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Grandes casos de corrupción de la historia
Robos de tumbas, faraones y un alcalde corrupto
Este suceso, ocurrido durante el llamado Imperio Nuevo de Egipto, sobre el 1100 a.C., fue uno de los primeros exponentes de corrupción política registrada en la historia

Podríamos pensar, si somos especialmente inocentes, que la corrupción es algo propiamente moderno o problema únicamente de nuestras sociedades, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto, no obstante, es que prácticamente desde que el mundo existe ha habido individuos que, amparados en su autoridad, han decidido sacar tajada y aprovecharse de lo común.
Uno de los primeros casos de corrupción documentados de nuestra historia se remonta al período de Imperio Nuevo egipcio (1550 a.C- 1070 a.C.), durante el reinado Ramses IX, entre el 1126 a.C. y el 1108 a.C. (aprox.). Durante esa época eran habituales los asaltos a las tumbas de altos sacerdotes y nobles, pues era costumbre en el antiguo Egipto el enterrar a los notables de la sociedad con numerosas riquezas. Lógicamente, grandes centros funerarios cargados de riquezas sin vigilancia hacían las delicias de muchos criminales, que veían en esta acción una forma relativamente sencilla de hacerse tremendamente adinerados. No obstante, lo curioso de este caso en concreto es que los asaltos no estaban organizados únicamente por criminales, como solía ser habitual, sino por cargos del gobierno local.
Si acudimos al pasado podemos comprobar que el mangoneo es más viejo que el hilo negro
El caso funcionó, según el papiro Abbott, de una particular manera. El alcalde de Tebas Oriental, un tal Paser, denunció a su colega Pauera, alcalde de Tebas Occidental, por colaborar con una banda organizada de saqueadores de tumbas. Según los documentos encontrados, se acusaba a Pauera de apoyar y encubrir los robos en tumbas para enriquecerse a costa de los enseres de los fallecidos o, al menos, de no realizar las debidas labores de protección y cuidado que esos lugares requerían. La acusación, si ya ahora sería grave, lo era más en el Antiguo Egipto, donde esas riquezas que acompañaban a los fallecidos les aseguraban una buena vida en el Más Allá. Por lo tanto, el delito no era sólo monetario, sino también una afrenta religiosa y espiritual.
De tal manera, el visir Jamuaset organizó una comisión de investigación para esclarecer los hechos. No obstante, aquí vino la trampa, y es que esta investigación estaba liderada por el propio Pauera. Esto, como es lógico, causó bastante revuelo y la población consideraba que la investigación era una excusa para seguir realizando esos crímenes. Los habitantes de pueblos cercanos al llamado Valle de las Reinas –uno de los principales lugares de enterramiento de la nobleza femenina egipcia– protestaron y acusaron a Jamuaset y a la investigación de corruptos, pero no sirvió de nada.
Obviamente, la curiosa comisión arrojó pocos resultados y si bien un par de saqueadores de tumbas fueron encontrados culpables y ejecutados, los que pagaron principalmente fueron varios sacerdotes y trabajadores de los centros funerarios. Pauera, como era de esperar al investigarse a sí mismo, fue declarado inocente y continuó su actividad.
Un resultado bastante peor
El pobre Paser, por otro lado, en su intento de hacer justicia tuvo un resultado bastante peor. Su acusación fue desestimada y cayó en desgracia. De hecho, Pauera se aprovechó de un tecnicismo para deslegitimar a Paser. Y es que el alcalde de Tebas Oriental había tenido el error de sobreestimar los robos a las tumbas, afirmando que habían sido muchas más de las que finalmente se saquearon. Así, el artero alcalde corrupto aprovechó esto y las conclusiones de la investigación para, junto al visir, acusar a Paser de perjurio y sentarlo ante un tribunal que finalmente le obligó a declararse culpable de haber mentido y acusado falsamente.
Por supuesto, y probablemente para sorpresa de nadie, los crímenes no se detuvieron, sino que los asaltos a tumbas siguieron siendo constantes en la región, esta vez, eso sí, sin que ninguna figura política se atreviese a decir nada.
Y es que como podemos observar, este suceso presenta todo lo que ahora podemos considerar normal en un caso de corrupción: alianza de políticos con criminales, afán por hacerse con las riquezas de los ciudadanos y hasta cohecho, ya que la decisión de adjudicar la investigación al propio acusado, en principio, no suena especialmente justa. Así que, como se puede comprobar, en esto de la corrupción nuestras sociedades no son nuevas. Solo esperemos que el siguiente paso que veamos no sea que se saqueen las tumbas.
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