por las décadas de los 20, los 30 y los 40. Están juntos y separados», puntualizó Xavier Pla, recordando que fue el padre de Adi el encargo de financiar los pasos de Pla durante la Guerra Civil, lo que desmiente el mito de Francesc Cambó como principal mecenas planiano en aquel tiempo.
Respecto a Lilian Hirsch, Xavier Pla logró contactar con sus hijas permitiéndole acceder a las cartas que conservaban. Una de las historias más tristes sobre las mujeres de Pla es el caso de Aly Herscovitz, una joven judía a quien conoce en la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial e inmediatamente anterior a la llegada del terror hitleriano, es decir, en el Berlín de 1923. De ella se conservan únicamente dos cartas curiosamente escritas a Pere Pla, hermano del escritor. En una de ellas asegura que Josep Pla «es muy bueno, es como un niño». Aly acabó muriendo gaseada en el campo de concentración de Auschwitz en 1942.
Un amor platónico de madurez
Otro de los grandes descubrimientos de la biografía se refiere a una relación hasta ahora desconocida y que Josep Pla mantuvo con una joven llamada Luz de Santa Coloma. En el volumen póstumo «La vida lenta», que reunía tres diarios de 1956, 1957 y 1964, aparecía citado el nombre de Luz. Xavier Pla tiró de ese hilo y pudo contactar con la protagonista. En marzo de 1958, ella era una joven bonaerense de 16 años que viajaba en barco acompañada de su madre en su primer desplazamiento a Europa. Coincidió con Pla quien ya era un hombre mayor y uno de los mejores autores europeos de su tiempo. «Pla se enamora. Tiene con ella una relación platónica. La chica, por su parte, queda muy impactada por la personalidad de Pla quien la invita al Mas Pla», apunta el biógrafo. El padre de la joven accedió a esa visita, pero con la condición de que ella acudiera acompañada de su madre y se alojara en un hotel. Luz formaba parte de una importante familia de generales, aristócratas y presidentes de Argentina. «Usted puede ser la Proust de Buenos Aires. Debe escribir la historia de su familia», le dijo Josep Pla para animarla. Pero nunca lo hizo y optó por convertirse en psicoanalista para decepción del ampurdanés que volcó su amor y sensibilidad en las cartas que le envió.

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