J. M. Coetzee: «Escribir es como rezar»
El Nobel presentó en Madrid su nuevo libro, «Siete cuentos morales», y habló de su alejamiento de la lengua inglesa.
El Nobel presentó en Madrid su nuevo libro, «Siete cuentos morales», y habló de su alejamiento de la lengua inglesa.
El escritor J. M. Coetzee, que es un Nobel muy Nobel, llegó envuelto en ese fular de misterio, de hombre huidizo, inaccesible a la Prensa, que suele acompañar su presencia, y que probablemente no sea más que una máscara para esconder su terrible normalidad. De una elegancia sencilla, sin estridencias, y de una lentitud exagerada, que deja la vaga impresión de pertenecer a esa raza de personas que viven alejadas del tiempo, reflexionó sobre su relación con Estados Unidos, el inglés y Elizabeth Costello, personaje que ha recuperado en su nuevo libro, «Siete cuentos morales» (Random House). «Intentar describir la relación de uno con la lengua en la que trabaja a nivel profesional es un tema profundo y complicado. Tengo reservas respecto al inglés a nivel personal, filosófico y político. Hay una hipótesis que se llama la relatividad lingüística. Para muchos especialistas es muy difícil conocer a un pueblo por la lengua. Ahora el inglés está en proceso de convertirse en una lengua global y muchos consideran que esto es bueno. Algunos lingüistas nos alertan que como cualquier otro idioma, tiene relaciones imbricadas con su estructura y si empiezas a absorber la visión del idioma inglés podemos equivocarnos. Estar incluido en un idioma es estar en la opinión del mundo de ese idioma. A pesar de mi trabajo, yo cada vez me separo más de la opinión del mundo del inglés».
Admirador de Jesús
J.M. Coetzee, que es amable y sonríe, aunque según algún mito que corre por ahí, nunca ríe, recordó su vinculación con la religión, una preocupación central en su obra «La infancia de Jesús»: «En un mundo ideal me hubiera gustado publicar este trabajo sin título, solo con una página en blanco, para que el lector llegara a la conclusión de que se trataba de la infancia de Jesús, pero en éste es imposible publicar un libro sin título. Siempre he creído que si un libro no puede hablar por sí mismo es un fracaso. Este no trata del Jesús histórico ni tampoco tiene una base histórica. ¿Me considero como un escritor cristiano? Aunque me eduqué en una escuela católica, no vengo de una familia religiosa. Tampoco he ido a la iglesia, pero siempre me ha emocionado la vida, la muerte y el autosacrificio de Jesús por nosotros».
El autor comentó su inaudita decisión de publicar «Ocho cuentos morales» en español antes que en inglés, subrayando la tensión que mantiene con uno de los países en los que redondeó su formación educativa: EE UU. Una explicación que dio refiriéndose a su trayectoria y a él mismo en tercera persona, igual que en algunos de sus escritos biográficos: «Que haya publicado en español es un gesto hecho a propósito. Cuando miro atrás veo a un chico que nace en Sudáfrica y tiene una infancia compleja: parece afrikáans, pero no tiene ciertas características de ellos. Este muchacho empieza a escribir en un idioma adquirido, el inglés, para un mundo más amplio. Logra un hito con ''Esperando a los bárbaros'', que le convirtió en un autor internacional, lo cual no significa que tenga que ser británico o americano. Esta persona de la que hablo –prosigue–, según envejece, está más distanciado de EE UU y no está de acuerdo con el convencimiento de los americanos de que su forma de vida debe extenderse por el mundo; a la vez, le gusta cómo le reciben en otras partes del mundo. Y trabaja con otros traductores. Entonces se plantea por qué no publicar primero en Argentina y España y luego en inglés para ver si el mundo está igual de interesado en leer».
El autor de «Desgracia» bromeó sobre el parecido que existe entre la literatura y las plegarias –«Escribir es como rezar. En ambos casos es difícil. Son disciplinas. Para escribir hay que ceñirse a una página en blanco y esperar a que esta página nos hable, o a que vengan las musas, y muchas veces desesperamos»–, y reflexionó sobre la relación que existe entre el pasado y el presente: «Nuestros bisabuelos, en términos de pensamiento actual, eran criminales. Cometieron robos, incluso asesinatos, pero ellos no pensaban en sí como criminales, sino que estaban implicados en civilizar a la gente». Palabra de Nobel.