Jeremy Irons: "No me importaría morir junto a uno de mis cuadros"
El actor de «Inseparables» o «El misterio von Bulow» presenta en Barcelona, dentro del BCN Film Festival, el documental «Pintores y reyes del Prado», de Valeria Parisi, en el que se conmemora el 200 aniversario de la pinacoteca.
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El actor de «Inseparables» o «El misterio von Bulow» presenta en Barcelona, dentro del BCN Film Festival, el documental «Pintores y reyes del Prado», de Valeria Parisi, en el que se conmemora el 200 aniversario de la pinacoteca.
Jeremy Irons es uno de esos actores que son conscientes que la fortuna les sonríe, con lo que no tiene sentido no sonreír también. Inglés de ademanes lentos, suspira más que habla, como uno de esos viejos druidas de sabiduría cálida, mientras fuma apartando su pequeño cigarro para que el humo no moleste a nadie. «¿Estáis bien, no os molesta el frío?», comenta mientras reconoce que él no vive para la actuación, sino que actúa para vivir mejor. Con este temple casi zen, ayer presentaba «Pintores y reyes del Prado», un documental que sirve de celebración del 200 aniversario de la pinacoteca madrileña y donde el actor da buena cuenta de su amor por la belleza en todas sus ramificaciones.
–¿Qué le llevó a aceptar un proyecto como éste?
–Adoro España y siempre que vengo a Madrid me alojo en el Ritz, que no está lejos del Prado. Mi agente me dijo que existía esta posibilidad y me pareció estupendo pasar tres días conociendo un poco mejor el museo. Cuando empezamos a trabajar pude comprobar que mi instinto no se equivocaba.
–¿De todos los cuadros del Prado con cuál se quedaría?
– «Las Meninas», por supuesto. El juego de perspectivas es increíble y por primera vez nos permite ver qué están viendo los retratados. Es fascinante. Por lo demás, El Bosco es extraordinario, me encantan los grandes óleos ecuestres, y El Greco me parece bastante interesante. Hasta ahora conocía muy a fondo la pintura flamenca. Me encantaba cómo retrataban la vida cotidiana, pero esta visita me ha permitido profundizar en otros artistas, como Goya. Es increíble cómo bulle por dentro en sus últimos años de vida y las imágenes que proyecta son fascinantes.
– Carlos V quiso morir ante la belleza misteriosa del cuadro «La Gloria», de Tiziano. ¿Ante qué cuadro hacerlo a usted?
–No lo sé, supongo que me encantaría morir frente a los cuadros y esculturas que he ido adquiriendo durante los años. Claro, con mi familia, pero no me importaría que estas obras de arte fuesen lo último que viera.
–¿Así que es usted un coleccionista de arte?
–¿Coleccionista? No creo, o al menos no me siento así. Sí que tengo muchas obras en casa. Mi proceso siempre es el mismo. Voy a una galería y veo algo que me gusta. Mi primera reacción es encontrarlo muy caro, así que me marcho. Una semana después vuelvo, para ver si está, y entonces ya no lo encuentro tan caro. No es hasta mi cuarta o quinta visita cuando me decido. Tengo un amigo marchante que viene a casa y me pregunta por el nombre del artista de mi nueva adquisición y muchas veces no me acuerdo. Él me dice que soy raro porque todos sus clientes y amigos compran por el pintor. Yo compro por lo que me produce el cuadro, por la comunicación que inicia conmigo.
–¿Y qué arte le interesa?
–Tengo, sobre todo, cuadros románticos de finales del XIX, muchos de ellos de pintoras. La franja temporal me lleva hasta 1930, no más.
–¿Nunca pensó en ser pintor antes que actor?
–Nunca sentí una verdadera pasión por ser actor. Siempre me vi a mí mismo como una especie de gitano nómada, que viaja de noche y no para de moverse. La profesión de actor me permitía una vida así. Esto no quiere decir que en cada proyecto no vuelque con pasión todo mi ser, pero nunca me ha obsesionado mi carrera. Ahora tengo que acabar mi papel en «Watchmen» y después me apasionaré con un viaje en barco. Actuar me permite tener la vida que quiero.
–¿Puede avanzarnos algo de «Watchmen», la nueva adaptación televisiva de la novela gráfica de Alan Moore?
