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Literatura

Barcelona

José C. Vales: «Nuestras abuelas no eran tan castas como creemos»

José C. Vales: «Nuestras abuelas no eran tan castas como creemos»
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«Cabaret Biarritz», la novela que resultó ganadora del último Premio Nadal, nos traslada a los locos años 20

Para todos aquellos que crean que los 60 fue la década prodigiosa, del amor libre y la revolución social, es que no saben nada de los años 20. El escritor José C. Vales nos traslada, en su última novela, a la localidad francesa de Biarritz. Es el año 1925, cuando la ciudad es la cuna de la alta sociedad y todos viajan allí para pasar sus vacaciones y disfrutar un poco de esos locos años 20. Claro que con ellos también aparece la otra cara de la moneda, buscavidas, prostitutas, pornógrafos, atraídos por ese gran luminoso que señala «dinero». Juntos y revueltos, la aparición del cadáver de una joven librera pondrá en el disparadero la cara menos glamurosa de esa «joie de vivre». Misterio, ironía, romanticismo y el deseo de contar una gran historia es lo que ha hecho que este «Cabaret Biarritz» (Destino) ganase el último Premio Nadal.

–Al recibir el Premio Nadal, parecía usted muy nervioso. ¿Ha conseguido asimilar el reconocimiento?

–Me parecería monstruoso que me mantuviese tranquilo al recibir este honor, sobre todo para alguien que sólo había publicado un cuento largo: «El pensionado de Neuwelke» (Planeta). Para mí lo más normal era estar nervioso, y fingir que no te afecta me parecía ridículo.

–En su discurso de aceptación, dejaba claro que su interés, sobre todo, es contar una buena historia.

–De esa doble cláusula que dice escribir para disfrutar o para cierta utilidad me quedo con lo primero, por supuesto. No tengo nada en contra de las novelas de tesis o los discursos filosóficos, pero mi prioridad es contar historias divertidas. Después, si se consiguen otras consideraciones, pues es a más a más. Sigo exactamente lo que decía Dickens en sus cuentos de Navidad, donde reunía a viajeros, peregrinos y vagabundos en torno a una chimenea y les ofrecía un festín y una buena historia.

–¿Qué le atrajo de Biarritz y de los llamados locos años 20?

–Tengo un gusto personal por cierta estética y he pasado años viajando a lugares vacacionales que podríamos llamar viejunos. Ahora son lugares decadentes, con olor rancio, pero conservan cierta elegancia alejada de la brutalidad y vulgaridad de hoy día. Seguro que entonces eran tan vulgares como nuestros Benidorms y todo sea una ficción, pero me gusta.. No cuento una historia para ceñirme a unos hechos, sino para atrapar al lector de hoy.

– Los personajes de aquella época ¿son muy diferentes a los de hoy en día?

–Aquella época era un gran cabaret. Estaban las «flappers», mujeres de gran libertad que corrían en descapotables rojos y se iban a la cama con hombres, mujeres y lo que les apeteciese. Chicas con aquella pasión por la vida respiraban libertad por todos los poros.

–Pero claro, no todo era tan brillante y glamuroso.

– Todo tiene su lado oscuro. Conocemos el cabaret por la película, pero además eran lugares donde corrían todo tipo de barbitúricos, pastillas de cocaína, pornografía. Uno de mis personajes es un fotógrafo que no llega con su trabajo para un periódico y se gana mejor la vida fotografiando a chicas. Su nevera tiene necesidades que no puede colmar de otra manera.

–Sí que parece un escenario muy novelesco.

–Todo Biarritz lo era. Nuestras abuelas no eran tan castas y puras como creemos. Después de la II Guerra Mundial hubo una reacción puritana a esta libertad que cortó, en cierta manera, la década de los 60, pero en comparación con los 20 son años reprimidos. Tú ves a los Beatles y son chicos educados, bien vestidos, con cortes de pelo normal y sin embargo armaron un revuelo tremendo. En los años 20 no hubiesen hecho nada. Ahora vivimos una época cínica, cobardona, blandurria y reprimida y me ha gustado mostrar el contraste.

–Por lo que habla, parece que en su novela las mujeres son las que deciden y los hombres van a remolque.

–A los hombres siempre se les ha dado fatal esto de amar. Como decía Jane Austen, la mejor escritora de todos los tiempos, los hombres eligen y las mujeres deciden. En mi historia las mujeres llevan el peso, como Trixie, una joven que sale de un matrimonio fallido en busca de un amor de juventud, como uno de esos detectives aficionados popularizados por las novelas.

–¿Quién es George Miet, el escritor que recibe el encargo de investigar lo que de verdad pasó en Biarritz en los años 20?

–Podríamos decir que es mi álter ego, un escritor que ha recibido todo tipo de encargos, aquellos que nadie más quiere hacer, para poder sobrevivir y después de años firmando novelas populares, eróticas, policiacas, le encargan escribir una «novela seria». A partir de aquí viajará a Biarritz y entrevistará a toda la retahíla de personajes que pululaban en aquel pueblo.

–A Miet le encargan una «novela seria», pero parece que el humor impregna su historia por todos los poros.

–Por supuesto. Siento una inclinación irresistible por la ironía de las novelas inglesas, de Austen a Dickens, Wilkie Collins, Edmund Crispin, E. F. Benson y un larguísimo etcétera. Los victorianos me gustan mucho y creo que la ironía británica funciona muy bien en nuestro tiempo.

–¿Descubriremos a un asesino o cuál es el misterio que investiga Miet?

–Descubriremos toda una serie de entrevistas a diferentes testigos de esa época y veremos que muchos de ellos mienten o no saben nada de lo que pasó. El único que lo sabe será el lector. En este sentido la novela es un gran juego de la verdad.