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Isabelle Huppert: "Hablar de una ‘‘buena víctima’’ implica ponerse del lado del agresor"

La icónica intérprete protagoniza "Un blanco fácil", escalofriante trama basada en el injusto caso de la sindicalista Maureen Kearny
Isabelle Huppert
Isabelle Huppert durante su visita a Madrid con motivo del estreno de "Un blanco fácil"Sergio PérezEFE
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Mujeres cuyo testimonio queda invalidado de forma sistemática, mujeres silenciadas, mujeres a las que nadie cree, mujeres a las que se les cuestiona el cómo y el por qué de sus actos, de sus gestos, incluso de sus particulares resistencias. Malas víctimas. Esta historia nos suena, la conocemos, la hemos escuchado demasiadas veces, ocurre de forma diaria en nuestras sociedades y tiene nombre, aunque a veces se olvide. El de Maureen Kearney se inscribe dentro de esta nómina de casos de violencia patriarcal practicada desde las instituciones y las esferas de poder. Pocas veces la protección del empleo de 50.000 personas implicó tantísimo peligro, supuso semejantes consecuencias, implicó tantas consecuencias personales para quien sacrificó, sin saberlo, su propia integridad para conseguirlo.
La historia real de la sindicalista que lo intentó (la propia Kearny) y que tras sufrir amenazas y presiones por parte de la multinacional nuclear francesa para la que trabajaba, tuvo que enfrentarse a una violenta agresión sexual en su propia casa pasando de ser víctima a convertirse en potencial sospechosa, contaba con los suficientes ingredientes cinematográficos como para ser trasladada a la gran pantalla en «Un blanco fácil», el nuevo trabajo de Jean-Paul Salomé. Nos sentamos a hablar con Isabelle Huppert, el mito encargado de ponerse en la piel de esta mujer que luchó por la veracidad de su relato hasta las últimas consecuencias.
Isabelle Huppert en "Un blanco fácil"
Isabelle Huppert en "Un blanco fácil"Imdb
Cuando pensamos en profesiones que implican una defensa explícita de los derechos de los trabajadores, ¿es importante que una sindicalista, en este caso, parezca una sindicalista? Porque llama la atención el aspecto de Maureen Kearny...
Efectivamente, su forma de vestir o de maquillarse no se corresponde con la imagen a veces caricaturizada que tenemos de los sindicalistas, pero sí encaja con los ámbitos políticos y de gente digamos importante entre los que ella se mueve. En cuanto empezamos a trabajar en esta película, tanto Jean-Paul Salomé como yo comenzamos a trabajar en la apariencia física de esta mujer. En cierto modo, es muy cinematográfica de forma natural: con su moño rubio que sigue manteniendo a día de hoy o esas gafas de pasta negra que aportan ambigüedad porque cortan el acceso directo a la mirada. Decidimos que íbamos a copiarla porque el personaje aportaba algo en cierta forma hitchcockiano.
A la hora de encarnar el personaje, sabiendo que se trataba de un caso real y teniendo en cuenta el grado alto de injusticia con el que se gestionó, ¿le costó disociar su trabajo como actriz de sus sentimientos y sensaciones como mujer?
Para mí es algo imposible de imaginar, algo que no entra en mi cabeza. Mi forma de actuar es otra, soy una actriz muy fría, bastante cerebral, por ello lo que interpreto nunca me concierne. El placer de interpretar está por encima de mis preocupaciones como espectadora. La interpretación no es un proceso emocional. Jeanne Moreau decía que «ser espectadora y actriz no es lo mismo», y tenía toda la razón. Me interesa tener una reacción emocional como espectadora, pero no como actriz, y realmente así es como disfruto de mi trabajo. Nunca entendí esto de meterse en el personaje.
"Soy una actriz muy fría, bastante cerebral, lo que interpreto nunca me concierne"Isabelle Huppert
Uno de los conceptos jurídicos y sociales que más remueve en la trama es el de «buena víctima». No se comportó como una mujer agredida, no se defendió correctamente... ¿Qué le producen este tipo de juicios paralelos que siguen por desgracia tan vigentes hoy en día?
En cuanto utilizas el concepto de la buena o la mala víctima estás negando que hay una víctima. O lo eres o no lo eres. Pero estamos refiriéndonos a una violencia inimaginable, y por lo tanto hablar de «buenas víctimas» implica negar su existencia, ponerse del lado del agresor, es una definición tan perniciosa y patriarcal...
Dentro de la profesión, ¿ha percibido alguna vez que su voz tenía menos peso que la de compañeros hombres?
Pienso que resulta complicado responder a esa pregunta. Creo que nunca lo he notado, por suerte, ni he sentido que la opinión o la decisión de un compañero durante un rodaje pesara más que la mía. Siempre entendí cuál quería y tenía que ser mi sitio central en las películas que hacía, y eso me ha hecho evitar problemas. He sabido reivindicarme.