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Objetos universales

Gafas de sol: del hueso al cristal

Los modelos actuales poco tienen que ver con los "ilgaak" de hueso de los inuit, pero desde mediados del siglo XX estas lentes protectoras se han consolidado como un icono de moda

Un inuit llevando un modelo de las conocidas como "ilgaak"
Un inuit llevando un modelo de las conocidas como "ilgaak"La Razón

En estos días cuando el sol se encuentra en el ocaso y la carretera se inunda de una luz cegadora acudimos a las gafas de sol para proteger nuestros ojos de la claridad. No sólo en verano, también en invierno las gafas de sol nos protegen de la fotoqueratitis o ceguera de la nieve, una enfermedad derivada de una alta exposición a la radiación ultravioleta de la luz del sol. Es muy común entre los deportistas de esquí y otras especialidades de invierno, y también entre quienes viven en lugares cercanos a los polos y cubiertos de nieves la mayor parte del año. Sin embargo, aunque su uso nos remita a prácticas actuales y se considere en muchos casos un complemento de moda, su origen nos lleva a la prehistoria en América del Norte, encontrándose los primeros ejemplares en sitios arqueológicos de hace más de 2000 años. Algunos pueblos que habitan territorios dentro del Círculo Polar Ártico, como los Inuit y los Yupik, han utilizado gafas de sol para protegerse del sol desde la Prehistoria hasta los años 50 del siglo XX.

Los inuit, célebres por su extraordinaria capacidad de adaptación a uno de los entornos más extremos del planeta, su rica cultura ancestral profundamente vinculada a la caza y la pesca, y su sólido sentido de comunidad, convirtieron esta invención en una herramienta esencial para asegurar su supervivencia y desenvolverse con éxito en condiciones climáticas particularmente adversas. Las gafas que se utilizaban no eran como las nuestras con cristales ahumados de colores, sino talladas en marfil de morsa o cuerno de caribú, en una sola pieza con aberturas mínimas que permitían la entrada del sol de forma controlada. Estas extrañas gafas ligeramente curvadas eran denominadas por los inuit como «ilgaak», y por los yupik «nigaugek» o «iyegaatek», y se aseguraban a la cabeza mediante una correa de piel trenzada.

Según investigaciones realizadas por el oftalmólogo danés Mogens Norn en la década de 1990 con ejemplares de museos de Dinamarca y Groenlandia, las «ilgaak» reducen la nocividad de la radiación ultravioleta a entre un 2 y un 8 por ciento. Si bien estos objetos se utilizaron en los espacios del Ártico durante más de dos milenios, no fueron utilizados por los pilotos de principios del siglo XX que se veían sometidos a condiciones lumínicas similares a las del Ártico en sus vuelos. John Macready, un piloto americano que volaba regularmente en los años 20 observó como sus compañeros tenían fuertes dolores de cabeza y enfermedades si se quitaban los protectores oculares que tenían una montura de piel gruesa que permitía su ajuste a medida a la cabeza del usuario.

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En un viaje se le empañaron las gafas llegando a la conclusión de que estos utensilios que hoy nos parecen románticos y exóticos no eran útiles para los vuelos a gran altura. Usando su posición en el ejército estableció relaciones comerciales con la empresa Bausch & Lomb y producto de esta alianza nacieron unas gafas mucho más livianas con lentes verdes que minimizaban los reflejos y maximizaban la visión. Tras obtener un éxito inmediato, se pusieron al poco de venta al público a finales de la década de 1930. Bausch & Lomb las comercializó como «Ray-Ban aviator». Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, su uso se generalizó aún más en el ejército, con versiones perfeccionadas que se llevaban tanto en vuelo como en tierra. Cuando el general Douglas MacArthur desembarcó en la playa de Filipinas en 1944, llevaba puestas las suyas siendo la imagen captada por la prensa, hecho que constituiría la consagración icónica del diseño aviador.

Posteriormente, en 1947 oficialmente la empresa desarrolla las reconocidas gafas de sol como accesorio de moda para el público utilizando campañas publicitarias, dirigidas a tanto hombres y mujeres, relacionadas especialmente con el patriotismo y el orgullo nacional que se encontraba en auge en aquellos tiempos, aunque también promovían mucho los avances tecnológicos de la época y sus ventajas racionales como funcionalidad y comodidad. Llegaron a utilizar en algunas de sus campañas la figura de la piloto Amelia Earhart como imagen para acercarse al público femenino con esta dinámica patriótica.

Las campañas publicitarias garantizaron muchísimas ventas para la marca logrando que el modelo de gafas fuera todo un éxito en la sociedad comercializándose bajo el concepto de la felicidad y la unión familiar pese a los tiempos bélicos, atrayendo mucho la atención del público con lemas como «Los miembros del mañana necesitan buenos ojos». El uso de este modelo de gafas llega a la gran pantalla en los 80 con el estreno de varias películas como Top Gun, protagonizada por Tom Cruise, y Cobra, protagonizada por Sylvester Stallone; en estas películas se puede ver a los actores luciendo un par de gafas de aviador. En los años 2000 se retoma la onda retro y clásica en la moda, convirtiéndolos en un artículo popular entre los adolescentes seguidores de la última moda, siendo utilizadas por artistas como Michael Jackson, Paul McCartney o Ringo Starr. Hoy las gafas de aviador las comercializan distintas marcas y distintos modelos, los inuit y los pueblos del Ártico abandonaron sus clásicas gafas de hueso y se adaptaron a la tecnología y los nuevos tiempos.