– No, si te dijese algo tendría que matarte después. Ahora se han vuelto verdaderamente ridículos con el secretismo detrás de las películas. Lo único que puedo avanzar es que es un equipo fantástico, con un guión increíbley que ha resultado bastante divertido, así que esperemos que eso se haya quedado reflejado en la pantalla.
–¿Cómo decide qué papeles aceptar?
–Es una cuestión de apetito, así que siempre varía. A veces te apetece pescado y otras una manzana. Me dejo llevar por las entrañas y dejar que mi instinto me guíe. Me he equivocado pocas veces, pero sí algunas. Cuando eso sucede lo único que queda es intentar llenar huecos. Me encanta trabajar con directores nuevos, aunque a veces resulta que no son demasiado buenos. Entonces intentas darles más ideas para ver si compensas las cosas. Pero el cine es misterioso. A veces crees que todo es un desastre y luego salen cosas maravillosas.
–¿Qué le supuso el Oscar por «El misterio Von Bulow»?
–Fue como una gran fiesta de cumpleaños. Todo el mundo te felicitaba, incluso compañeros de profesión que ni siquiera sabías que supieran quién eras o gente del Gobierno. A nivel de carrera no afecta, pero los premios siempre son una alegría, sobre todo porque yo conozco a muchos grandes actores que no han recibido ninguno. Así que es una suerte que hay que agradecer.
–¿Algún papel que se le haya quedado en el tintero?
–Llevo 50 años actuando y reconozco que mi carrera ha sido muy ecléctica. He hecho de todo y no ansío realmente algo por hacer. Este año he podido ser Próspero en «La tempestad», de Shakespeare, uno menos que me queda Y sí que me gustaría llevar a la pantalla «Ricardo II». Lo dirigiría, pero soy algo perezoso y dirigir te involucra demasiado tiempo en un único proyecto, y yo necesito el dinero.
–¿Y qué directores le han marcado más en su trayectoria?
–Me encantaría volver a trabajar con David Cronenberg, pero no sé si está para volver a dirigir una película. También me hubiese encantado hacerlo con Paolo Sorrentino, que me dirigió en un anuncio hace unos años o con Mike Nichols. Pero soy más de disfrutar del momento, no de pensar en el futuro. Ahora estoy en Barcelona y disfruto de Barcelona.
–Hablando del momento, ¿qué le parece fenómenos como el Brexit?
–Deberíamos estar unidos a Europa, económicamente nos daría más poder, pero al mismo tiempo Europa forma parte del problema en esa lucha contra el capitalismo. Sin embargo, cuando miro a aquellos que quieren irseno me gustan tanto como los que se quieren quedar
–¿Y qué le parece cuando Spielberg asegura que ver películas en Netflix no es lo mismo que hacerlo en el cine, pues no se pueden valorar igual?
–Se equivoca, porque los tiempos están cambiando, y si estamos juzgando la calidad de la historia, del guión, de la actuación o del diseño de la producción me parece que Netflix debería estar permitida en el festival de Cannes. El panorama en el cine se están transformando, aunque las cifras del público en las salas convencionales hayan subido en los últimos tres o cuatro años. Hay un deseo de que la gente acuda a los cines porque asistir a la sala oscura sigue siendo un acontecimiento.
Valeria Parisi, la mujer detrás del documental
Valeria Parisi no podía creer que Jeremy Irons fuese el narrador de su documental «Pintores y reyes del Prado». «Al principio he de reconocer que estaba algo intimidada, pero desde el primer momento se mostró como un hombre humilde y cercano que hizo todo lo que pudo por ayudarnos», afirma Parisi. Tanto es así, que el actor revisó los textos con los guionistas para que saliesen más naturales. «Además de actor es un auténtico apasionado del arte y esto se pone de manifiesto en cómo se involucró en el proyecto», añade la directora. El documental refleja la historia del Prado a través de los cuadros que le dan vida y los reyes que los adquirieron. Además, sirve para unir el pasado y el futuro de la institución, con una particular insistencia en la rehabilitación del Salón de Reinos, obra de Norman Foster. «No podíamos convertirnos en una enciclopedia, con lo que no podíamos hablar de todos los cuadros, pero sí utilizar a los más relevantes para unir pasado y futuro a través de las increíbles historias que han conformado la institución. Lo que estaba claro es que es un documental que se ha de ver de China a Australia, con lo que no podíamos olvidar los cuadros más célebres de la pinacoteca», añade.