Mujeres que marcaron su tiempo

Margarita de Austria, contra el corrupto

La reina consorte se enfrentó al Duque de Lerma, un hombre poderoso que maniobraba en la Corte para enriquecerse y limitar su capacidad de actuación. Fue desterrado

Retrato de Margarita de Austria pintado por Juan Pantoja de la Cruz en 1606
Retrato de Margarita de Austria pintado por Juan Pantoja de la Cruz en 1606 Museo del Prado

Margarita de Austria (Estiria, Austria, 1584–El Escorial, 1611), nieta del emperador Fernando I de Habsburgo, hermano menos de Carlos V, fue reina consorte de España durante doce años al ser esposa de Felipe III. Quién eligió a Margarita como su prometida fue el padre de Felipe II, uno de los mejores reyes de España, quien durante aquel tiempo de división interna en la dinastía deseaba a toda costa mantener la unidad. Tras recibir una esmerada educación católica, Margarita viajó con su madre hasta Valencia, donde se confirmó el matrimonio en 1599, pues ya se había celebrado por poderes a finales del año anterior, cuando ella tenía 1solamente 14. Felipe era ya monarca desde hacía un año, por lo que ella pasó a ser directamente consorte. El matrimonio tuvo un total de ocho hijos, siendo el más importante el futuro Felipe IV de España, nacido en 1605.

Su primera hija, Ana, fue reina de Francia al convertirse en esposa de Luis XIII. Ambos tuvieron como hijos al famoso Luis XIV y a Felipe de Orleans. Otra de sus hijas, María, llegó a ser emperatriz del Sacro Imperio. Los hermanos Carlos y Fernando fueron importantes miembros de la Corte, sobre todo este último, conocido como el «cardenal infante» y que participará en la Guerra de los 30 años. El otro se mantuvo soltero y tendría una posición importante, ya que pudo haber sido el futuro rey de España debido a los problemas de sucesión de su hermano mayor, Felipe IV. El resto de los hijos no llegaron a superar la infancia. A pesar de que, oficialmente, una reina tenía poca o ninguna responsabilidad en la gobernación de la Monarquía, los contemporáneos entendieron que su cercanía al monarca le otorgaba al menos la posibilidad de actuar como portavoz de varios intereses e incluso de ejercer una clara influencia desde su posición de poder. Y así pasó con Margarita de Austria. Aunque sus primeros años en la Corte fueron difíciles debido a su juventud, su desconocimiento de la realidad española y los intentos del duque de Lerma de limitar su influencia y conexiones, a partir de 1602 existen claras evidencias de que Margarita participó activamente en el proceso de toma de decisiones y también en los conflictos políticos que se produjeron durante la primera mitad del reinado.

Así, por ejemplo, los informes del embajador del emperador alemán en España, Franz Christoph Khevenhüller, indican que en el Imperio se contaba con que Margarita habría de ejercer su influencia en defensa de los intereses de la rama austríaca de la familia, unos intereses que creían en peligro por la política supuestamente aislacionista de Lerma. La participación de la reina y sus aliados en los debates y luchas políticas del período se incrementó a partir de 1606 coincidiendo con las primeras grandes crisis del régimen encabezado por el duque de Lerma.

De hecho, la relación entre el duque de Lerma y la reina siempre fue nefasta, pues ella veía como quería acaparar el poder. Esta lucha se prolongará durante toda la vida del duque. Margarita encontró apoyos en la Corte, sobre todo, entre sus damas de compañía y en el confesor real. Con ellos se logró poner en marcha una investigación que terminó por sacar a la luz la corrupción del duque, que acabará siendo desterrado de la Corte, lo que significó el triunfo de la reina. Un triunfo que no pudo disfrutar debido a su prematura muerte en 1611.Enfermó poco después de dar a luz a su último hijo, quien viviría poco menos de un año. A pesar de que claramente falleció por las complicaciones del parto, en la época se rumoreaba que sus enemigos (los amigos del duque de Lerma) habían provocado su fallecimiento. En el último año de vida logró fundar uno de los monasterios más importantes de España, el Real Monasterio de la Encarnación, próximo al Palacio Real de Madrid y uno de los referentes arquitectónicos del Barroco español que en su interior todavía conserva gran cantidad de obras de arte y el estilo austero de los Austrias. Para el rey Felipe, la muerte de su esposa, a la que había sido siempre fiel, fue un duro golpe. Este terminó por expulsar de su Corte madrileña al duque de Lerma en 1618.