José Antonio Bayona: «Hay mucha polarización en el cine español»
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En apenas una década se ha convertido en el mayor «cazagoyas» del cine español. Hay un antes y un después de J. A. Bayona desde que, en 2007, dirigió «El orfanato». Hasta entonces, este barcelonés de barrio obrero y familia humilde era un joven prodigio sólo reconocido en el mundo del videoclip: OBK, Camela, Ella Baila Sola... Sus servicios eran solicitados una y otra vez hasta que Guillermo del Toro apostó por él. «El orfanato» fue un éxito sin precedentes para una ópera prima. Ganó 7 Goyas y recaudó 78 millones frente a los 4,5 que había costado. De ahí data la fama de «chico maravilla» que acompaña a este tipo de apenas 41 años. Poco hay que decir de «Lo imposible»: de nuevo millones a espuertas, nominaciones en los Oscar y 5 galardones en los Goya. «Un monstruo viene a verme» (con 9 goyas) es la última prueba de que en Bayona la Academia de Cine y, en general, la industria, ha encontrado una figura de referencia de un modo de entender este negocio. Sólo se le resiste el galardón a mejor película: «Pero bueno, así nos quedan cosas por hacer», asegura.
A Bayona no le gusta que las cifras mareantes de su cine se coman la narración, la solapen. «No hay un plan trazado para tener premios y espectadores. Yo al público le debo hacer esta película porque sin el éxito de ‘‘Lo imposible’’ no podía haber hecho esta apuesta más arriesgada y personal. Me motiva que a la gente le haya gustado, porque ‘‘Un monstruo viene a verme’’ lleva al espectador a zonas un poco incómodas». Esta historia de duelo anticipado (un chico que debe desprenderse de su madre, enferma de cáncer) se ha convertido en la más taquillera del año y en la más vista en nuestro país. Cada vez que lo enfocaban las cámaras en la pasada gala de los Goya, a Bayona era difícil verlo sin una lágrima a punto de precipitarse. Y es que son nueve goyas para la que, dice, es su cinta más complicada: «Era una historia muy bonita, un libro precioso, pero difícil de contar, de llevar a la pantalla. Lo sufrimos mucho en el montaje, por eso ese premio me hizo tanta ilusión, así como el reconocimiento a todo el equipo. Llevo años trabajando con ellos, en tres películas y con una serie de televisión de por medio». Además, la cinta supone una especie de cierre de ciclo sobre las relaciones materno-filiales. «Haber subido todos ahí arriba (al escenario de los Goya) es un gustazo», añade.
Muchos de sus colaboradores se han embarcado con Bayona en la gran aventura profesional de sus vidas: la secuela de «Jurassic World», un gigante de 260 millones de euros de producción. El propio Spielberg eligió a Bayona como su sucesor. Todo un lujo. Como lo es decirle que «no» a Scorsese. El italoamericano lo buscaba para un proyecto que no le hacía tilín al catalán y Bayona encontró el modo de evitar la llamada del director de «Toro salvaje».
w «mucho por hacer»
Salir al exterior le da perspectiva de la industria: «Hay mucha polarización y es algo que está sufriéndolo no sólo el cine español sino todo el mundo. Cada vez es más difícil hacer películas de clase media. ‘‘Un monstruo viene a verme’’ es una superproducción en España, donde el coste medio es de 1,2 millones, pero en el extranjero es de clase media». Con todo, el triunfo de «Tarde para la ira» como mejor película le alegra en el contexto de «un gran año para el cine español, estoy muy contento de lo que hemos conseguidos todos. El público cada vez tiene menos problema en ver cine español; quieren ver películas buenas y las estamos haciendo.
No obstante, asegura Bayona, que suele mostrarse reivindicativo en redes sociales y actos oficiales, «queda mucho por hacer. Ojalá todas las películas tuvieran una promoción como la que tuvo la mía y que los canales de televisión produjeran más. Deberíamos empezar a exigir una política cultural mucho más contundente y un refuerzo de la televisión pública que articule un cine español que no sólo dependa de las cadenas privadas». Y es que, mantiene, «la cultura es toda expresión de lo que sentimos, y no apoyarla es ir en contra de uno mismo».